Tapachula (Chiapas), 13 sep (dpa) – Ya se ven pocos en el tren de carga que todos conocen como «La Bestia»: los inmigrantes indocumentados que pasan por la frontera sur de México hacia Estados Unidos tienen que utilizar ahora otras rutas, principalmente caminos secundarios.
Operativos instrumentados por autoridades federales mexicanas en el sur del país desde hace varias semanas no han detenido el paso de inmigrantes, pero han hecho su travesía más difícil.
«Se trata de que ni un solo migrante viaje en el lomo del ferrocarril», dicen agentes migratorios, que han recibido la orden de no dejarlos subir «por seguridad de ellos».
Elementos del Instituto Nacional de Migración (INM) y de la policía federal, apoyados por el Ejército, participan en el operativo Frontera Sur, puesto en marcha en julio, con el cual en los límites de los estados de Chiapas y Oaxaca han «bajado» a cientos de centroamericanos de «La Bestia».
Ello ha propiciado que los migrantes, principalmente de Honduras, El Salvador y Guatemala, ya no lleguen por cientos a la población de Arriaga, a unos 240 kilómetros de la franja fronteriza con Guatemala, sino que busquen otras formas de continuar su viaje.
La directora del albergue para migrantes Jesús el Buen Pastor, ubicado en Tapachula, Chiapas, Olga Sánchez, advierte que con los operativos podrían incrementarse el «pollerismo» (tráfico de migrantes) y la corrupción.
Que no permitan subir a los migrantes al ferrocarril «no significa que dejarán de pasar, sino que el riesgo será mayor, ya que en los caminos de extravío operan bandas que los asaltan», dijo Sánchez a dpa.
Según señala, autoridades policiacas han detenido a grupos de indocumentados centroamericanos en vehículos de pasajeros, ya sea taxis o pequeños autobuses, que «van de pueblo en pueblo», incluso por rutas inhóspitas para burlar casetas y garitas de control, pero guiados por traficantes que cobran grandes cantidades de dinero.
Reportes del albergue Hogar de la Misericordia de Arriaga indican que antes en promedio llegaban a alojarse 600 migrantes por semana y ahora lo hacen unos 25, por temor a ser detenidos y deportados.
Según datos del INM, en agosto fueron interceptados 4.800 indocumentados en las acciones del plan Frontera Sur, en especial en Arriaga, donde se concentraba el mayor número de los que usaban el tren para viajar hacia el norte.
De enero a julio 69.353 migrantes fueron detenidos en diversas regiones de México y repatriados: 30.268 hondureños, 22.260 guatemaltecos, 12.903 salvadoreños y una minoría de otras nacionalidades. De ellos 13.834 eran menores de 18 años, según el reporte del INM.
En la garita de Talismán-El Carmen, en la frontera entre México y Guatemala, autoridades de ambos países realizan a diario un procedimiento de entrega-recepción de entre 14 y 17 autobuses de centroamericanos deportados, incluyendo a menores de edad.
Según explicó el delegado de Migración de El Carmen, Guatemala, Uriel Fuentes, reciben unidades que llevan no solamente a guatemaltecos, sino también a hondureños, salvadoreños y nicaragüenses, a los que entregan a sus respectivos países.
En el río Suchiate, que sirve de línea divisoria entre México y Guatemala, todos los días, a toda hora, se pueden ver grupos de personas que ingresan a bordo de balsas llevando únicamente la ropa puesta y mochilas en la espalda. Su objetivo es ir a los Estados Unidos.
Hay quienes lo han intentado en varias ocasiones y lo siguen haciendo. Uno de ellos es un salvadoreño que se identifica como Manuel, de 39 años, que hace unos días fue detenido en Arriaga y deportado, pero ya regresó y piensa volver a caminar a pesar de los riesgos que ello representa.
«Me detuvieron los de la migra en un operativo en el tren. No pude huir. Me subieron a una combi (autobús) y me deportaron», señala.
Pero no es la primera vez que lo detienen. Con ésta son tres por parte de autoridades mexicanas y una cuando había cruzado la línea divisoria con Estados Unidos. «En mi país no hay trabajo y es mejor morir en el intento», dice.
El ferrocarril que cubre la ruta Arriaga (Chiapas) a Tehuantepec (Oaxaca) sigue operando con toda normalidad, aunque ya son pocos los migrantes que logran burlar a las autoridades y trepar en él para continuar el viaje hacia el norte de México.