El acuerdo final sobre el programa nuclear iraní, que parece posible tras el compromiso de Lausana, dará a Irán un lugar de primer plano en el escenario diplomático, pero los expertos se preguntan si hará disminuir la tensión en Oriente Medio dada su implicación en varios conflictos.
Los responsables del grupo 5+1 (Estados Unidos, China, Rusia, Francia, Reino Unido y Alemania) e Irán alcanzaron el jueves por la noche en Lausana un compromiso que esboza las grandes líneas del histórico acuerdo destinado a impedir a Teherán dotarse de la bomba atómica. Esta etapa fundamental abre el camino a un acuerdo definitivo antes del 30 de junio.
Irán «va a poder rehacerse una virginidad, y no sólo ante Washington», estima el politólogo argelino Hasni Abidi, director del Centro de Estudios e Investigaciones sobre el Mundo Árabe y Mediterráneo, con sede en Ginebra.
En el plano económico, el país se beneficiará tras el acuerdo de un levantamiento de las sanciones internacionales que asfixian su economía desde hace años.
El acuerdo «consagrará la emergencia de dos grandes actores en el escenario regional, Irán y Arabia Saudita», estima, por su parte, Bernard Hourcade, especialista de Irán del Centro Nacional francés de Investigaciones Científicas (CNRS).
Catalogada en el pasado por Estados Unidos de elemento del «eje del mal», aislada diplomáticamente desde hace 35 años y económicamente paralizada por las sanciones, la República Islámica de Irán no dejó por ello de avanzar sus peones, año tras año, en el tablero de la región, directamente o por intermedio de sus aliados chiitas.
Tal es el caso en el Líbano, a través del Hezbolá; en Siria, donde Teherán defiende al régimen de Damasco; en Irak, donde las fuerzas iraníes ayudan a las tropas regulares en el combate contra el grupo Estado Islámico; y en Yemen.
En este último país, Arabia Saudita, rival sunita de Irán, ha reunido una coalición militar árabe para combatir a los rebeldes chiitas hutíes, apoyados por Teherán.
«El intervencionismo de Irán, de Siria a Yemen, lo ha convertido en un actor inevitable y temido», afirma Abidi.
En las monarquías del Golfo, el acuerdo será «vivido como un cambio alianza, como si Estados Unidos pasara del lado de Irán», señala Bernard Hourcade.
«Pero va a obligar también a los dos grandes rivales, iraníes y saudíes, a sentarse en una mesa de negociación. Hay pues perspectivas positivas», agrega.
«Hasta el presente, Irán se imponía, sin que lo invitaran, en el teatro regional, y esto producía la guerra. Con un acuerdo, Irán tendrá que moverse en el terreno diplomático, y podría ponerse en marcha un proceso virtuoso», explica.
– Impacto del levantamiento de sanciones –
Los expertos se preguntan también sobre las consecuencias que tendrá para la región un levantamiento de las sanciones impuesta a Irán, si se logra un acuerdo final.
«¿Qué va a ocurrir?», plantea Abidi. «Dudo entre dos hipótesis. Dado que el levantamiento de las sanciones va a acarrear un descongelamiento de los haberes financieros iraníes, el país aprovechará la situación para acentuar su presión militar en la región», «o bien, por el contrario, el reconocimiento internacional va a tornarlo menos agresivo y hacer que afloje la presión».
David Hartwell, director de la revista «Middle East Insider» (Londres), estima que «las cosas han cambiado tanto (en la región) en los últimos meses y las últimas semanas, que se aleja lo que podía esperarse, es decir que Irán coopere más sobre otras cuestiones» distintas del programa nuclear.
«Es difícil concebir que un acuerdo sobre el programa nuclear mejorará la seguridad regional, en momentos en que se tienen tres guerras en tres países, que el Estado Islámico está en todas partes, y que Irán mete la nariz en varios países», agrega.
Y pocas evoluciones positivas son de esperar del lado del conflicto israelo-palestino, dada la tajante oposición de Israel al acuerdo.
«Si se cierra un acuerdo (final) sobre la base de este marco, será un error histórico que hará que el mundo sea mucho más peligroso», aseguró tras el anuncio del compromiso marco un responsable israelí, que pidió el anonimato.
