“En nombre de quienes viven en un país ajeno (las casas y las fábricas y los comercios y las calles y las ciudades y los pueblos y los ríos y los lagos y los volcanes son siempre de otros y por eso está allí siempre la policía y la guardia cuidándolos contra nosotros). En nombre de quienes lo único que tienen es hambre explotación enfermedades sed de justicia y de agua persecuciones condenas soledad abandono opresión muerte. Yo acuso a la propiedad privada de privarnos de todo”.
El contenido y el vigor de la poesía de Roque Dalton (1935-1975) no han perdido actualidad en el 80 aniversario de su nacimiento y a las cuatro décadas de su muerte. El poeta, periodista, ensayista y militante comunista salvadoreño fue ejecutado por sus compañeros de guerrilla (del Ejército Revolucionario del Pueblo) en circunstancias nunca aclaradas del todo. Condenado a muerte por las dictaduras de El Salvador, logró librarse en dos ocasiones de la ejecución. Se exilió a México, Praga y Cuba, donde escribió buena parte de su obra con apoyo del gobierno revolucionario. Un poeta militante y hereje en el que se fundieron vida y obra.
En diferentes ciudades del estado español se presenta en mayo el documental Roque Dalton. ¡Fusilemos la noche!, dirigido por la realizadora austriaca Tina Leisch en 2013. La introducción del documental resume los grandes trazos de la biografía del revolucionario salvadoreño: “su vida, una novela de aventuras; su poesía, la explosión de chispas entre utopía política y entusiasmo, entre convicción revolucionaria y obsesión por las herejía”.
En Poema de amor Roque Dalton termina ponderando a “los arrimados, los mendigos, los marihuaneros, los guanacos hijos de la gran puta, los que apenitas pudieron regresar, los que tuvieron un poco más de suerte, los eternos indocumentados, los hacelotodo, los vendelotodo, los comelotodo, los primeros en sacar el cuchillo, los tristes más tristes del mundo, mis compatriotas, mis hermanos”.
En un homenaje al poeta organizado por Amnistía Internacional en la Universitat de València, Tina Leisch ha afirmado que para la izquierda ha sido difícil durante mucho tiempo hablar de Roque Dalton, “porque ello suponía reconocer errores en las organizaciones guerrilleras”. En el audiovisual de 86 minutos producido en Austria, El Salvador y Cuba, el escritor Eduardo Galeano no tenía reparos en señalar responsabilidades: “A Roque no le mataron sus enemigos, sino sus compañeros de un tiro, durante la tregua de un debate en el grupo guerrillero que él integraba; lo mataron para castigar la discrepancia”.
El problema, según la realizadora, es que la muerte del revolucionario salvadoreño (sobre todo las circunstancias en que se produjo) “ocultó en buena medida su obra”. Recuerda cómo en la presentación del documental (en mayo de 2013 en El Salvador), los medios de comunicación se centraron en las opiniones de los testigos de la muerte de Dalton, aunque no supongan más de cinco minutos de la película (el resto lo integran testimonios sobre la biografía y la obra del poeta). “Hoy todavía no está publicada toda las obra poética, política, ensayística y periodística de Roque Dalton”.
El poeta hizo uso de los guanaquismos (dialectos salvadoreños), arremetió contra la cultura pop globalizada, criticó las derivas dogmáticas de los partidos comunistas tradicionales y, todo ello, con un sentido del humor bien afilado. Además, “Roque Dalton milita dentro de su obra”, puntualiza la directora austriaca. Opta por la revolución y la batalla contra las injusticias, “asumiendo la necesidad de integrarse en la lucha armada; en Austria muchos intelectuales se limitan actualmente a firmar manifiestos”, agrega. El poeta salvadoreño se planteó, en los primeros años 70, si enrolarse en el sandinismo o en la guerrilla guatemalteca. Finalmente militó en el ERP de El Salvador.
Tina Leisch indica las razones por las que han de leerse hoy los textos de Dalton: la belleza de su poesía y también su función de herramienta para la lucha. “Es un artista, pero sobre todo es un revolucionario, también en sus métodos artísticos: rompe con los esquemas tradicionales de la literatura y de la política de su tiempo”. De hecho, en Praga criticó a la URSS pero hizo lo mismo con la ortodoxia comunista checoslovaca; “chocó además con la rigidez de los PC cubano y salvadoreño”, afirma la directora. ¿A qué responde esta actitud? “Tiene que ver con el espíritu del artista acostumbrado a pensar libremente y rechazar la imposición de reglas”.
El poeta y periodista no sólo se armaba para sus textos de ironía y humor acerado, sino que –esta es otra de sus grandes aportaciones- recupera la sabiduría indígena precolombina. Indaga en periodos históricos específicamente latinoamericanos que pudieran asimilarse al comunismo o al socialismo, o sencillamente al pensamiento utópico. Según la realizadora, “esto es mucho más frecuente en Roque Dalton que el marxismo-leninismo de raíz europea”.
El profesor de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de El Salvador, José Luis Escamilla, coincide en que el poeta y ensayista fue olvidado “porque a finales de los 60-inicios de los 70 planteaba cosas diferentes a las que predicaba la disciplina partidaria”. De entrada, asume su transformación como sujeto antes que instar a que sus semejantes lo hagan, lo que le lleva a formular la crítica a partir de la autocrítica. Otra característica de este escritor revolucionario fue la lucha por su libertad individual frente a dogmas y restricciones. “Roque Dalton era un sujeto creativo, y la libertad y la creatividad caminan muy unidas”, resume el profesor de Literatura. Dalton fue, con Miguel Barnet, uno de los fundadores de la denominada “literatura testimonial”.
Pasó finalmente de “sujeto discursivo” (poeta, narrador, ensayista, periodista) a personaje para la ficción, sobre el que se escribieron documentales y novelas. “Aunque hay canallas que se han dedicado a criminalizar su figura”, matiza José Luis Escamilla. “Para una parte de la izquierda Roque Dalton continúa siendo una persona incómoda”. En cuanto a la calidad de su poesía, “tiene la capacidad de sorprender, como ocurre con los buenos poemas”, subraya el profesor. Además, el hecho de que aún se desconozca dónde se halla su cuerpo (desaparecido) alimenta la construcción del mito.
Escamilla señala que tal vez la parte de la obra de Roque Dalton que hoy más aporte sea la ensayística. En El intelectual y la sociedad (1969) aborda el rol del escritor-periodista en el proceso revolucionario. Dalton pide que el intelectual deje de hablar en el nombre del pueblo para ir con este, para acompañarlo. En cuanto a los artistas, la vigencia del poeta comunista reside en el compromiso con la libertad y la justicia antes que con proyectos dogmáticos. Otro elemento clave en la obra de Roque Dalton, según Escamilla, es la importancia que otorga a las luchas discursivas y culturales. “Cree enormemente en la creación de las condiciones subjetivas para la revolución”.
Sea como fuere, la historia conoció a varios Dalton, un autor polifacético. José Luis Escamilla distingue una primera etapa “amatoria” y “entusiasta de la revolución”, de la fase del poeta “canonizado”, cuando recibió el premio de Poesía Casa de las Américas y se consolidó como intelectual. La trayectoria política de este hombre de letras heterodoxo tampoco encaja en discursos planos. Sus años en Praga, según Escamilla, pueden considerarse como una especie de “exilio elegante” dentro de la izquierda. En La Habana afirma que es necesario un modelo de socialismo que mire más a América Latina que a China o a la URSS. Se inscribe el poeta, asimismo, en una tradición de lucha armada que contrasta con las opciones parlamentaristas del PC salvadoreño. “Tampoco habla mucho del Che Guevara, aunque asuma las tesis de creación de focos revolucionarios en América Latina”, concluye José Luis Escamilla.
Tomado de Rebelión
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