Vulcanólogos express: cuando los ticos buscamos #temblorC

Leopolt Linkimer estaba lavándose los dientes, justo antes de dormir, cuando sonó su celular. Eran las 11:30 p.m. del 29 de octubre, horario poco

Leopolt Linkimer estaba lavándose los dientes, justo antes de dormir, cuando sonó su celular. Eran las 11:30 p.m. del 29 de octubre, horario poco frecuente para llamadas de trabajo, pero el geólogo encontró la voz de un colega al otro lado de la línea. Carlos Ramírez, vulcanólogo de la Red Sismológica Nacional (RSN). Lo llamaba porque el volcán Turrialba estaba mostrando una actividad fuera de lo normal. 

Durante las próximas tres horas, Linkimer estuvo frente a la computadora de su casa, en Guayabos de Curridabat, atento al movimiento del volcán y del equipo de tres especialistas de la Red que iban camino a Turrialba esa misma noche. A las 12:48 de la madrugada escribió una actualización en el perfil de Facebook de la RSN y siguió monitoreando las redes sociales: los reportes que reciben de ciudadanos en todo el país iban complementando la información que recolectan con sus instrumentos y modelos. 

Pasadas las 2 a. m., exhausto, Linkimer finalmente cerró su día, pero pasó el resto de la madrugada revisando Whatsapp, donde sus colegas enviaban imágenes y reportes desde Cartago. A las 7 de la mañana estaba otra vez frente al monitor.

Una hora después de que el geólogo de la Universidad de Costa Rica (UCR) se acostara a dormir, Floribeth Vega comenzó su jornada. A las 3 a. m., la geógrafa del Observatorio Vulcanológico y Sismográfico de la Universidad Nacional (Ovsicori-UNA), empezó a recibir reportes de sus compañeros de vulcanología. Desde la noche anterior ella y sus colegas veían con recelo las últimas actividades del volcán Turrialba, pero hasta esa madrugada no empezó a recibir información. A las 4:15 a. m. su perfil de Facebook dio el primer aviso y Vega no ha dormido desde entonces.

«Tengo que estar respondiendo muchas preguntas que la gente hace por redes sociales, haciendo inventario de la información que nos llega. Es importante que la gente nos diga dónde ven ceniza porque nos permite hacer mapas», dice Vega, de 47 años y más de dos décadas en el Ovsicori.

En un país asediado por temblores y tomado por los volcanes, los costarricenses hemos desarrollado una manía curiosa: levantar nuestro teléfono apenas sentimos que el suelo vibra o el cielo truena con un estallido volcánico. Esa fascinación por la inmediatez obliga a Linkimer y Vega a correr a Facebook y Twitter cada vez que los instrumentos del OVSICORI y la RSN se activan (aunque ambas instituciones coordinan poco y fue una casualidad el traslape de horario de ambos especialistas la noche en que estalló el Turrialba).

Los costarricenses hemos respondido masivamente a su actividad en redes sociales. La Red Sismológica tiene 143.500 likes en Facebook, casi tantos como el perfil de Casa Presidencial, mientras que el Observatorio tiene 250.000 seguidores en esa misma red social. Tanto nos involucramos en el tema que inventamos el hashtag #temblorCR y ahora, con el estallido del volcán, aparecen nuevas etiquetas como #Turrialba o #cenizaCR.

Como todos los costarricenses, Linkimer y Vega también corren al teléfono apenas tiembla. La única diferencia es que mientras nosotros intentamos saber qué pasó, ellos quieren contestarnos.

La oficina del caos

En una oficina en el primer piso de la Escuela de Geología de la UCR, Leopolt Linkimer está al teléfono. Lo llama un extranjero que apenas puede hablar español. Dice que está en Liberia, que trabaja para una empresa de medición de gases y que necesita información. El geólogo le ofrece hablar en inglés, pero el extranjero insiste con el español. Linkimer capitula, pero le contesta todas las preguntas que tiene y finalmente ofrece darle el teléfono de los vulcanólogos que están en el campo.

–Te voy a dar tres teléfonos, creo que sería mejor contactarlos a ellos… (suena otro teléfono) Dame un segundito.

–Aló, Patricia, dame un segundo por favor, ya te hablo.

–Vea, los teléfonos de ellos son…

Cuando terminó de hablar con el extranjero, Patricia ya había colgado. Linkimer no se abatió. Más tarde llamó al Centro de Informática de la UCR para coordinar el funcionamiento de los instrumentos, recibió a otros colegas que llegaron con numeritos apuntados en un papel y finalmente se sentó a contestar a más costarricenses que siguen contando cómo sus carros están llenos de ceniza, que escucharon el volcán o que simplemente quieren saber qué pasará al día siguiente.

Linkimer es geólogo de la UCR, tiene una maestría en geofísica de la Universidad Estatal de Michigan y un doctorado en Sismografía de la Universidad de Arizona: hoy está publicando fotografías en Twitter.

El último artículo académico que salió con su firma fue publicado el 29 de octubre, el mismo día en que el Turrialba se activó de nuevo, y se titula «Redes sociales y sismología: educación y prevención en torno a amenazas sísmicas». Tiene tanto de comunicación y nuevas tecnologías como de sismografía.

Los hallazgos publicados en su artículo –que firma con otro colega– revelan mucho del tico: los mayores picos de visitación ocurren cuando tiembla por las madrugadas. El especialista lo atribuye a que pocos medios de comunicación publican información a esa hora y a que es más fácil extender la mano y abrir Twitter en el teléfono que acceder a otros sitios.

Como Linkimer es sismólogo –el jefe de la Sección de Sismología de la RSN, de hecho–, la actividad del Turrialba le permite una jornada tranquila. Mientras los tres vulcanólogos de la RSN escalan el volcán Turrialba en busca de más pistas, él pudo dormir un par de horas más. Cuando es un terremoto grande casi no llega a la cama, pues su principal actividad es la científica.

Las redes sociales son un recargo que comparte con otros cinco colegas de la Red, pero que nació bajo su tutela en enero de 2012 y que todavía están principalmente bajo su control. La mayor parte de su tiempo todavía la dedica a la ciencia y al estudio de los movimientos telúricos.

Su jornada continuará todo el día y luego tendrá que impartir clases de 5 a 8 p. m. Al final del día podrá sentarse a pensar por qué enloquecemos tanto los costarricenses en redes sociales cuando se mueve un poco el piso. Linkimer tiene pocas respuestas y muchas interrogantes.

«¿Sabe qué? Quisiera relacionarme con alguien de psicología o sociología para entender eso, porque esto pasa un poco por algo del desahogo que hace cada uno», reflexiona el especialista. 

La educación del temblor

Más de dos décadas después de entrar al Observatorio Vulcanológico y Sismográfico de la Universidad Nacional, Floribeth Vega está frente a una computadora con un teléfono inteligente al lado, una tableta electrónica y un disco duro externo. ¿Qué tal ha sido su jornada hoy?

«En primer lugar, he dormido muy poco», dice Vega.

A ellos les pasa como a bomberos, rescatistas o periodistas ante una actividad sismográfica relevante: apenas duermen, pero no del miedo, sino del trabajo. Lentamente, los centros de investigación han refinado sus canales de comunicación con la ciudadanía y cada vez necesitan menos de los medios de comunicación o sus propias universidades: tanto la RSN como el Ovsicori tienen más seguidores en Facebook que los perfiles de la Universidad de Costa Rica y la Universidad Nacional. 

«Antes de las redes lo que usábamos era fax, a través de la prensa y de la gente que se acercaba», explica Vega, quien hizo la primera página web del Ovsicori en 1997, cuando eran muy pocas las instituciones del país que tenían presencia en Internet. Ahora la geóloga está terminando una maestría en Tecnología Educativa, porque reconoce la importancia que tienen las nuevas tecnologías de la información para que la ciudadanía aprenda sobre temas de ciencia como sismos y volcanes.

Antes de las 9 a. m., el perfil de FB del Ovsicori ya tenía en línea fotografías aéreas cortesía de un colaborador y, así como Linkimer, Vega también combina sus actividades en redes sociales con sus labores diarias en el área de sismografía del Observatorio y prepara un informe técnico. 

Doce horas después del estallido de mitad de noche, el muro de Facebook estaba lleno de ciudadanos comentando las publicaciones del Observatorio, haciendo preguntas sobre qué hacer. 

«Estoy embarazada y soy de Coronado. Esto me tiene bastante preocupada. Alguna medida a tomar??», escribió una de sus seguidoras. 

Vega respondió con calma desde el perfil del Ovsicori: «Estar pendiente de nuestras informaciones y de las medidas que tome la Comisión Nacional de Emergencias».

En un país con una actividad telúrica descollante y con cada vez más teléfonos inteligentes, las personas seguirán abriendo Facebook y Twitter para intentar responder lo que los medios no podemos. Un poco por curiosidad, otro por miedo, pero en el fondo porque somos humanos y tenemos preguntas. 

Allí estarán Linkimer y Vega. 

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