En total hay unos 60.000 combatientes desplazados a la zona. Sin embargo, el Ejército y la cúpula proeuropea esperan recibir ayuda militar de Occidente, tras el presunto derribo del avión de pasajeros de Malaysia Airlines con 298 personas a bordo, del que Kiev acusa a los separatistas.
El presidente Petro Poroshenko quiere presentarse como un comandante en jefe exitoso el 24 de agosto, Día de la Independencia, en la capital Kiev. Espera poder haber cumplido para entonces con la promesa de haber liberado a Ucrania de los «invasores rusos» y convocar nuevas elecciones parlamentarias. Pero aún sigue siendo incierto que el conflicto, que se agudizó desde abril y que ya suma miles de muertos y heridos, tenga una pronta solución.
El jefe del Consejo de Seguridad ucraniano, Andrei Parubiy, anuncia constantemente victorias del Ejército. Algo que parecer ser cierto en vista de los avances en dirección a los bastiones separatistas de Donetsk, Lugansk y Gorlovka y la liberación de Severodonezk.
Sin embargo, es posible leer el verdadero estado del Ejército ucraniano a través de los informes de los soldados, que se quejan de falta de comida, falta de claridad de las órdenes y pérdidas por el constante fuego de misiles.
La situación en el frente es cada vez más desesperada. Los soldados se quejan de apenas contar con agua potable, por no hablar de sus provisiones médicas y militares. Muchos de los que vuelven de la zona de combate están fuertemente traumatizados.
Los soldados están diariamente bajo el fuego masivo de los separatistas prorrusos, fuertemente armados, cuenta el voluntario Yuri Biryukov, de la brigada tierra-aire 79. «Los chicos aprendieron a enterrarse, pero allí sólo hay subsuelo duro, conchillas y otras porquerías, no es fácil enterrarse allí», dice. «Todos los días hay bajas, la gente muere todos los días, todos los días se pierde armamento».
Biryukov se queja de los comandantes lejos del frente que cuentan con «saunas y salones de gimnasia, manteles blancos y lindas tiendas de oficiales». El peligro en el frente es en cambio especialmente grande porque algunos traidores venden información a los separatistas.
Las fuerzas prorrusas, en cambio, no sólo llevan adelante su guerra en Ucrania con armas pesadas. También mantienen una guerra de propaganda con videos de civiles muertos en presuntos ataques con bombas de las tropas ucranianas. Mujeres, niños y hombres muertos en mercados, en la calle, en jardines y viviendas. Las impactantes imágenes, difundidas por la web separatista novorosinform.org, llegan bajo el título de «genocidio» a la población prorrusa.
Sin embargo es difícil de adivinar quién lleva la delantera o ganará la guerra, dado que cada vez llegan más armas y combatientes a la zona de conflicto. «Las bajas del opositor son algo más altas que las nuestras», dice el autoproclamado ministro de Defensa Igor Strelkov (Girkin) en la no reconocida «República Popular de Donetsk».
«La situación en Donetsk es tensa, los combates y el fuego de artillería continúan. Hay muertos y heridos», afirma Strelkov.
De acuerdo con las estimaciones, en el este de Ucrania hay más de 40.000 soldados de las tropas del gobierno y hasta 20.000 combatientes de los separatistas. Se desconoce el número de voluntarios bajo las órdenes del Ministerio del Interior y que también luchan contra los rebeldes. Pero como con eso no alcanza, hay ahora decenas de miles de órdenes de reclutamiento para los hombres de 18 a 60 años.
En Kiev advierten a Moscú que con este tipo de llamados pueden echar mano a una reserva de más de 10 millones de hombres en el país, mientras los rusos siguen bajo la sospecha de asistir a los separatistas con hombres, armas y dinero.