Después de la crisis

La crisis de 2007 aparece en un momento en el que la pérdida de peso estatal se agudiza tras el atentado de las Torres Gemelas en 2001. Para el profesor de Ciencias Sociales en la Escuela de Estudios Superiores de París, Alain Touraine estamos ya en una sociedad en la que crece la desigualdad, la […]

La crisis de 2007 aparece en un momento en el que la pérdida de peso estatal se agudiza tras el atentado de las Torres Gemelas en 2001. Para el profesor de Ciencias Sociales en la Escuela de Estudios Superiores de París, Alain Touraine estamos ya en una sociedad en la que crece la desigualdad, la exclusión social y la marginalidad, y aflora un mundo marcado por la ruptura y la división “en el que las únicas categorías que se mantienen son las de amigo o enemigo”. El triunfo del neoliberalismo tendría el efecto de romper los vínculos entre la economía globalizada y la sociedad compuesta por actores clásicos como los sindicatos o los partidos.

+Después de la crisis subraya la debilidad del Estado en un mundo en el que los mercados han cobrado una importancia capaz de situar al Estado en una posición en la que deja de ser una pieza central de la democracia representativa. Para Touraine, la vieja lucha de clases fordista ha perdido sentido. “La crisis es el resultado de la ruptura impuesta por los financieros entre sus intereses y los del conjunto de la población”.
La ruptura entre el sistema económico y el sistema social no tiene para Touraine más solución que la regulación por parte del Estado, en función de los intereses de los ciudadanos, de los grandes poderes de la economía. Todo ello sin posibilidad de recuperar fórmulas del pasado. Las viejas recetas socialdemócratas de las sociedades industriales habrían quedado obsoletas e irrecuperables. Los problemas ecológicos y de la mujer, entre otros, requieren un nuevo tipo de vida económica y social.

Concluye este vibrante y polémico volumen con un alegato por una nueva y potente moralidad ciudadana. Touraine reclama “derechos universales de todos los seres humanos” . Sólo sería posible enfrentarse al potente y globalizado universo financiero desde un humanismo respetuoso con las necesidades de hombres y mujeres. No puede tolerarse un universo económico que trata a las personas como mercancías o máquinas. El respeto por los derechos humanos requiere nuevas formas, no sólo jurídicas sino cotidianas, de relaciones sociales.

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