Con el fin de dotar a los agricultores de Guanacaste de paquetes tecnológicos para la producción de frutas que les ayude a mejorar su condición socioeconómica, la Universidad de Costa Rica desarrolla un reservorio de materiales de alta calidad de frutales exóticos y tradicionales, como cítricos y mango en la Finca Experimental de Santa Cruz.
La guinda y el tucuico, son dos de las frutas exóticas nacionales que se cultivan en la Finca Experimental de Santa Cruz con el fin de analizar su potencial para el mercado guanacasteco. (Foto R. Marín
Según explicó el Ing. Miguel Musmanni, desde 1996 trabaja junto con el Ing. Vidal Vega en la formación de tres bancos de germoplasma de estos frutales que tienen un amplio potencial económico para la región, donde se experimentan nuevas técnicas de adaptación, reproducción y validación.
En una porción de las 80 hectáreas de esta finca, ubicada en el barrio Limón de Santa Cruz, existe actualmente una colección de frutales exóticos, con un promedio de cuatro árboles por cada especie, entre las que se encuentran frutas nativas como el nance, el tucuico, la guaba, la guinda, el jocote tronador, el trompillo y el canistel.
Asimismo, se cuenta con ejemplares de guanábana, jaca o fruta de mono, mamey, cas brasileño, seso vegetal, manzana de agua, mimbro, arazá, imbé, uvalhau, pitanga brasileña, jaboticaba, níspero japonés, mangostán, carambola, manzana rosa, grumichama, yuplón, mabolo, cacao criollo, fruta de pan, sirrí y pitahaya.
Musmanni afirmó que una de las frutas que llama más la atención es la guinda costarricense (familia del melocotón), que crece en las orillas de la carretera entre Puntarenas y Guanacaste y es un poco más grande que una cereza. De esa especie, en Santa Cruz hay una variedad muy dulce, otra ácida y una que da grandes cantidades de frutos.
También tiene potencial el tucuico, una fruta silvestre de color morado, que crece en ramos, por lo general en las orillas de los ríos en zonas del Valle Central como Santa Ana, Turrúcares, Puriscal, Turrubares y el Pacífico Seco. Es muy apetecida por los venados, las aves y las ardillas, y a juicio de Musmanni, valdría la pena cultivarlas en plantación para el consumo humano.
El trompillo, fruta originaria de Santa Ana, estaba casi extinta, pero ahora se cosecha en el verano. Es especialmente promisoria para la elaboración de refrescos, ya que da un sabor similar al jugo de uva y a la mora.
El frutal de más reciente introducción en este reservorio es la pitahaya, de la que se cuenta con 18 cepas y que se cultiva utilizando estañones y llantas viejas con materia orgánica, un sistema recomendado y probado por un agricultor de Limonal de Abangares.
Esta forma de cultivo no solo permite reciclar algunos materiales de desecho que son contaminantes para el ambiente, sino también recolectar fácilmente los frutos, ya que se trata de una planta trepadora con espinas.
Este producto en especial ya está siendo explotado comercialmente en Nicaragua, donde se cultivan más de 600 hectáreas, y en Colombia donde se tienen 1.200 hectáreas en producción y se vende sobre todo a Europa y Japón. Allí es muy codiciado por sus propiedades para limpiar órganos vitales como el hígado, el páncreas, los riñones y el intestino.
A juicio del Ing. Musmanni, esta sería una buena alternativa para los productores de Guanacaste y del resto del país, ya que la pitahaya crece bien a nivel del mar y hasta los 1.800 metros de elevación.
CÍTRICOS
El segundo banco de germoplasma es el de cítricos, compuesto por cuatro ejemplares de 37 introducciones, entre los que hay limones ácidos como mesina, «criollo pequeño», rangpur, «criollo alargado», berdelly, «criollo redondo», temple y meyer.
Además hay medicinales como la lima dulce, cuyo jugo alivia la reacción de los pacientes con cáncer que reciben quimioterapia, el limón dulce, la sidra, la naranja agria, y mandarinas como la ortanique, mediterráneo, semilluda, ugly fruit, zatzuma y monseñor de la torre.
Finalmente están las naranjas dulces como washington, valencia nuclear, hamlin, pearson brown, malagueña, «criolla las palomas», «achatada», jaifa, pineapple, mineola, orlando y valencia roja; la toronja paloma; y los pomelos trompson pink, glen red y siames.
El tercer reservorio, entretanto, es una plantación donde crecen aproximadamente 94 árboles de mango, con variedades como la tommy atkins, haden amarilla, palmer, irwin, fairchild y jamaica.
Para verificar el potencial tanto de frutales exóticos, como de cítricos y mango, en términos generales, todos los ejemplares han sido evaluados periódicamente cada 60 ó 90 días, midiendo su grado de adaptación y crecimiento, mediante la observación de su altura, diámetro, días de floración, días de fructificación e incidencia de plagas y enfermedades.
Igualmente se han fertilizado mediante el uso de fórmulas químicas completas y material orgánico; se han combatido las plagas y enfermedades con agroquímicos especiales y con podas sanitarias, y el corte de frutos enfermos en el caso de cítricos y mango. Las malezas por su parte se han combatido mediante la chapia mecanizada, y se ha utilizado la aplicación de herbicidas, para realizar el control de las malas hierbas bajo la sombra del árbol.
A corto plazo, el objetivo es contar con semillas certificadas o yemas de buena calidad, en el caso de cítricos y mango, para dotar a los campesinos de material limpio, a un bajo costo.
Esto les permitiría rehabilitar la gran cantidad de tierra baldía que existe en Guanacaste, producto del abandono de algunos cultivos tradicionales de la zona, como el ajonjolí y el algodón, que hace 30 ó 40 años eran promisorios y sustentaban a muchas familias y las pérdidas sufridas por productores con la ganadería.
Por otra parte, se busca aprovechar el potencial que existe sobre todo para las frutas exóticas en un mercado tan rico en turismo como el de Santa Cruz y el resto de la provincia, al que se le podría ofrecer un producto más variado, a un menor costo -por no tener que transportarse desde la capital- y durante todo el año.
OTRAS ALTERNATIVAS
Paralelo al desarrollo de estos reservorios, la Finca Experimental de Santa Cruz inició recientemente un estudio de adaptabilidad de árboles maderables de todo el país, que contará con un arboletum de hectárea y media, que pretende rescatar como mínimo 50 especies de árboles maderables autóctonos.
Entre las 15 especies que ya se analizan, están el gallinazo del Pacífico, que es un árbol de madera blanca y el de más rápido crecimiento por año en Costa Rica y que puede ser utilizado para formaleta o palillos de fósforo.
Además, ya se han introducido ejemplares de cenízaro, cristóbal, caoba, guachipelín, almendro de San Carlos -que es el que come la lapa verde-, cedro amargo, guapinol, cortés amarillo, cachimbo, cocobolo, roble coral, guanacaste y laurel, de los que se obtendrá semilla sexual para la siembra.
Lo que se busca es que quienes deseen cultivar árboles forestales no se definan solo por especies exóticas más comunes como la teca, la melina, el eucalipto y el ciprés, que aunque son de más rápido crecimiento, no son maderas tan preciosas como las nuestras. Asimismo, se propicia la importancia de cultivar ejemplares como el bijarro, el tucuico y el almendro de San Carlos, que atraen avifauna.
Otro proyecto es el que desarrolla actualmente el Ing. Vidal Vega en los colegios agropecuarios de la zona, para que cuenten con su propio jardín de plantas medicinales. Este contempla la reproducción de materiales en la Finca Experimental de Santa Cruz y la asesoría a profesores y estudiantes.