La administración del consumo de acuerdo con las capacidades y necesidades parece definir a la clase media, al menos hasta hace poco, como el grupo social más estable. Estudiar ese grupo es imprescindible para intentar comprender y analizar algunos procesos de cambio acelerados que enfrenta la sociedad contemporánea. El aporte de este ensayo de George I. García que analiza Álvaro Rojas Salazar, es muy valioso y, desde ya, casi de consulta obligatoria.
La formación de la clase media en Costa Rica.
Economía, sociabilidades y discursos políticos
(1890-1950)
George I García
Ensayo
Editorial Arlequín
2014
No resulta extraño que un historiador costarricense se interese por la formación de la clase media en Costa Rica, el país se considera a sí mismo así, como país de clase media. De igual forma, para citar algunos datos, el partido que gobierna en estos momentos se alimentó en las pasadas elecciones de estos grupos sociales, el Presidente de la República y muchos de sus principales colaboradores provienen de estos sectores. Asimismo, en los últimos años, frente a la andanada neoliberal de odio irracional y voracidad frente y contra las instituciones del Estado, algunas agrupaciones políticas que se oponen a esta forma de ver las cosas, han vuelto su mirada hacia la década de los setenta del siglo anterior, donde se considera que estuvo la edad de oro de la clase media, miran esos años con nostalgia frente a la pauperización de la actualidad. Los neoliberales criollos han repetido hasta la saciedad que ese modelo se agotó, añorando e impulsando por su parte sospechosas modificaciones estatales y nuevas formas de vincularse al mercado globalizado, que no parecen haber dado muy buenos resultados para la mayor parte de la población. Ya llevan treinta años con esta canción, sus profetas envejecen.
El historiador que ocupa nuestra atención, estudia la formación de esos grupos sociales, las clases medias, sus mitos, sus discursos, las ideologías que los acompañan y las condiciones materiales que permitieron su nacimiento y su desarrollo entre 1890 y 1950.
“La sociedad en la cual surgieron y se desarrollaron esas clases medias, empero, tuvo poco que ver, para la mayoría de la población, con una edad de oro; el hecho de que hoy algunos sectores sociales del país añoren la movilidad social ascendente promovida por ese modelo nos dice mucho sobre la precariedad de las actuales condiciones socioeconómicas de Costa Rica, así como de las expectativas que genera”.
El autor del libro es George I. García, quien es un filósofo marxista y además es mucho más que eso, aunque decir esto no sea poco en los tiempos que corren tan cargados de dogmatismos y de falta de seso en ambos extremos del espectro ideológico costarricense, tan marcado por la avidez y por el resentimiento, por el oportunismo y por el consenso entre sectarios, entre cofrades.
García hizo su tesis en filosofía en la Universidad de Costa Rica sobre Henri Lefebvre y la cotidianidad moderna, cuando ese trabajo salió en libro lo tituló Las sombras de la modernidad y ganó el premio Jorge Volio de ensayo en filosofía en el año 2001. También hizo una maestría en historia en esta misma Universidad, su tesis se tituló La formación de la clase media en Costa Rica. Economía, sociabilidades y discursos políticos (1890-1950), cuando salió en libro, bajo el sello editorial de Arlequín, ganó el premio nacional de ensayo en historia en el año 2014 y es el libro que comentamos. Para el historiador David Díaz, García escribe con este texto “la mejor interpretación marxista de la historia de Costa Rica que existe hasta ahora.”
Su formación filosófica enriquece su estudio de la historia de las clases medias en nuestro país, su libro aporta un enfoque que por sí mismo es meritorio, con un marxismo inteligente y culto estudia las clases medias en sí mismas, en sus condiciones económicas de formación, pero también realiza todo un análisis pormenorizado y cuidadoso sobre las subjetividades que se generan en esas clases sociales predominantemente urbanas, sus sociabilidades, su lenguaje, sus signos, su literatura, sus formas de relacionarse, sus gustos, los discursos que se contaron sobre ellos, su papel en la batalla ideológica, su doble condición que las ubica en ese punto intermedio, tenso, entre unas clases bajas que se desprecian y unas clases altas que se admiran y que se envidian.
“Las clases medias que formaron la base social del modelo imperante tras la Guerra Civil de 1948, surgieron de un desarrollo desigual y combinado que concentró los excedentes generados por el agro en los centros urbanos -ante todo, y por mucho, en San José- y en menor medida, aunque en mayor cantidad, en los semiurbanos; en estos tipos de espacios florecieron los trabajadores de servicios y los pequeños propietarios. A la vez, en este proceso los problemas de repartición de herencias y la tendencia a la concentración de inmuebles confluyeron en la pauperización de los productores rurales independientes -sectores de una clase media en crisis-, quienes engrosaron las filas del proletariado rural y urbano. La producción mercantil simple y el empleo a pequeña escala eran así consumidos por el modo de producción capitalista que las había potenciado, y al cual ya desde la segunda mitad del siglo XIX se encontraban subordinados.”
García estudia la clase media desde una perspectiva de totalidad, los más mínimos detalles, textos, costumbres, estructuras de sentimiento, son relacionados con el todo social, con sus batallas y con su lucha de clases. En algunos barrios de las academias a esto todavía se le llama dialéctica.
“Las clases medias que habían crecido y adquirido relevancia gracias al modelo agroexportador liberal estaban, sobre todo en la capital, nutridas e identificadas suficientemente como para optar por potenciar su lugar en la vida nacional. Las funciones de las clases medias como intermediarias- esto es, recalquemos de nuevo, como agentes activos- en la producción de hegemonía tendían a generarles identificación con el proyecto oligárquico, dentro del cual, a pesar de su fragilidad económica, innegablemente gozaban de distinción por el acceso a servicios y bienes de consumo tanto como por sus valores y nivel educativo con el que se convertirían en miembros e inevitables agentes de una nueva tecnocracia.”
Así, García pasa de explicar las condiciones económicas de la pequeña propiedad cafetalera, al crecimiento de la burocracia estatal, al aumento de las personas que dependían quincena a quincena del bíblico Leviatán, transformado por Thomas Hobbes en su teoría del estado. El profesor García también pasa de estudiar los discursos sobre la nacionalidad costarricense a investigar la forma en la que conseguían marido las mujeres de la clase media josefina bajo una estructura de valores patriarcales y machistas. Pasa de estudiar las condiciones de posibilidad de la pequeña burguesía y de los pequeños y medianos productores cafetaleros a la crítica literaria marxista, mediante la cual lee cómo surgen en la ficción los conflictos sociales reales.
Con Mijaíl Bajtin comprende la batalla social en el signo literario, con Frederic Jameson la función de la historia como causa ausente de la literatura, cuyos textos vienen a exponer soluciones simbólicas de conflictos reales y materiales. Los tres registros del psicoanalista francés Jaques Lacan, el real, el simbólico y el imaginario; se trasladan de la psique individual al estudio de las formaciones sociales y sus narrativas. García, con Slavoj Zizec, estudia el papel de la clase media en la formación de discursos ideológicos y con Pierre Bordieu analiza los hábitos de estos grupos sociales marcados por la pertenencia a una familia, ligada a su vez a una forma determinada de ganarse la vida en Costa Rica entre 1890 y 1950.
Todos ellos, todos estos autores contemporáneos, forman parte de las filas de su ejército teórico, unidos por una matriz marxista que permite sacarle el jugo a una exhaustiva y rigurosa revisión de fuentes historiográficas, de tablas, de censos, de grises y empolvados documentos, de perdidas u olvidadas crónicas de viaje, de libros de costumbres, todos ellos, utensilios y herramientas que forman parte del taller del historiador. García reúne con disciplina e interpreta con inteligencia una enorme cantidad de información sobre las clases medias que estaba suelta y que con este libro, por fin y por suerte, llega a sistematizarse.
Para García estas clases emergen para mediar ideológica y políticamente en el conflicto entre trabajo y capital y la administración del Estado fue la principal estrategia utilizada para este fin. “Según esa ideología, la clase media era el vehículo para evitar la violencia de la lucha de clases. Sin embargo, las clases que en rigor la componían no se hallaban al margen de la conflictividad estructural; si bien mediaban entre la fuerza de trabajo y el capital, su posición no podía ser imparcial. La identificación de clase media implicaba una distinción basada en condiciones económicas que excluían al grueso de la población; en esa medida, el mantenimiento de ese estatus se fundaba en una violencia estructural que se traducía en violencia simbólica y que a menudo generaba actos de violencia observable”.
Lejos estuvieron los agricultores y el proletariado rural de las condiciones de vida y crédito de los asalariados estatales que aumentaron después de 1950 formando esa tecnocracia que administró las instituciones públicas y las principales empresas privadas del país. Lejos han estado las clases medias de ser singulares y uniformes, lejos, tras el mito igualitario, ha estado el desarrollo costarricense y su crecimiento económico de ser armonioso o de darse en interés de la nación. Tras esos mitos, en una sociedad capitalista, siempre aparecerán las tensiones sociales, las diferencias asimétricas, las exclusiones, la ganancia privada y su correlato de pobreza. García, con su matriz teórica marxista, no puede verlo de otra forma y lo demuestra con solvencia y fundamento documental. Según este texto cabría más bien hablar de clases medias beneficiadas por el modelo “neocapitalista, en detrimento del campesinado y del proletariado tanto rural como urbano. El ideologema clase media encubre, pues, la conflictividad social desde la cual fue producido”.
Este valiosísimo libro de García, que nos hace recorrer la vida de los antepasados de muchos de nosotros con un lenguaje claro, sencillo y directo; desmitifica la idea de una única clase media, comprende la multiplicidad de grupos que conforman dichos sectores sociales (campesinos, burócratas, pulperos) entre las grandes tensiones de la sociedad costarricense, que, a su vez, es concebida como dependiente, con una economía ancilar en un contexto internacional capitalista.
Aunque el primer capítulo del libro parezca escrito sólo para iniciados en materia filosófica, este resulta fundamental para comprender la estructura y el enfoque de esta investigación y es por sí mismo todo un aporte académico que hace el autor. Por lo demás, La formación de la clase media en Costa Rica. Economía, sociabilidades y discursos políticos (1890-1950), resulta indispensable para todas aquellas personas que se interesan por la historia de este país, por su vida política, para todas aquellas personas que gustan leer detrás de los mitos, que gustan comprender la materia ideológica de la que están hechos los mitos, las nostalgias y las edades de oro.
En estos momentos George I. García cursa un doctorado de filosofía en Londres, realiza su investigación académica sobre teoría de la historia y dialéctica, veremos qué pasa cuando la convierta en libro.
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