CASOLVIDOS

En formato de casi preguión, este décimo artículo de los once que componen la serie ‘Casiolvidos de un ocioso espectador’ se refiere a la

En formato de casi preguión, este décimo artículo de los once que componen la serie ‘Casiolvidos de un ocioso espectador’ se refiere a la salvación y clasificación de afiches, álbumes personales, diseños, fotos, libretos, maquetas, programas de mano, vídeos y

demás paratextos que alumbra y continúa alumbrando la infatigable faena del país.)

 

Antecedentes de la ‘Memoria de las Artes Escénicas de Costa Rica’, proyecto en buenas manos (las de Carlos Schmidt, por ejemplo)

 

Éramos prójimos que de algún modo nos enteramos, cada quien por su lado, de una idea que había llamado nuestra atención. Eso fue hace un par de años. Pactamos una entrevista.

 

Él llevaría un sombrero y yo, una chaqueta de mezclilla. ¡Bang, bang! Así nos reconocimos en el piso alto de los cines de un centro comercial josefino, mientras

urdíamos un “eastern” urbano.

 

Cuando nos aproximamos, por fin, me di cuenta que era Carlos Schmidt *, el de la sabia fantasía (un joven profesional de la generación de mis hijos), escenógrafo, propietario además de un gimnasio en Escazú y, sobre todo, dueño de un ambicioso y minucioso plan referido a la preservación del patrimonio cultural atinente a todos los materiales (especie en vías de extinción si no se interviene a tiempo) que ha producido y produce el teatro del país y sus actividades afines.

 

Charlamos alrededor de un cafecito en el único local silencioso a un costado de la Fuente de la Hispanidad.

Aunque algunos meses estuve pastoreando, con varios colegas, la ilusión de un centro de documentación y acopio **, luego de la entrevista quedé convencido tanto de las virtudes del programa que detalló el arquitecto Schmidt como de su capacidad de líder.

 

Retorno a la ficción de “El hombre del sombrero y el de la chaqueta de mezclilla”: ¿Para qué asaltar cada quien por su lado el banco vecino? Mejor, era ponernos de acuerdo y dejar que el más decidido ejecute la operación. Y así lo hicimos refugiándonos a manera de santo y seña en la lengua cabécar, de la cual Carlos ha rescatado el sintagma que terminó convirtiéndose en una entidad singular, la fundación “Tsákú Na” (“sacuná”, suena en indocastellano, refiriéndose a ‘lo que está en la cabeza’, libre del olvido) para membretar su horizonte siempre móvil y siempre conquistable, y su táctica y su estrategia concebida en tres acordes:

 

I.- Opción de investigación del contexto para establecer el respectivo marco y eje jurídicos, y la posible búsqueda de una donación adecuada para construir un edificio idóneo.

 

II.- Opción de recuperación de todo lo que constituya un “espectáculo” para que, dentro de ciertas coordenadas sea incluido primero en un inventario horizontal y luego deba fluir rumbo a la constitución de un entramado de enlaces y servicios físicos y virtuales.

 

III.- Opción de conversión pedagógica para que al capitalizarse la tradición sin fetichizarla, la comunidad artística y sus miembros se apoyen en ese plural devenir de afinamiento estilístico y consistencia ideológica.

 

Mi interlocutor se ha encajado el sombrero hasta sus ojos. Yo, ajusto un revólver imaginario en uno de los bordes de mi chamarra.

– ¡Huyamos!, decimos a coro.

– ¿Sin pagar, nos preguntamos?

A nuestras espaldas suena el ¡bang! ¡bang! Infatigable en todo “eastern” mientras ascienden los créditos del filme buscando el clásico “The End”. ***

 

DATOS

 

* Arq. Carlos Alberto Schmidt Fonseca, creador y ejecutor de ‘Memoria de las artes escénicas de Costa Rica’: [email protected]

** www.sergioroman.com / bitácoras 121 y 124

*** Las tres líneas de fuerza de la agenda han ido tomando estructura y sustancia. Incluso, por información reciente proporcionada por el actor Tobías Ovares, miembro del Consejo Editor de la revista de la Memoria Escénica: ‘PROpuesta’ (diseño de Mariela Richmond con la asistencia de Esteban Astorga), durante este mes de octubre circulará su primer número acariciado por un nombre feliz que ejecuta un ágil juego semántico pues integra el sustantivo del título, el infinitivo ‘proponer’, y la sílaba ‘PRO’, preposición que denota el hecho de estar a favor de algo, intención que enfatizada con sus mayúsculas unidas directamente a las minúsculas del vocablo ‘puesta’ (o representación en las tablas), esgrime con una sola flecha, el quehacer crítico y creativo del oficio y la arena innumerable de sus variaciones.

 

CR, artículo del 2010 actualizado, para ‘Forja’, este

2012

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