Exploran sitio arqueológico Nuevo Corinto

En la temporada de campo en enero y febrero del 2015, un grupo de estudiantes de Antropología trabajaron en Nuevo Corinto bajo la dirección

En la temporada de campo en enero y febrero del 2015, un grupo de estudiantes de Antropología trabajaron en Nuevo Corinto bajo la dirección de las investigadoras y docentes Dra. Silvia Salgado y M.Sc. Ana Cristina Aguilar (foto Laura Rodríguez).

El sitio arqueológico Nuevo Corinto presenta un abanico de posibilidades para el desarrollo de la arqueología. Por eso, cada año los investigadores de la Universidad de Costa Rica (UCR) regresan con nuevas preguntas para continuar explorando este lugar.

Sobre la ruta 32, de San José a Limón, a menos de un kilómetro del cruce de Río Frío, se esconde un lugar de gran interés para los arqueólogos, que plantean nuevas preguntas y respuestas sobre la forma de vida de nuestros antepasados que habitaron esas tierras entre el 1500 a.n.e. y 1400 n.e.

El sitio, denominado Nuevo Corinto, está ubicado en una terraza entre los ríos Chirripó y Corinto, en el cantón de Pococí, en una finca propiedad de la familia Rojas Alvarado. El área estimada del sitio se calcula en 180 hectáreas.

Allí se han realizado trabajos de investigación arqueológica desde el 2007 y se desarrolla el proyecto interinstitucional Nuevo Corinto (L-72-NC): una aldea cacical, cuyo objetivo es entender el cambio social que ocurrió en este lugar, donde habitaron los indígenas por un período de aproximadamente 3000 años, y que condujo a la constitución de sociedades cacicales con diferencias sociales y políticas institucionalizadas.

TRABAJO DE CAMPO

Desde el 2010 se realizó la primera temporada de campo con estudiantes de la carrera de Antropología de la UCR, quienes con la guía de sus profesoras han descubierto los elementos arqueológicos, incluyendo estructuras arquitectónicas que allí existieron, y han comprendido mejor las actividades que desarrollaron los habitantes de esa región.

Aunque el sitio resultó afectado por el huaquerismo, las labores agrícolas y recientemente industriales, su complejidad y amplitud han permitido recuperar información valiosa para responder una serie de objetivos específicos que los investigadores se van ampliando en cada temporada de campo.

Entre ellos, se busca determinar la continuidad y densidad de la ocupación y su cronología, caracterizar la geomorfología y establecer cómo esto afectó el desarrollo del asentamiento, así como ubicar rasgos arquitectónicos monumentales y completar la información sobre el diseño arquitectónico y su complejidad.

Además, la presencia de artefactos de cerámica y piedra son fundamentales para determinar actividades domésticas y públicas en cada fase, identificar la presencia de artefactos de producción local especializada para ver cambios en la estructura socioeconómica, registrar los artefactos foráneos para medir la intensidad de las relaciones con otros pueblos y analizar la composición de los materiales para establecer de donde provenía la materia prima.

COMPLEJO ARQUITECTÓNICO

El sitio Nuevo Corinto posee un centro arquitectónico principal formado por montículos, plazas, drenajes, calzadas, un encierro y un basamento. No obstante, se presume que existen otras estructuras que se encuentran bajo un área de pastizales para la cría de ganado.

A partir del montículo principal se extienden dos brazos o muros que rodean una especie de plaza. Estos se conectan mediante un camino que lleva a otros montículos y finaliza en el río. La organización de estos elementos en el espacio permite establecer hipótesis de que este pudo ser un lugar público, en el que se reunían muchas personas para ceremonias u otro tipo de actividades sociales.

Para las investigadoras, también es importante conocer el modo constructivo, los materiales utilizados y la forma y altura del muro y del montículo principal, por lo que cuentan con la colaboración de la arquitecta y estudiante de la Maestría de Antropología, Kendra Gamboa Segura.

Hasta el momento, las excavaciones indican que existieron diferentes momentos de ocupación, pues se observan distintos estratos en el piso, compuestos por cenizas, carbones y otros de arcilla cocida. Según Gamboa, las líneas de carbón y ceniza en la base de los montículos y otras estructuras podrían ser una técnica constructiva que ayudaba a impermeabilizar la base de la estructura.

De acuerdo con estas evidencias, la M.Sc. Ana Cristina Aguilar Vega calcula que los habitantes se establecieron allí entre los años 3000 y 1500 a.C. y que luego se generó un desarrollo que condujo a que en el sitio se fuera concentrando la población.

Por su parte, la Dra. Silvia Salgado González agregó que esas poblaciones se fueron reuniendo y al final construyeron la arquitectura que se observa actualmente en la zona más elevada del sitio, durante el período comprendido entre el 700 al 1000 d.C. Además, señaló que existen indicios de arquitectura que pudo construirse en su forma inicial a partir del 300 a.C.

PERSPECTIVAS

Para las investigadoras, el sitio ofrece mucho potencial para entender el desarrollo de estructuras cacicales, un proceso que parece haber ocurrido en diferentes tiempos en varias regiones del Caribe y la parte oriental del Valle Central.

Al comparar estas evidencias con las que se han obtenido en otro proyecto que la UCR lleva a cabo en el sitio arqueológico Guayabo, en Turrialba, se deduce que las construcciones de Nuevo Corinto son de un período más temprano, según detalló Salgado.

El desarrollo y los resultados de los proyectos en Nuevo Corinto, en Las Mercedes y en Guayabo ofrecen una posibilidad de evaluar a largo plazo los desarrollos de sociedades cacicales costarricenses en zonas relativamente cercanas, sus momentos históricos, particularidades, diferencias y similitudes.


Artefactos

En el sitio Nuevo Corinto se han hallado materiales de uso doméstico, como metates, lascas de piedra que servían para hacer cuchillos y una cantidad importante de fragmentos cerámicos.

La mayoría de las producciones cerámicas que se hallaron en este sitio se caracterizan por tener rasgos formales y decorativos propios, lo que da una base para proponer la existencia de una producción local muy particular, con características poco documentadas en otros sitios de la región.

Por eso, durante el trabajo de campo los estudiantes examinan cada cubeta de tierra que se extrae en las excavaciones, pues allí se encuentran gran cantidad de materiales como fragmentos y figuras cerámicas.


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