La familia Morales: Músicos por tradición, del antropólogo Roberto Le Franc Ureña, acerca a los lectores a la historia de los músicos y compositores de esta talentosa familia y a su aporte al acervo musical del país. La obra permite conocer el desarrollo artístico y social de Costa Rica en el siglo XIX y la primera mitad del XX.
Le Franc es descendiente directo de esta prolífera familia de músicos costarricenses; nieto de Esperanza Morales Lizano y Jorge Ureña Mora. Su pasión por el arte y la cultura lo llevaron a desempeñarse como director del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes de 1984 a 1990.
Investigador inquieto, le atraía el tema de la religiosidad popular. En el año 2002, realizaba una indagación sobre la devoción al Dulce Nombre de Jesús, en la Iglesia del Carmen, en San José, y en medio de la investigación encontró publicaciones en diferentes periódicos de la época sobre los músicos Morales.
Sin embargo, sus fuentes primarias de información sobre estos músicos fueron las anécdotas y recuerdos de su abuela y de su madre, Hilda Ureña Morales. Su abuela Esperanza le narraba historias sobre su padre, su abuelo y sus tíos, quienes se destacaron como músicos y compositores de valses, mazurcas, zarzuelas, paso dobles, marchas militares, himnos, marchas fúnebres, música religiosa, música para piano y polcas.Esos relatos de la abuela se fueron juntando en la cabeza de Le Franc y decidió, en 1966, recopilarlos de mejor manera por medio de entrevistas a su abuela; así empezó a formar un archivo de datos relevantes sobre la familia Morales y sus músicos.
EMPIEZA LA BÚSQUEDA
En el 2001, motivado por las historias de su abuela y su madre, el antropólogo se avocó a investigar de manera sistemática a este grupo de músicos costarricenses.
Emprendió entonces su tarea de sistematizar la información recopilada años atrás y complementarla con hallazgos relevantes en diferentes fuentes formales.
De este modo, dedicó años a la revisión de documentos y la lectura de periódicos de finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX en la Biblioteca Nacional, entre estos La República, La Nueva Era, La Patria, Diario de Costa Rica, La Nación, El Ferrocarril, y La Gaceta Oficial de Costa Rica, los cuales le aportaron datos precisos a la investigación.
Aunado a ello, su búsqueda lo sumergió en cientos de documentos antiguos existentes en las bibliotecas de la Corte Suprema de Justicia y la Asamblea Legislativa. Consultó también al Archivo Eclesiástico, en el cual pudo estudiar actas de matrimonios, de bautizos y de defunciones en San José y Heredia, lo que le posibilitó, por medio de la técnica de la genealogía, armar el árbol genealógico de cinco generaciones de la familia Morales.
Con su investigación, recorrió los caminos de la música en la sociedad costarricense de finales del XIX y la primera mitad del XX, así como la historia de las bandas militares, a las cuales estuvo íntimamente ligado el aporte musical de los Morales.
Le Franc consagró horas a consultar obras sobre el tema; así navegó por las páginas de importantes trabajos de Pompilio Segura, María Clara Vargas Cullel, Carlos Meléndez Chaverri, José Daniel Zúñiga y Virginia Zúñiga Tristán, entre otros.
Documentos de la Fundación Amigos del Teatro Nacional, del archivo personal del historiador Lic. Carlos Meléndez Chaverri; las revistas Notas y Letras, Revista Musical, Eco Católico, Repertorio Americano; así como entrevistas personales con Wilbert Alpírez y María Clara Vargas Cullel, complementaron la fase investigativa.
LAS BANDAS MILITARES
Luego de ocho años de recolección y análisis de datos en torno a la familia Morales, vio la luz el libro de Le Franc, que inicia con una reseña sobre el papel que jugaron las bandas militares en la Costa Rica de los siglos XIX y XX, las cuales estuvieron inicialmente circunscritas a eventos religiosos relevantes.
Con el paso del tiempo, estas bandas provinciales encontraron verdadero apoyo al incluírselas como parte del ejército costarricense, con lo cual contaban con presupuesto de la Secretaría de Guerra y Marina.
La misión encomendada a las bandas militares -según afirma Le Franc en el libro-, fue la de educar y cultivar músicos, fungir como escuelas de música e instituciones encargadas de aportar diversión y esparcimiento popular y de dar mayor conocimiento y mejorar la apreciación de la música entre el pueblo. Los Morales fueron piedra angular para el cumplimiento de estos objetivos.
Dentro de ese contexto de las bandas militares se desarrolla la historia de la familia Morales. Todo comenzó con Juan Evangelista Morales Avellán, nacido en Rivas, Nicaragua, hijo del reconocido músico nicaragüense Cruz Morales. Juan Evangelista fue el padre del connotado músico costarricense y autor del himno nacional, Manuel María Gutiérrez, hijo no reconocido.
La Banda de San José fue el primer hogar de Juan Evangelista en 1835 como tambor mayor y maestro, además fue su director de 1835 a 1844. Estuvo también al frente de las bandas de Liberia y Cartago, participó como director de la banda militar durante la gesta contra los filibusteros de 1856. Durante 38 años sirvió en las bandas militares en la formación de los cimientos de la música marcial en Costa Rica.
La génesis del talento musical de los Morales comenzó con Juan Evangelista y de él en adelante la obra de Le Franc hace un recorrido por su descendencia y aportes desde finales del siglo XIX.
Los primeros destacados en esta descendencia fueron sus hijos, Gordiano y Juan Evangelista, y luego sus descendientes directos: Octavio, Alfredo y María Luisa, autora del himno del Colegio Nuestra Señora de Sión. El libro concluye con una semblanza de Manuel María Gutiérrez, personaje muy importante en la vida de las personas reseñadas.
El investigador afirma en su libro que esas generaciones de los Morales fueron excelentes músicos y compositores, lo cual es poco común en los anales de la historia musical costarricense. Sin embargo, no se ha reconocido su importancia y trascendencia en la historia de la música del país.
La obra musical de la familia Morales merece ser rescatada, promocionada y valorada, como una forma de rendir un justo y digno homenaje a quienes dieron lo mejor de sí en pro de la cultura nacional, sostiene Le Franc.
El libro fue publicado por la Editorial de la Universidad de Costa Rica y la Escuela de Artes Musicales.