José Ricardo Chaves
Novela
Uruk Editores
2010
Faustófeles, de José Ricardo Chaves es la novela que se acreditó el año pasado el premio de la Academia Costarricense de la Lengua. Este libro publicado por Uruk Editores forma parte de una trilogía junto con Paisaje con Tumbas Pintadas en Rosa, Los Susurros de Perseo.
Al final del libro, José Ricardo explica su teoría de porqué se decidió por escribir una gran obra en tres partes. Según dice, en los Susurros de Perseo (la primera parte) quiso jugar con la belleza del lenguaje más preciosista; en Paisaje con Tumbas Pintadas en Rosa, buscó abordar la temática de la homosexualidad y de las enfermedades venéreas como el sida a través del argot de calle. Y ahora, en Faustófeles, decidió presentar una novela más intimista y personal, razón por la cual —en mi criterio— logró superar sus dos antecesoras.
El valor de Faustófeles es la manera en cómo aborda un tema tabú —quizá producto de la fuerte presencia de la iglesia católica en nuestro país— como la logia teosófica en San José. La historia nos cuenta la vida de un Fausto que vive en Tibás, que desde su juventud se alimentó de las historias más fantásticas que le solían contar sus tías y de la lecturas de historietas.
El arranque de la novela es un poco lento y disperso ya que José Ricardo se concentra en contar un poco sobre el ambiente en el que este Fausto tibaseño crece y se desarrolla. Conocemos así a un personaje que vive en la década de los cuarenta al amparo de una familia de clase media compuesta por dos tías y un tío. Fausto, con el tiempo, conoce a Eulogia, una mujer madura que lo hará crecer (mismo efecto que nos hará a los lectores) a través del conocimiento que va adquiriendo con diversas y variadas lecturas.
El autor recurre a pequeños capítulos para brindarle fluidez a la historia a través de una prosa que, a diferencia de Los Susurros de Perseo, más que preciosista es efectista: cuenta lo que tiene que contar. Esto no deviene como un gesto casual sino más bien como una decisión bien pensada, quizá sabiendo el autor de antemano que la historia por sí sola (así como el marco referencial en cual muchas veces se sustenta) podría resultar una muy densa si el lenguaje empleado hubiera sido más sofisticado.
La novela es rica en detalles. José Ricardo Chaves no escatima en menciones y referencias de la teosofía. Por ello, el lector se encontrará con referencias de nombres como Madame Blavatsky y la Doctrina Secreta, piedras fundamentales del movimiento; Eliphas Levi, Golden Dawn, Mabel Collins, Krishnamurti, Roberto Brenes Mesén, Luis Dobles Segreda, Rogelio Sotela y María Fernández de Tinoco, todos nombres que ayudan a contextualizar la novela en el marco de su hilo conductor central. Este Fausto comparte con el célebre y universal Fausto de Goethe la búsqueda por las ciencias ocultas.
El tiempo pasa y Fausto va conociendo personas, gente; su vida de adulto, ya con dieciocho años, lo va aprisionando y brindándole nuevas perspectivas de vida. Deja el estudio de medicina y se introduce a estudiar filosofía, nada menor para alguien como este tibaseño que recorre los cafetales adyacentes al río Virilla, camina por San José y visita burdeles.
En Faustófeles, José Ricardo nos refleja atisbos autobiográficos que dan a la novela los puntos altos donde se sostiene. Por citar un ejemplo el momento en que Fausto y Eulogia se dirigen a Puntarenas; la descripción es notable. Igual sucede al abordar la vida en San José de Fausto, esa búsqueda espiritual, esa necesidad por un guía que lo dirija a la verdad que trata de revelar con la teosofía y que luego, años más tarde, trata de encontrar en la política, espacio donde Marx y Engels ocupan los lugares de místicos maestros orientales en la vida de Fausto.
La vida con su crueldad mete mano, una que toma por la cabeza a Margarita: la única hija de Eulogia que vuelve al país luego de pasar una temporada en Estados Unidos. Fausto está harto ya de la presencia mefistófelica de Eulogia, la cual para mí es el verdadero Mefistófeles de la tradición Goetheana en Faustófeles, más allá de un tal Mefisto que aparece muy poco al final.
Margarita sigue dentro de la novela la tradición reproducida en otros tantos Faustos y Margaritas, por compartir ejemplos, y tal y como lo acota el autor en el post-scriptum: El Maestro y Margarita de Mijail Bulgakov, El Fausto de Thomas Mann y el de Pessoa. No obstante, esta Margarita muy costarricense es el acicate final; un final más próximo a Shakespeare que a Goethe: su Margarita, la de José Ricardo Chaves, es una muchacha hermosa que se enamora de Fausto y que da pie para que el final resulte, como dije antes, más digno del inglés que del alemán.
Faustófeles es sin duda mi favorita de la saga por las razones ya antes expuestas: por su riqueza formal, por su lenguaje puntual, por la profundidad de personajes, situaciones y por ser quizá la obra más cercana a José Ricardo Chaves. Así, se convierte a mi gusto en la pieza más transparente de la trilogía. Libro donde el autor no asume riegos formales y se deja llevar por la historia, por los recuerdos y por la vida misma. Esta es una novela altamente recomendable que no solo tuvo que haber ganado el premio de la lengua de la Academia, sino también el Aquileo Echeverría. En fin, así son los jurados y los gustos.