Conservar la memoria de los hechos nos ayuda a prever situaciones penosas y poder enfrentarlas de mejor manera. Aparte de los requerimientos utilizados usualmente en el ámbito de la Historia, esta tarea se realiza también en el nivel personal y cobra una mayor trascendencia cuando es publicada, tal como ha sucedido con cuatro libros que vieron la luz en el 2013.
Muy enriquecedor resulta leer las experiencias de Esmeralda, apodo utilizado por Luisa Hermans, durante la Segunda Guerra Mundial. Doña Luisa, con sus noventa años, recuerda, guiada por Victor Valembois, su vida en siete campos de concentración nazis. En semejante entorno lleno de amarguras externas, doña Luisa logró conservar incluso el sentido del humor, tal como se muestra en Esmeralda. Crónica de mi supervivencia (2013). Maravillosa memoria, podríamos decir, sin tomar en cuenta que hay hechos que perduran no solo años sino siglos.Eduardo Montecinos nos regala –literalmente− recuerdos y reflexiones con El vendedor de sonrisas y Ensayos histórico-políticos. (2013) Conocemos sus relatos, parecidos a amenas tertulias, por la lectura de Conversando una botella y Cacique y Carmenere, algunas en Chile, otras en Costa Rica. Esta vez nos presenta una novela que tiene lugar en el ámbito de San Pedro y seguidamente recoge el contenido de las grabaciones de una entrevista que Helio Gallardo le realizara hace años. Mirar hacia atrás nos conduce hacia delante, parece decirnos con la cordialidad que le caracteriza.
La voz personal también es valorada por Marielos Aguilar Hernández en Álvaro Montero Vega. Memorias de una vida y un tiempo de luchas y esperanzas (2013). La autora recoge recuerdos aportados, a los 85 años, por el abogado, sindicalista y luchador insigne que fue don Álvaro. Probablemente ella pudo recoger la memoria incluso mejor que el que la vivió, debido a su reconocida humildad, y el resultado es un vivo reflejo humanista de un hombre que luchó desinteresadamente y con tesón por mejorar las condiciones de vida de los y las trabajadoras.
Los tres libros cuentan con fotos enternecedoras (las de Eduardo Montecinos son a todo color) que nos permiten visualizar momentos en que el mundo parecía estar a punto de estallar y, también nos sirven para recordar que hoy mismo nos encontramos ante una situación parecida.
Finalmente, por qué no, menciono a Crimen con sonrisa (2013), la novela que escribí inspirada en la Escuela de Psicología, siempre de la mano con la historia nacional. Como lo sugiere el nombre, me refiero a algunos crímenes emblemáticos que han quedado impunes, con referencia no solo a los asesinatos sino también a los de “cuello blanco”, incluido el “Memo del miedo”.
El cuarteto tiene algo en común: la necesidad de rescatar la emoción de la vida cotidiana, y también propone una moraleja: la historia se escribe todos los días, empecemos hoy mismo a tomar nota del tiempo que nos tocó vivir y que mañana consideraremos como una oportunidad excepcional para la reflexión.