Las primeras mujeres en la UCR

El libro constituye un aporte para los estudios de género, los orígenes de la UCR y la inserción de las mujeres en la educación

El libro constituye un aporte para los estudios de género, los orígenes de la UCR y la inserción de las mujeres en la educación universitaria costarricense.

Las implicaciones en torno a la creación de la Universidad de Costa Rica (UCR) y el papel de la mujer como personaje particular en su quehacer y misión son aspectos abordados en dos investigaciones de la Dra. Teresita Cordero Cordero, del Instituto de Investigación en Educación (INIE) de esta universidad.

La investigadora llevó a cabo dos estudios entre los años 2006 y 2011 sobre la participación de las mujeres en la UCR, con lo cual abrió la oportunidad de conocer una época de la historia relativamente reciente.

Ambas investigaciones fueron reunidas en el libro Mujeres transformando mandatos sociales. Universidad de Costa Rica 1940-1959. La Dra. Alicia Vargas Porras, directora del INIE, escribió el prólogo de esta obra y señala que la investigadora logró hacer “una relectura de la educación universitaria femenina, al desmitificar el discurso patriarcal hegemónico que limitaba los intereses de la mujer al matrimonio, el hogar y el apoyo a sus hijos”.

UN ECO DE VOCES FEMENINAS

Con el afán de comprender el proceso vivido por las primeras mujeres universitarias, Cordero investigó en varias fuentes la presencia de ellas en la universidad y las relaciones de género que imperaban en esa época.

El libro recoge los relatos sobre la vida de 12 mujeres que estudiaron y se graduaron en la UCR, durante las décadas de los años 1940 y 1950. Seis de ellas estudiaron carreras relacionadas con Educación y la otra mitad Química, Ingeniería Civil, Microbiología, Derecho, Filosofía y Letras.

Sus vívidos relatos hablan de una sociedad costarricense patriarcal y capitalista. Describen un mundo de rupturas, subordinaciones y negociaciones:

“Yo recuerdo que yo hice todas las vueltas sola, sola, me fui para San José. Había que sacar un carné de salud…”; “una se sentía muy importante en la Facultad de Derecho y en cualquier facultad, ya entrando una a la UCR, a estudiar su carrera, su medio de vida…”; “yo le dije a mamá yo me voy a conseguir una beca, porque yo sabía que papá no iba a mandarme afuera, más que era mujer, porque la ley eran los hombres”.

“Se abrió la Escuela de Química, por lo menos mi papá casi se muere cuando le dije que iba a estudiar Química, se suponía que las mujeres no podíamos entrar a esas carreras, así es que sí había discriminación”; “los profesores tenían la idea de que la mujer entraba a la universidad a buscar novio porque era raro ver mujeres que quieran estudiar.”

Estos son algunos de los relatos de las mujeres provenientes de diferentes clases sociales, tanto de la ciudad como de zonas rurales, quienes coincidieron e interactuaron en el mismo espacio educativo.

Pero también sus narraciones se refieren a los obstáculos que ellas encontraron al asumir roles profesionales junto a los asignados por su condición de mujeres. En ese sentido, rememoran sus experiencias en el mundo laboral, durante y después de su paso por la Universidad, así como sus logros profesionales y personales.

La Dra. Cordero destaca que el nombre del libro es un reconocimiento al papel de las primeras mujeres que estudiaron en la UCR, porque “a pesar de las circunstancias que les tocó vivir, resistieron, cedieron o postergaron, pero no claudicaron sus sueños por ser profesionales involucradas en la vida social, cultural y política del país”.

AULAS DE DECISIÓN Y ESPERANZA

La investigación de Cordero partió del interés por conocer la dinámica vivida por las mujeres que ingresaron a la UCR en los años 40 y 50, por ser un momento en el cual se consolidaron las bases de lo que es hoy esta casa de estudios de educación superior; además, fue un período histórico complejo y fundamental para la sociedad costarricense.

Según Cordero, el tema se enmarca dentro de un campo investigativo poco explorado, como es el estudio de la UCR como una de las instituciones más significativas de la vida nacional, por un lado, y por el otro la comprensión de las relaciones de género y de los procesos socio-históricos con el fin de desmitificar y construir los discursos hegemónicos de género.

En la investigación se concluye que la UCR nació como una instancia compuesta por colectivos colegiados y con identidades particulares, lo cual generó un proceso de integración, un respeto por la diversidad y una búsqueda por la autonomía. Ello contribuyó a la formación de los profesionales que las entidades gubernamentales requerían y con sus aportes a las discusiones de temas de interés nacional.

La investigadora también señaló que la participación de las mujeres y de los hombres respondió a la identidad y a la hegemonía de las escuelas que integraban la UCR en ese momento. Asimismo, la escogencia de carrera estuvo influida por los estereotipos de género, de manera tal que la presencia de las mujeres se vinculó con la docencia, las bellas artes y la salud.

No obstante, la Universidad fue el medio para el desarrollo personal y profesional de las mujeres, pues el acceso al conocimiento, la dinámica de las relaciones sociales en que se vieron envueltas y los aprendizajes obtenidos fueron recursos que las fortalecieron y ayudaron a instaurar prácticas sociales alternativas en medio de las tradicionales.

La universidad también abrió el espacio a las mujeres para su incursión en la política estudiantil. La investigación de Cordero destaca que la Semana Universitaria se convirtió en una posibilidad para la mujer de aparecer en público y ser visible en la política interna y en el escenario nacional, por medio de las publicaciones del Diario de Costa Rica que “reflejaban los ideales de la época y las contradicciones frente a las ideas, perspectivas y metas de las mujeres”.

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