Década de 1940

Memoria en recuperación

Una relectura historiográfica de los hechos violentos y personajes políticos de la década de los años 40 revela nuevas facetas

Una relectura historiográfica de los hechos violentos y personajes políticos de la década de los años 40 revela nuevas facetas en torno a este importante período de la historia del país, que permite entender a la Costa Rica actual.

La década de 1940 fue una época convulsa, que todavía hoy deja ver sus huellas en la historia nacional.

La memoria colectiva de este período, que pareciera no ser tan lejano para algunos, aunque sí “historia antigua” para las nuevas generaciones, se ha perdido entre mitos, silencios, velos de misterio, verdades a medias y versiones políticamente interesadas. Sin embargo, sigue siendo un momento fundamental para el estudio historiográfico y para entender la Costa Rica de la segunda mitad del siglo XX y la actual.

Manifestación en San José el 1º de mayo de 1943.
Manifestación en San José el 1º de mayo de 1943.

El Dr. David Díaz Arias, director del Centro de Investigaciones Históricas de Centroamérica (Cihac) de la Universidad de Costa Rica (UCR), realizó una investigación para su tesis doctoral en la Universidad de Indiana, en Estados Unidos, en la que intenta un acercamiento a los eventos de este período desde tres perspectivas.

En la primera, se centró en inspeccionar los años 40 desde la teoría de la construcción de los movimientos populistas de Ernesto Laclau.

En la segunda pretende visualizar los procesos de violencia y la manera en que esta se desarrolló y cómo se conectó con la construcción del populismo, “lo que produjo una sociedad fragmentada en dos bandos, legitimada políticamente, pero desgarrada en términos de los afectos cotidianos”.

En la tercera perspectiva pone las diferentes narrativas o memorias de esta época, ya sea de individuos, acontecimientos, hechos específicos, incluso otros estudios académicos, en un mismo nivel de importancia y análisis, con el propósito de visualizar por qué se construyeron visiones específicas de esa realidad.

Esta investigación, que ahora es un libro, Crisis social y memorias en lucha: guerra civil en Costa Rica, 1940-1948, de la colección Historia de Costa Rica, resulta pertinente en el contexto actual. Según explicó Díaz, mientras realizaba el estudio se afianzaban en Latinoamérica movimientos populistas, semejantes a los que surgieron en la década de los años 40, por lo que valía la pena volver la mirada al pasado y hacer una lectura comparativa de lo que sucedía en el presente.

Asimismo, cada capítulo tiene la particularidad de guiar al lector entre documentos y testimonios de la época hasta los estudios más recientes. En cada uno de ellos, se intenta desarrollar un ir y venir entre el pasado de los años 40 y otros pasados más recientes, al conectarse narrativas sobre los llamados ocho años (1940-1948) producidas en ese período, como con posterioridad a la Guerra Civil de 1948.

Populismo y violencia

El historiador hace énfasis en dos temas que sobresalen y le dan una perspectiva diferente a la investigación.

Uno de los aspectos centrales es introducir en el análisis la teoría de la construcción del populismo. “En Costa Rica rara vez se ha hablado de populismo, a pesar de que en América Latina es a partir de este concepto que se analizan los movimientos que surgieron en la década de los 40. A mí me interesó porque veía muchas posibilidades de que eso que construyó (Rafael Ángel) Calderón Guardia era una especie de populismo y además para comparar con la región latinoamericana y dejar de pensar que Costa Rica es un caso excepcional que no se parece a nada”, subrayó Díaz.

En este sentido, la teoría de Ernesto Laclau habla del populismo como un movimiento que empieza con demandas sociales específicas, hasta convertirse en un movimiento muy amplio que se reclama a sí mismo como la representación del pueblo. Al establecerse el populismo, usualmente solo a través de procesos de violencia, se defiende o se rechaza este proceso.

Por otra parte, Díaz trata de despojar la violencia de su legitimación ideológica, pues la justificación constante de los hechos ocurridos antes, durante y después de la Guerra Civil se basa en la defensa del país y la democracia.

“Yo quise poner en duda ese supuesto, partiendo de dónde comienza la violencia en individuos específicos, y creo que se demuestra que la violencia inicia por afrentas personales, que luego se justifican al calor de esta retórica política y se legitiman de manera ideológica, que se vehiculizan en aquel marco político tan polarizado”, manifestó el investigador.

Nuevos aportes y nuevas lecturas

Entre los principales aportes y conclusiones de la publicación, se hace un intento por conocer y profundizar qué fue lo que le ofreció el calderonismo a la clase trabajadora costarricense, por lo que se intenta explicar cómo la retórica calderonista, que luego se unió con la comunista, ofreció una “puerta de ciudadanía” en términos sociales a esa clase trabajadora y cómo esto readaptó la cultura caudillista costarricense.

Otro aspecto relevante es la relectura de personajes y acontecimientos, como del caudillo José Figueres Ferrer. En el libro hay una mirada nueva de esta figura y del por qué y el cómo él se involucra en ese escenario político.

“Hay un intento de desmemorizar al Figueres que conoce la gente e historizar al Figueres que no conoce. Eso me parece que revela facetas del personaje que más de una persona se asombrará de encontrarse”, comentó el historiador.

Por otro lado, se rescata la discusión de la memoria y el papel de la Guerra Civil de 1948 en la Costa Rica posterior a este acontecimiento. Se presentan las maneras desarrolladas para recordar u olvidar lo que sucedió. También cómo se taparon escenas dolorosas y traumáticas y cómo se enfatizó en otras escenas, cómo se convirtieron en héroes algunos de los caudillos, mientras otros no fueron reconocidos.

Este aspecto de la memoria sirve para compararlo con otras memorias en Latinoamérica y trata de resolver la cuestión de por qué esta sociedad tiene una relación tan difícil con la guerra del 48, de manera que se recuerda solo lo que es políticamente correcto.

Como lo señala el autor, la década de los años 40 sigue siendo un escenario importante para que la sociedad actual pueda ver los límites de la división política y las consecuencias de la escalada de la violencia, aspectos que cada día son más evidentes en el país y que se han profundizado en los últimos años.

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