Luis Bolaños La poesía abofetea el alma

«Para encender la noche» es el primer poemario de Luis Bolaños, profesor, investigador y crítico literario costarricense radicado en los Estados Unidos. De Luis

«Para encender la noche» es el primer poemario de Luis Bolaños, profesor, investigador y crítico literario costarricense radicado en los Estados Unidos.

De Luis Bolaños, costarricense radicado en los Estados Unidos, donde se dedica a la docencia, la investigación y crítica literarias.  La Editorial Costa Rica publicó recientemente su primer poemario «Para encender la noche».  Más conocido en el país por su libro de literatura infantil «Globitos», de la misma casa editora, a sus casi 60 años edita un poemario en el que nos encontramos con un escritor maduro, con una voz firme y llana, que concluye pleno de esperanza.

«Este es un libro que denuncia la guerra», dice el autor.

Bolaños explora además otros temas que encontramos en autores de la generación de los años sesenta, para quienes la injusticia social y las cosas pequeñas de la vida, pero que le dan sentido a la existencia, fueron recurrentes.

Al leer «Para encender la noche» recuerda la obra de Jorge Debravo, el espíritu que alimentó toda su obra conocida hasta ahora.  Bolaños explica ese mismo espíritu motivó a otros escritores de esa generación a transitar por estos temas, él mismo se reconoce como parte de aquellos que compartieron con Debravo.

¿Por qué esperó casi cuatro décadas para imprimir en un libro su poesía?

«Publicar es secundario, escribo para expresarme.  Además para escribir primero hay que vivir las penas, las alegrías, las desilusiones e incluso, como en mi caso, experimentar las guerras».(se refiere a Vietnam, la del Golfo y las recientes invasiones a Medio Oriente por parte de los Estados Unidos).

«Para encender la noche» refleja una vida reflexiva y comprometida con una sociedad más equitativa, con la búsqueda de un sitio donde habita la esperanza, indispensable para continuar el camino.

Sin pirotecnia literaria, muy usual en algunos jóvenes escritores preocupados más por parecer innovadores, este autor nos demuestra la habilidad que solo el tiempo da para depurar el lenguaje a formas simple, pero llenas de energía vital.

El poemario es presentado en cuatro partes, que construyen el camino por el que Bolaños pretende llevarnos por este viaje imaginario que inicia con «Niño en la lluvia» y termina cuando arribamos a la «La patria del poema», título del último que conforma el libro.

La lluvia, la luz, la oscuridad, las abejas y las rosas son los elementos que aparecen una y otra vez, con caras y significados distintos, ingredientes necesarios en esta obra.

«Los nombres del lobo», la primera sección del poemario, señala la voracidad contemporánea de empresarios y hacedores de guerras.  «Los hombres quemaron la montaña y la ofrecieron al dios de la moneda», dice en uno de sus poemas.  En otro, abre sus páginas a los que no tienen voz y que preguntan:  «¿Por qué tenemos hambre, Señor, si ya cosechamos la fruta del señor, de quién es el sudor nuestro de cada día…?».

No hay diferencia, sea en Estados Unidos, Chile o Costa Rica la humanidad ha entrado en una carrera por arrasar y consumir, aunque parece que no tenemos salida, el poeta asegura que sí.  En «Invitación al trigo» nos dice «ven aquí conmigo/a este pueblo sencillo/donde terminan todos los caminos,/aquí donde nace el silencio/y crece el amor como un pan bueno/y florece en palabras y mariposas,/en la raíz profunda de la mañana».

Así nos lleva a la segunda sección, la que da nombre al poemario, en la que explora el amor erótico y como él mismo nos asegura «he sostenido el amor en mis manos/como un pájaro pequeño./He sentido el rumor de su ala cansada,/y lo he dejado ir».  En esta parte Bolaños experimenta y ‘caricaturiza conocidas letanías y rezos religiosos para darles un nuevo significado, como lo hace en «Confieso», «Letanía de mi sexo» y «La señal».  Un juego que se repite por toda la obra.

«Cantar la niebla» es la tercera parte del libro.  Aquí comparte sus memorias por la pérdida de seres amados que viajaron en el velero negro, «el velero de todos», nos dice.  Y cuando llegue el momento de su propia muerte escribe que «la tumbaré sobre la cama/y le haré un hijo toda la noche».

«Extasis cotidianos» es la sección que concluye el poemario de Bolaños, aquí se nos aparece como uno que renace, que busca la luz tras despejarse la niebla y vuelve a gritar a los cuatro puntos cardinales que sigue creyendo que «cuando estoy en mi país/mi gente es buena o mala/o regular…Cuando estoy fuera de mi país/esa misma gente es toda buena,/porque el cariño les perdona/el sabor amargo de sus palabras/y las deja allá donde termina la espuma».

Según Luis Bolaños «la poesía debe darnos una bofetada en el alma para que abramos los ojos».  Solo esto es suficiente para decirle al poeta:   gracias por abofetearnos y señalar un camino más hacia el «rincón escondido,/su patria serena,/aquí donde vuelan y giran en paz/las abejas de la mañana/y una colmena se ilumina».

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