“Si las mujeres han cambiado tanto, ahora es el momento de los hombres y esa es la tercera ola feminista”, aseguró la francesa Annie Sugier, una de las fundadoras de la Liga del Derecho Internacional de las Mujeres, al analizar la evolución de la lucha de las mujeres por sus derechos.
Sugier es una científica de carrera que ha dedicado parte de su vida a la reivindicación femenil y el 2 de setiembre impartió en la Universidad de Costa Rica la conferencia “La dimensión internacional de la lucha feminista”, organizada por el Programa de Posgrado en Estudios de la Mujer.
De origen francés, creó -junto con la conocida escritora Simone de Beauvoir- la Liga del Derecho Internacional de las Mujeres, en 1983. Desde entonces, ha tomado parte en campañas como refugios para mujeres golpeadas, penalización del crimen sexista (una primicia en Francia) y el reconocimiento de la mujer en el ámbito deportivo.
Ella visitó este Semanario, en donde habló sobre los logros y los desafíos del feminismo actual. También se refirió a los retos de origen cultural, los cambios de pensamiento y hasta de una nueva ola del feminismo.
¿Cuál es el tema más importante de la dimensión internacional de la lucha feminista en la actualidad?
-La universalidad de los derechos. El desafío es el tema cultural, el impacto positivo o negativo que pueda tener en términos de modelos con estereotipos sobre los derechos de las mujeres. Hay modelos que nos son presentados como alternativos y que en realidad no respetan la universalidad de los derechos femeninos, como la Revolución Islámica de Irán. Por ejemplo, el uso del velo.
El tema de la violencia femenina es parte de la preocupación mundial. Es un delito que ha sido penalizado en países como Francia. En Costa Rica se aprobó una ley, pero los crímenes no han disminuido sino al contrario. ¿Cuál considera usted que sea la razón?
-Bueno… hay muchas razones para tener conflictos con la pareja, por ejemplo; pero, si el hombre no comprende que no tiene que pegarle a su mujer, esto nunca va a cambiar. El hecho de que haya una legislación es excelente, pero no basta. Es necesario un cambio de discurso, en lo político. Además, son necesarios 20 o 30 años para medir el efecto de una ley así.
En nuestro país se han impulsado proyectos para el tratamiento de los agresores dentro del Instituto Nacional de la Mujer. ¿Qué opinión le merece esto?
-Muy provechoso. En una pareja cada uno tiene su responsabilidad y cuando ocurren ejemplos de violencia doméstica donde hay niños, ellos se pueden reconstruir si el padre cambia. Pero el padre no puede cambiar solo; es necesario que ellos expliquen las razones de su abuso; luego, que pase tiempo antes de que reconozcan su mecanismo de violencia, y en fin, es un trabajo terapéutico.
¿Cree usted que el camino para un mayor reconocimiento social de las parejas homosexuales es legalizar las uniones civiles?
-Pienso que es el derecho de cada uno el tener la relación sexual que quiere. Yo crecí en una educación tradicional y cuando me topé con esta población me pareció natura, y ellos luchaban con las feministas porque no tenían dónde luchar; ahora tienen su espacio. En este tema no tengo ninguna duda (sonríe).
¿Son diferentes las relaciones homosexuales femeninas de las masculinas? ¿Por qué?
-Claramente, sin duda lo son. Por lo mismo que hemos venido hablando, la sociedad anula la sexualidad femenina, sencillamente no existe. Tanto así, que a las mujeres les cortan el clítoris para que no sientan placer y en el ámbito homosexual es lo mismo. Una vez conversaba con un amigo y para él las relaciones homosexuales femeninas son tiernas y hermosas, no tienen connotación sexual, porque eso gira siempre en torno a la penetración. Por eso ambas luchas (la feminista y la del homosexualismo) comparten un norte.
¿Cómo ve la evolución de la lucha feminista? ¿Ha alcanzado la mujer el rol que le corresponde y por el cual lucha el movimiento?
-Bueno, yo digo que ahora tenemos que estar en la tercera ola del feminismo. La primera fue la ola de la igualdad en derechos como el voto y la educación; la segunda fue la liberación del cuerpo de la mujer, con la planificación por ejemplo. Estas dos parecieran un éxito. Pero, si las mujeres han cambiado tanto, ahora es el momento de los hombres y esa es la tercera ola feminista.
En esta tercera ola, ¿en qué sentido deben de cambiar los hombres o la sociedad?
-La filosofía del feminismo debe evolucionar a un cambio de ¿quiénes serán los héroes del futuro? Es necesaria la utopía; no tenemos imágenes que nos permitan soñar en el cine o en nuestras calles. Hay que inventarnos ese cambio, en la vida ordinaria y en la vida de los héroes del futuro: hombres y mujeres de talento.
¿Cómo ve el rol político de las mujeres en el mundo y en Latinoamérica?
-Se ha evolucionado. Ahora tenemos paridad política en oportunidades, pero estamos en una sociedad falsamente mixta. Por ejemplo, ustedes tienen una presidenta, pero la mayoría de los cargos están ocupados por hombres. Hay que seguir luchando. Hay que tener condiciones especiales para que se desarrolle un feminismo colectivo, como una situación revolucionaria.
La Liga de Derecho Internacional de las Mujeres se ha preocupado por la actuación femenina en el ámbito deportivo. ¿Hay avances en este campo?
-Hay mucha gente que no comprende el concepto de universalismo y prefieren optar por el relativismo cultural. Creo en esto, pero no cuando se trata de maltratar los derechos de la mujer. Por ejemplo, una chica que corre velada en las olimpiadas bajo 40 grados, pierde por supuesto. El deporte es la vitrina de la sociedad y refleja todas aquellas cosas que están mal. Ejemplos hay muchos: la corrupción, el dopaje, problemas raciales y discriminación sexista. A mí me alegra el hecho de que hace algunos años existían 35 delegaciones a nivel mundial que no tenían representación femenina. Hoy día son sólo 3: Kwait, Qatar y Arabia Saudita; en este país el deporte está prohibido para las mujeres.
¿Cómo percibe la situación en temas como el aborto y la anticoncepción de emergencia?
-Claramente, desde la conferencia del Cairo en el 94, se obliga a los Estados a reconocer el derecho de las mujeres a escoger el derecho a la maternidad. Esta liberación se obtiene con la contracepción y el aborto. El desafío es en países de zonas como América Latina, donde eso todavía no se comprende.
¿Cuáles son las grandes conquistas que quedan por hacer en esta revolución feminista? ¿Hacia dónde debe orientarse el movimiento?
-Son tres: en el ámbito geopolítico es necesario ser parte de la agenda en general. Además, es importante eliminar esos estereotipos, cosa que se pretende en los derechos formales, pero que cuando se voltea la mirada a la calle no es así. Y por último, lograr esa utopía de imaginar la pareja del mañana, para luchar por ese ideal.