Una estela inextinguible

El 19 de marzo se cumplieron 20 años de la partida del gran poeta nicaragüense José Coronel Urtecho. Figura cimera de las letras centroamericanas.

El 19 de marzo se cumplieron 20 años de la partida del gran poeta nicaragüense José Coronel Urtecho. Figura cimera de las letras centroamericanas. Coronel revolucionó la poesía nicaragüense junto a figuras como Manolo y Pablo Antonio Cuadra, Joaquín Pasos, Carlos Martínez Rivas y Ernesto Cardenal. Hemos querido dedicarle este número del suplemento en el cual incluimos textos del poeta nicaragüense Luis Rocha, del costarricense Adriano de San Martín y un sentido artículo de Álvaro Rojas Salazar, además de algunos textos y extractos de obras de ese grande y legendario autor que fue Coronel Urtecho.

El miércoles 19 de marzo, día de San José, se cumplieron 20 años de lo que sería más apropiado calificar como de exhalación, que de fallecimiento de José Coronel Urtecho, “liróforo celeste”, “torre de Dios”, mago de la poesía, Capitán del Movimiento de Vanguardia y “siempre vanguardista” como se proclamó ante la crítica guatemalteca Lucrecia Méndez. El título que le he puesto a este artículo –para que nadie lo olvide nunca, más que para recordarlo sólo hoy− tiene los dos significados de “estela”: el de estrella, y el de cuerpo siempre en movimiento. Y “siempre” es algo que no se extingue, pues siempre seguirá siendo un necesario punto de referencia en la cultura nacional, y por ende en la literatura universal. Culto, lector infatigable, crítico que crea y recrea, traductor de primera categoría, prosista originalísimo como lo demuestra, en Rápido tránsito, para mencionar la más significativa de sus obras en prosa, arte narrativo que se extiende a sus Reflexiones sobre la Historia de Nicaragua, donde “conversa” sobre nuestra historia y la transforma en una cautivante conversación, don, el de conversar, en el que fue un constante movimiento de la genialidad.

Este gran escritor y conversador polifacético nació en Granada, el 28 de febrero de 1906, y murió en la finca Verdún, en el fronterizo poblado de “Los Chiles”, Costa Rica, el 19 de marzo de 1994, a los 88 años. Casi tres años antes, el 7 de agosto de 1991, había muerto María Kautz Gross, su mujer “roja como una leona”, “La cazadora” de sus sonetos y poemas “uxóricos” –apología sublime de la pareja humana− , y eterna compañera, inspiración y razón principal de su vida. Con la muerte de ella, en cierto sentido ese 7 de agosto, terminó también la vida del poeta Coronel, pues a partir de aquel momento se dejó llevar por su ausencia, hacia un misterioso e inminente reencuentro. Ambos descansan –es un decir− en el cementerio de “Los Chiles”, en Costa Rica. Y digo que decir descansan es un decir, porque  ambos, juntos, fueron incansables, como me imagino que lo seguirán siendo.

Al poeta José Coronel Urtecho, ya enfermo con un cáncer de nariz irreversible, lo iba a ver casi una vez al mes junto con su hijo Carlos y su esposa Jean, siendo la última en 1994, cuando el 28 de febrero le celebramos sus 88 años, noche en que podría asegurar decidió irse, o sea introducirse en el raudal o torbellino de aguas que lo conduciría, tan solo diecinueve días después, por un río que va hasta el fin, que es como decir al principio del río, porque para mí el río San Juan siempre corrió y corre vital y literariamente en José Coronel Urtecho.

“En un lugar de soledad casi sagrada”, en San Francisco del Río, escribió su célebre Rápido tránsito, publicado en 1953, y dedicado por supuesto a su María Kautz al igual que su extraordinario libro de poemas Pol-la d’ananta katanta paranta (1993). Entre 1962 y 1967, escribió en la finca “Las Brisas” sus Reflexiones sobre la Historia de Nicaragua, que fueron reeditadas en el 2001. Ahora que nuestro país necesita con urgencia un “equilibrio” que nos salve del precipicio, vale la pena la relectura de estas “Reflexiones”. Dice Coronel:

“Tal vez la historia de Nicaragua sea en definitiva una confusa lucha por encontrar un equilibrio que aún no sabemos dónde se encuentra ni en qué consiste. En otro tiempo existió un equilibrio. No se puede negar que se perdió a raíz de la independencia. En el futuro puede encontrarse otro equilibrio diferente. Algunos piensan que la lucha es cada vez más clara. En el pasado ha sido sumamente dura. Pero la resistencia del pueblo de Nicaragua es increíble. Reflexionar sobre su historia es siempre interesante, porque nunca se pierde la esperanza”.

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