El desarrollo moderado en los alrededores del volcán Turrialba, que implique regulaciones en relación con el uso del suelo, las actividades humanas y turísticas, propone un estudio de la Escuela Centroamericana de Geología de la Universidad de Costa Rica (UCR).
El Turrialba, como otros volcanes de Costa Rica, atrae por su belleza escénica, lo que a menudo nos hace olvidar los peligros que representa para la población y la economía del país.
El aumento de la actividad de este volcán en las últimas décadas preocupa a autoridades y especialistas, razón por la cual la Comisión Nacional de Prevención de Riesgos y Atención de Emergencias (CNE) solicitó a la UCR la elaboración de un estudio detallado sobre los peligros volcánicos del Turrialba, a la vez que contiene propuestas sobre la utilización adecuada del suelo en las áreas aledañas con el fin de mitigar el riesgo.
La investigación fue coordinada por el geólogo y vulcanólogo de la Red Sismológica Nacional (RSN: UCR-ICE), Gerardo J. Soto, quien ha estudiado este volcán en los últimos 25 años; además, participó la geóloga y especialista en sistemas de información geográfica, Linda Sjoböhm.
¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN EL TURRIALBA?
Con base en las investigaciones existentes, algunas realizadas por científicos extranjeros, Soto explicó que se dieron cuenta que la desgasificación del volcán proviene de un cuerpo magmático, probablemente profundo.
Lo que ayudó a los geólogos a llegar a esta conclusión es la variación en la composición química de los gases.
Si bien desde 1995 el volcán presenta una actividad sísmica y fumarólica intensa, con algunas explosiones freáticas entre el 2010 y el 2012, todo parece indicar que el magma se podría encontrar a una profundidad aproximada de 4 a 6 km, expresó Soto.
El trabajo de Soto y Sjoböhm consistió en la recopilación de la información de la historia geológica y volcánica del Turrialba, mucha de ella producida por la Escuela de Geología desde los años 80, para entender el comportamiento del volcán y con base en esto preparar una serie de mapas de los peligros volcánicos.
“No podemos hacer los estudios de amenaza si no conocemos el comportamiento del volcán, lo que yo llamo la ‘volcanalidad’ del Turrialba”, comentó Soto.
La reconstrucción de los períodos evolutivos del volcán se centró en los últimos 10 000 años y una de las cosas que lograron determinar es que las mayores erupciones se repiten cada 600 a 800 años.
“Las erupciones más importantes han sido de lavas muy voluminosas, de varios kilómetros cúbicos. En la composición del cono se encuentran desde rocas poco explosivas hasta muy explosivas, con toda la gama en el medio”, agregó.
La erupción ocurrida entre 1864 y 1866 fue similar a la del volcán Irazú de 1963 a 1965. Al respecto, Soto indicó que “el Turrialba eruptó ceniza básicamente por medio de explosiones no muy grandes que afectaron de dos a tres kilómetros a la redonda y que fueron barridas por los vientos hacia el Valle Central e incluso la ceniza llegó a Puntarenas”.
NOVEDOSA METODOLOGÍA
Un aspecto novedoso de la investigación es que se trabajó con sistemas de información geográfica y modelos matemáticos con computadora, lo cual permitió a los investigadores plantear distintos escenarios acerca de cuáles áreas serían las más afectadas, dependiendo del tipo de erupción, su tamaño y el viento según la estación del año.
“Esta metodología es importante para analizar cuál sería las distribución de la ceniza en erupciones pequeñas o medianas y erupciones muy grandes. Esto es novedoso, es la primera vez que se hace en Costa Rica”, dijo Soto.
A criterio del especialista, el hecho de conocer cuáles áreas serían afectadas y de qué manera, posibilita saber cómo actuar en el momento que se inicie una erupción.
No obstante, aún los científicos no cuentan con herramientas para hacer una proyección exacta, ni siquiera aproximada, de la futura evolución del volcán. Podría ser que el volcán permanezca estable durante mucho tiempo, con una desgasificación a lo largo de años o décadas, señaló el geólogo.
Por este motivo, el interés tanto de la CNE como de la RSN, es que la población costarricense conozca los resultados del estudio y aprenda a convivir con la amenaza volcánica.
La investigación, titulada Preparación de mapas de peligros volcánicos y restricción de uso de la tierra en el volcán Turrialba, está disponible en las ciberpáginas de ambas instituciones. También fue presentada a las comunidades y a la municipalidad de Turrialba.
Principales peligros del Turrialba:
-Lluvia ácida (mezcla de gases con la lluvia y neblina).
-Caída balística de rocas ((lanzamiento directo de rocas desde el cráter).
-Erupciones freáticas (explosiones de gas).
-Erupciones magmáticas con columnas de ceniza que pueden alcanzar de 5 a 20 km de altura.
-Flujos piroclásticos (flujos de rocas y cenizas calientes que descienden por las laderas).
-Lahares (corrientes de lodo originadas por lluvias durante o después de una erupción).
Recomendaciones sobre uso del suelo:
– Parque Nacional Volcán Turrialba: Esta área comprende alrededor de 2 km. En esta se recomienda dedicar el suelo a la conservación.
No se recomienda la existencia de viviendas permanentes en esta zona, sino casas que alojen transitoriamente a las personas encargadas de atender las actividades productivas que se mantengan en el sitio.
-De 2 km a 5 km: Esta área aledaña al volcán se vería afectada dependiendo de la erupción y de la época del año en que ocurra, por lo que se requiere un estudio sociológico y económico que evalúe los aspectos culturales, sociales y económicos y sirva para determinar cuáles sectores se deberían dejar para bosque y cuáles para actividades productivas. Además, deben existir planes de contingencia para cuando ocurra una emergencia.
-Turismo de bajo impacto: El estudio recomienda desarrollar un tipo de turismo de baja densidad, que regule el número de visitantes y ofrezca condiciones mínimas en caso de una evacuación; poca infraestructura, mejores caminos y áreas de visitación transitoria, tales como miradores y senderos para cabalgatas y caminatas.
Además, propone la construcción de refugios para que las personas se guarezcan en caso de una explosión freática, que son las menos predecibles. Este tipo de construcción existe en otros países, por ejemplo, en Japón e Italia.
También debe haber información disponible para los visitantes.