Estrategia racional rige política exterior de Nicaragua

El río San Juan siempre ha estado en la agenda de las relaciones entre Nicaragua y Costa Rica (foto cortesía de Lanamme, tomada en

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El río San Juan siempre ha estado en la agenda de las relaciones entre Nicaragua y Costa Rica (foto cortesía de Lanamme, tomada en febrero 2013).

El río San Juan ha estado en la agenda de las relaciones entre Costa Rica y Nicaragua y, por supuesto, en la agenda de terceros Estados. Ambos Estados firmaron tempranamente el Tratado de Límites Cañas-Jerez; sin embargo, de manera recurrente se presentan desacuerdos en relación con lo establecido por dicho tratado.

Esta situación de discordia los ha llevado a buscar soluciones, sea por la vía bilateral, por la mediación de un tercero o por medio de la vía jurídica en el ámbito de la Corte Internacional de Justicia (CIJ). Por lo general, se argumenta que la política exterior de Nicaragua recurre al conflicto por el río San Juan cada vez que hay elecciones o cada vez que se desea distraer las tensiones internas.

El punto de vista que se plantea aquí sugiere que la política exterior de Nicaragua, en materia de fronteras, obedece a una estrategia racional en la que el derecho juega un rol más importante que el uso de la fuerza. Una estrategia en la que la diplomacia tiene objetivos claros que se gestionan al más alto nivel.

Nicaragua posee una política de Estado en materia de fronteras. Mauricio Herdocia, especialista nicaragüense de derecho internacional, explica tal estrategia, al citar al poeta español, Rafael Alberti, cuando dice que “hay puertas al mar que se abren con palabras.” A nuestro juicio, esa es la estrategia de Nicaragua, los argumentos muy bien diseñados, muy bien planificados, muy bien preparados, incluso, para aplicarse 20 o 30 años después.

Un repaso lento y pausado de esta estrategia permite visibilizar acciones que no deben ser pasadas por alto.

Primero, el uso de la fuerza como mecanismo para obtener victorias territoriales está descartado. Todas sus victorias en la Corte han sido mediante argumentos muy bien diseñados.

Segundo, la estrategia posee dos grandes vertientes, una global y otra distractora. En la global, existe una continuidad y armonización de acciones desde la llegada de Violeta Barrios, Arnoldo Alemán, Enrique Bolaños y Daniel Ortega. En ella participan cancilleres, vicecancilleres, asesores y todo un universo de actores que son quienes diseñan la estrategia. En la parte distractora, operan actores que ejecutan acciones puntuales (Edén Pastora es un buen ejemplo) para distraer la atención de los verdaderos intereses o confundir a sus vecinos.

Tercero, las acciones de Nicaragua no obedecen, por tanto, a una agenda caprichosa, volátil o sujeta a los vaivenes internos, sino a una acción muy bien diseñada, planificada y orquestada. No es cierto que Nicaragua se acuerde de sus fronteras cada vez que hay elecciones.

Cuarto, cada acción está pensada en distraer o en sumar argumentos o sentar jurisprudencia que pueda ser utilizada posteriormente, ya sea en el corto o largo plazo.

Quinto, la política exterior de Costa Rica debe considerar estos hechos y distinguir los verdaderos intereses de Nicaragua, para no responder a los distractores, sino a las acciones estratégicas que han hecho que ese país gane dos juicios en la CIJ.

El río San Juan

Mauricio Herdocia señala lo siguiente: “La existencia de una frontera debe ser contundente, indubitable y categórica, sin dejar margen a la duda ni a la interpretación”, de lo que se desprende que una frontera mal delimitada o un acuerdo sujeto a interpretaciones siempre será la mejor excusa para iniciar un reclamo territorial. Este es el caso del río San Juan, en particular el área dónde actualmente existe el diferendo.

En ese sentido, el derecho se pone al servicio de una estrategia de política exterior cuyo principal objetivo es generar dudas para iniciar reclamos territoriales. Los triunfos de Nicaragua en la CIJ, tanto en el litigio con Honduras, como en el litigio con Colombia, hacen pensar que Nicaragua no está dejando sus acciones en materia de fronteras al calor de un proceso electoral.

En este contexto, las alternativas de solución lejos de acercar a los Estados los han separado aún más. Nicaragua y Costa Rica han vuelto a experimentar una escalada en el tono y sus acciones en relación con lo establecido en el Tratado de Límites y sus instrumentos conexos.

Las últimas tres administraciones de ambos países: Alemán Montealegre, Bolaños Gayer y Ortega Saavedra de Nicaragua, y Rodríguez Echeverría, Pacheco de la Espriella y Arias Sánchez de Costa Rica han buscado mecanismos para la solución pacífica de estas diferencias, pero el resultado siempre conduce a la separación, el conflicto y las amenazas a una escalada mayor. La CIJ ha sido el mecanismo pacífico utilizado, pero sus resoluciones u ordenanzas no han sido el medio para resolver las diferencias.

Durante la administración de Chinchilla Miranda, se elevó el tono a niveles nunca vistos en las relaciones con Nicaragua. A pesar de las iniciativas emprendidas por la política exterior costarricense, pareciera que los resultados no arrojan una solución definitiva. El país envió efectivos de la Fuerza Pública a la frontera, tractores a la margen derecha del río San Juan y abogados a la CIJ y aún no se logra un resultado positivo para sus intereses. En menos de siete años se plantearon tres demandas diferentes sobre el tema del río San Juan: por los derechos de navegación, por el dragado y la incursión en territorio costarricense y por la denominada trocha fronteriza.

De igual forma, la Corte dictaminó cinco ordenanzas en torno a este caso: sobre la unión de ambos procedimientos en uno solo, sobre el rechazo de cuatro demandas reconvencionales presentadas por Nicaragua, sobre el rechazo para modificar la providencia del 8 de marzo de 2011 y sobre los dos “caños” descubiertos en setiembre de 2013 y sobre las medidas provisionales contra la trocha fronteriza por parte de Nicaragua.

Esta situación volvió a colocar a la gestión de la política exterior en el centro de la opinión pública. Aunque el país ha logrado triunfos importantes en la Corte y el Gobierno mejoró su imagen, esto no debe tomarse como una solución definitiva, pues las ordenanzas de la CIJ se refieren a coyunturas particulares y no a un fallo definitivo que de por cerradas las demandas planteadas.

El éxito de toda política exterior se reconoce por los resultados que ofrece, señala Stanley Hoffmann al plantear el estudio de la política entre las naciones. Costa Rica debe distinguir los resultados de corto plazo y de largo plazo en materia de política exterior y dar señales de que sus objetivos están claramente definidos y que cuenta con los recursos para alcanzarlos, considerando que las relaciones con Nicaragua están muy deterioradas y sin canales viables de comunicación bilateral efectivos.

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