La designación de la escritora austriaca Elfriede Jelinek como premio Nobel de literatura 2004, causó sorpresa no solo en los lectores en castellano, sino en el mundo de las letras en general. Sin embargo, ella no es ninguna desconocida.
Por el contrario, es una de esas figuras intelectuales que constantemente dan de qué hablar.
Su posición política ya había dado provocado reacciones, cuando entró a miliar en el Partido Comunista en los años 70, que abandonó luego en los 90.
Jelinek como narradora y dramaturga es una de las autoras de referencia constante en Europa Central. Los montajes de sus obras son verdaderos acontecimientos.
«Intento hacer un teatro político», dice sin ningún empacho. Efectivamente, la ascensión de la derecha en Austria provocó que fuera perseguida y sus obras prácticamente prohibidas. Con la reacción por los diversos premios que ha recibido Jelinek no se cansa de denunciar lo que ocurre en su país, es especial los resabios del fascismo nazi.
Pero más que sus posturas polémicas, llamó la atención a la Academia Sueca, el manejo del lenguaje que tiene la escritora.
Esta escritora ha sufrido una fuerte persecución en su país por parte de la derecha y los sectores más conservadores que han tenido un repunte en los últimos años. De ahí que ha expresado claramente que no quiere que esta distinción sea utilizada por el gobierno de su país.
Irreverente, ingeniosa y muy contemporánea, Elfriede Jelinek posiblemente logre un éxito internacional a partir de la campana de resonancia que el Nobel le otorga.
En Costa Rica, al igual que en muchos otros países, el público conoció a la autora por referencia, con la película La Pianista, dirigida por el también austriaco y también polémico Michael Haneke, que ganó el gran premio del jurado en Cannes en 2001, como coproducción franco-austriaca. El filme basado en la novela homónima de Jelinek publicada en 1983, es una buena muestra del universo literario de la nueva premio Nobel.
La obra es bastante autobiográfica, pues Elfriede es hija de una austriaca católica de familia adinerada vienesa y de un checo judío, ingeniero autodidacta y hombre culto, pero que murió en un hospital psiquiátrico, con diagnóstico de demencia, en 1968, cuando Elfriede tenía 22 años. Erika, la protagonista es profesora de piano, vive con una madre dominante hasta el extremo, mientras el padre ha sido internado en un manicomio.
Desde muy pequeña la madre obligó a Elfriede a estudiar en internados y a seguir una formación conservadora y estricta. De adolescente la obligó a seguir la rígida disciplina del piano. Tiránica, conservadora y manipuladora, la madre pretendió modelar y dirigir su vida, mientras su padre fue una figura casi inexistente.
En la película Erika vive con la madre con quien sostiene una relación de represión que ha provocado en la mujer una destrucción de la autoestima que la lleva a la autoagresión, la perversión sexual y la incapacidad de establecer relaciones afectivas.
El filme, protagonizado por Isabel Huppert, es ciertamente inquietante y según en director se ajustó a la propuesta de la novela, que fue considerada por algunos críticos conservadores como pornográfica.
NI PERDÓN NI OLVIDO
El desenmascaramiento del discurso es uno de los objetivos claros de sus obras. Arremete contra una sociedad que da por natural y normal acciones individuales y sociales que atentan contra la libertad a partir de relaciones de poder.
En su novela «Los excluidos», una de las tres traducidas al castellano, toma un caso verídico, de un adolescente que asesinó a su familia. Según Jelinek, ese es el resultado de una sociedad que pretendió reprimir y enterrar en el olvido los horrores del nazismo, pero que subyace en su cultura y en la cotidianidad de las relaciones en esa sociedad.
Más recientemente, en el 2000 apareció «Los hijos de los muertos», novela en que señala las consecuencias aún existentes del nazismo en la Austria contemporánea.
En respuesta a la acusaciones de pornográfica, que quisieron achacar a su novela La Pianista, Jelinek publicó en 1989 «Lust» («Ansia», traducida al castellano), donde indaga en el mundo sexual femenino sin inhibiciones.
Para ella la tensión que se genera en la sexualidad a partir de relaciones de dominación, es lo que provoca los conflictos de encuentro entre hombres y mujeres. La dominación masculina, a la cual la mujer ya no se somete, pero que tampoco ha elaborado una alternativa desde la sexualidad femenina, provoca un desencuentro inevitable y doloroso.
Entre el tema social y político y el de las relaciones interpersonales, Elfriede Jelinek tiene como centro de su obra las relaciones de poder.
Ahora prepara una obra acerca de la invasión a Irak, que será su primer libro después de haber ganado el galardón más importante de las letras en el mundo.