Estudio sobre agricultura, salud y ambiente: Plaguicida usado en piña presente en Humedal Térraba-Sierpe

Mientras unos se comen la piña, a otros les duele la “panza”.  Este refrán describe el impacto que en el Humedal Térraba-Sierpe están provocando

Mientras unos se comen la piña, a otros les duele la “panza”.  Este refrán describe el impacto que en el Humedal Térraba-Sierpe están provocando los plaguicidas utilizados en la agricultura extensiva de la zona sur del país, según un estudio de la Universidad de Costa Rica (UCR). Este mostró la presencia de residuos de bromacil y ametrina, que se usan en la producción de piña y caña de azúcar, respectivamente.

Como parte de la metodología para analizar la calidad del agua del Humedal Térraba-Sierpe, ubicado en el cantón de Osa, los investigadores definieron nueve puntos de muestreo, según parámetros como el uso del suelo. (Ilustración: cortesía del M.Sc. Gerardo Cortés).

En los alrededores del Humedal no se siembra piña ni caña de azúcar, ni tampoco los productores han reportado el uso de estos plaguicidas en la siembra de arroz, palma africana, plátano o banano, pues estas sustancias no están indicadas para ninguno de estos cultivos.

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Entonces, ¿de dónde proceden? Los investigadores aseguran que las trazas de ambos herbicidas son transportadas por los sedimentos y el agua hasta el Humedal. El bromacil probablemente salió de los cultivos de piña de la cuenca alta del río Grande de Térraba, en los cantones de Buenos Aires y Pérez Zeledón.

Este es uno de los hallazgos principales de la investigación Estudios en economía agrícola, salud y ambiente, que tiene como objetivo contribuir al conocimiento de las relaciones entre la agricultura, la salud humana y la salud de los ecosistemas en el Humedal Térraba-Sierpe, ubicado en el cantón de Osa, provincia de Puntarenas.

La identificación de este tipo de sustancias en puntos asociados con el Grande de Térraba es un indicador no solo del alto grado de contaminación de este río, sino que también sirve para alertar a las autoridades y a la población sobre la eventual presencia de los  ingredientes activos de esos productos en los organismos vivos, como los peces u otras especies de consumo humano.

“El río Grande de Térraba tiene una carga muy alta de sedimentos probablemente debido en parte a la erosión del suelo en los cultivos de piña, que es una de las consecuencias reportadas para este tipo de actividad productiva. El país debe buscar una solución al problema de la piña”, consideró el M.Sc. Alejandro Muñoz Rivera, biólogo del Centro de Investigación en Contaminación Ambiental (CICA).

Muñoz participa en el estudio junto a un equipo interdisciplinario de especialistas compuesto por ingenieros agrónomos, economistas agrícolas, microbiólogos y biólogos del Centro de Investigación en Economía Agrícola y Desarrollo Empresarial (Cieda) y del CICA, de la UCR. El estudio se enmarca en los proyectos adscritos al Programa Institucional Osa-Golfo Dulce (Piosa). Se inició en 2013 y concluye en 2016.

El coordinador del proyecto e investigador del Cieda, M.Sc. Gerardo Cortés Muñoz, explicó que el trabajo comprende la caracterización de los sistemas agropecuarios localizados en las áreas aledañas al Humedal, con el fin de conocer las prácticas agrícolas de las principales actividades productivas y su impacto social, económico y ambiental en la zona.

Hasta el momento se ha trabajado con dos sistemas productivos: arroz y palma africana; queda pendiente el análisis de los otros dos escogidos: ganadería de carne y plátano.

La evaluación de la calidad del agua, elemento que une a todos los ecosistemas del lugar, de la contaminación con plaguicidas y con otros agentes les ha permitido a los investigadores llegar a algunas conclusiones sobre el estado actual del Humedal, sitio Ramsar de importancia internacional que el país debe proteger.

 

SISTEMAS PRODUCTIVOS

El estudio parte del concepto de la agricultura como un agrosistema, dentro del cual el productor es un actor relevante. De allí que se realizan diagnósticos de las prácticas agrícolas: cómo siembran, cómo fertilizan, cómo controlan las plagas y las enfermedades, entre otros aspectos. “De estas prácticas se generan desechos orgánicos, de fertilizantes y agroquímicos, que salen del sistema productivo y ocasionan impactos en los ecosistemas”, expresó Cortés.

Según el economista agrícola, algunos de estos efectos se derivan del uso intensivo del suelo que por casi 60 años realizó la Compañía Bananera durante el siglo pasado en la zona sur. “Hay una historia agrícola con gente que resultó afectada por el uso de productos prohibidos. Cuando la Compañía se fue (a principios de los años 80), surgieron asociaciones, cooperativas y empresas privadas que tomaron esas tierras y empezaron a producir y a diversificar”, comentó.

Además de lo ambiental, se evalúa la parte socioeconómica del sistema productivo. “Bien o mal –opinó Cortés– esas actividades agrícolas generan empleo y riqueza regional, y eso es importante para el país”.

En la actualidad, en esa región hay sembradas 14 000 hectáreas de arroz y casi la tercera parte están en los alrededores del Humedal. También existen grandes extensiones de palma africana (más de 7000 hectáreas), cultivo que ha crecido de forma considerable en las últimas décadas.

La pesca artesanal de piangua –que se comercializa en el mercado nacional– es un recurso natural muy importante para la supervivencia de las comunidades de la zona. Asimismo, la ganadería de carne y el turismo, asociado a los manglares y a  las esferas precolombinas, contribuyen a la economía de la zona y a la generación de empleo, precisó el especialista.

Sigue habiendo un problema de tenencia de la tierra, ya que una gran cantidad de fincas que pertenecen al Estado fueron invadidas.

“Hay impactos que vienen desde hace mucho tiempo. La gente se ha ‘comido’  los manglares para sembrar, lleva sus cultivos hasta las orillas de los ríos. Para ellos esto es normal, es con lo que han vivido toda su vida”, señaló Alejandro Muñoz.

 

CALIDAD DEL AGUA

Para la obtención de información sobre la calidad del agua, los investigadores  seleccionaron nueve puntos de muestreo (ver mapa) dentro del Humedal, de acuerdo con parámetros como el uso del suelo, características de los sistemas productivos y su relación con los cuerpos de agua.

Ellos recogen estas muestras dos veces al año: en la estación seca y en la lluviosa y las analizan en los laboratorios de Calidad de aguas, Ecotoxicología y Residuos de plaguicidas del CICA.

Muñoz detalló que contemplan la contaminación orgánica e inorgánica del agua. Para ello analizan factores físico-químicos, tales como la acidez, temperatura, cantidad de sedimentos disueltos, nitratos, nitritos, fosfatos y otras sustancias ligadas a fertilizantes.

Además, examinan diferentes propiedades del agua según la familia y la cantidad de organismos invertebrados encontrados en ella, los cuales presentan diferentes grados de sensibilidad a la contaminación. Por medio de estos bioindicadores se detectan cambios y se evalúa el efecto de distintos tipos de contaminación de los cuerpos de agua sobre los organismos presenten en estos.

Si en los monitoreos se observa que hay presencia de estos organismos y en algún momento la situación cambia, significa que algo puede estar pasando, aclaró Muñoz.

En relación con los plaguicidas –agregó– se hace el reconocimiento de moléculas o ingredientes  activos de los productos y sus concentraciones; es decir, de los residuos que quedan en el ambiente.

Por último, se efectúa un análisis microbiológico del agua para detectar coliformes totales y fecales y Escherichia coli, bacteria presente en los intestinos de humanos y de animales de sangre caliente y, por ende, un indicador de contaminación fecal.


 

Contaminación del Humedal

Los primeros resultados del estudio revelan la presencia de trazas de fungicidas, insecticidas y herbicidas, entre los cuales sobresale el bromacil en varios puntos del muestreo. También se identificaron residuos de los insecticidas  clorpirifo y forato, del fungicida triadimefon y de insecticidas aplicados en la siembra de arroz.

En cuanto a la palma africana, los especialistas señalaron que se trata de un cultivo con un crecimiento desmedido, ya que todas las fincas improductivas y grandes plantaciones de arroz se están convirtiendo en palmares.

El principal problema asociado al cultivo de palma es la pérdida de biodiversidad, ya que es común que los cultivos invadan los terrenos del Humedal, cuya área no está bien demarcada.

La interpretación de los análisis de aguas dio como resultado agua “muy mala, extremadamente contaminada” en el punto de muestreo ubicado cerca del puente sobre el río Térraba, que es por donde ingresan las aguas de este río al Humedal. Aquí solamente se identificaron tres familias de organismos durante el muestreo más reciente realizado en abril pasado: mosquitos de la familia Chironomidae, caracoles de la familia Thiaridae y libélulas de la familia Gomphidae.

La mayoría de los lugares muestreados asociados a cultivos se encuentran en categorías muy bajas y únicamente los ríos que drenan la laguna Sierpe presentan una calidad de agua “regular”, según el índice BMWP-CR, utilizado para interpretar los resultados del biomonitoreo. En esta área de manglares y de donde se extraen la pianguas se reconocieron 15 familias de invertebrados.

La contaminación con coliformes totales registró en cinco de los nueve sitios muestreados valores superiores a los 2000 NMP/100 mL (número más probable de bacterias en 100 mililitros de agua). En el resto de puntos muestreados el agua presentó una contaminación moderada, de 1000 a 2000 NMP/100 mL.

Los coliformes fecales fueron identificados en tres sitios con valores superiores a 2000 NMP/100 mL, lo que significa, según el Reglamento para la evaluación y clasificación de la calidad de cuerpos de agua superficiales de la Ley General de Salud, que es agua con contaminación severa; por lo tanto, no debe utilizarse para consumo humano, acuacultura, actividades recreativas o como fuente de conservación de las comunidades acuáticas. En la laguna de Sierpe se identificó E. Coli en una cantidad de 1986,3 NMP/100 mL, agua que puede usarse para consumo humano solo con desinfección.

De acuerdo con la microbióloga Paula Alfaro Montero, investigadora del CICA, es importante diferenciar los coliformes totales de los fecales. Los primeros se encuentran en la tierra y en las heces, por lo que no son necesariamente un riesgo, mientras que los segundos, como la E. coli, aparecen cuando hay contaminación por materia fecal, lo que sí representa un riesgo para la salud humana.

Los resultados de la investigación han sido expuestos en las comunidades ubicadas cerca del Humedal, en instituciones estatales y en talleres de capacitación con productores. Sin embargo, el grupo más importante de abordar y el de más difícil acceso es la “gran agricultura”; es decir, los agricultores con fincas que oscilan entre las 300 y las 2000 hectáreas, concluyeron los investigadores.


 

 

 

 

Importancia del Humedal

 

-El Humedal Térraba-Sierpe fue declarado en 1995 Sitio Ramsar por su riqueza natural, por lo que el país adquirió el compromiso internacional de su conservación y uso sostenible.

 

-Con más de 32 000 hectáreas, es el manglar más grande de la costa del Pacífico costarricense.

 

-Está conformado por la cuenca baja del río Grande de Térraba y el río Sierpe. Ambos forman el Delta del Diquís.

 


 

 

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