En la región de Turrialba, el Monumento Nacional Guayabo esconde todavía misterios de los asentamientos indígenas precolombinos, con sus calzadas de piedra, petroglifos y su sistema de acueductos, que valieron ser declarado como Patrimonio Mundial de la Ingeniería desde el 2009.
Cabe mencionar que en 1968 el investigador Carlos Aguilar, a través de la Universidad de Costa Rica (UCR), inició las primeras investigaciones que permitieron saber lo que hoy se conoce acerca de este sitio arqueológico.
Ahora, 44 años después, el arqueólogo Gerardo Alarcón ‒de la UCR‒ decidió seguir sus pasos en el camino de ampliar la información existente sobre la sociedad indígena que habitó Guayabo.
Para descubrir más sobre la historia del lugar, Alarcón inscribió en mayo del 2011 un proyecto de investigación en la Escuela de Antropología, el cual permitiría a sus estudiantes avanzados y a estudiantes de Ingeniería Topográfica formar un equipo interdisciplinario para explorar la zona.Junto con Alarcón, un grupo de 15 personas hicieron descubrimientos arqueológicos que, se espera, permitirán fechar con bastante precisión el inicio de las construcciones indígenas en Guayabo.
HALLAZGO ARQUITECTÓNICO
En esta primera temporada de investigación, del 9 de enero al 10 de febrero, estudiantes, voluntarios y asistentes hicieron su primer descubrimiento en la ladera de una montaña de la zona, cubierta de espesa vegetación. Uno fortuito, “como todo hallazgo arqueológico” ‒expresó Alarcón entre risas‒, que se dio mientras buscaban cómo se podría reactivar el sistema hidráulico de la zona.
“Durante el proceso de levantamiento topográfico y recorrido en la ladera, para ubicar los puntos a registrar, empezamos a encontrar una regularidad en la distribución de piedras en la superficie de la ladera, así como una regularidad en una serie de cortes y escalonamientos que hay en la ladera”.
“Empezamos a extender el área de recorrido y nos notamos que era una cuestión bastante consistente, la cual definitivamente no era producto de un accidente natural, sino que era producto de una modificación hecha por el ser humano”, detalló.
Agregó que estos cortes y piedras son evidencia de que la ladera fue controlada mediante terrazas precolombinas, similares a las halladas en países de Suramérica como Colombia y Perú.
La otra línea de estudio tiene el propósito de intentar fechar con precisión cuándo los indígenas prehispánicos empezaron a habitar el lugar, así como determinar su estructura sociopolítica.
Para ello, el equipo de investigadores realizó seis excavaciones en diferentes bases de edificios. Removieron la tierra a 10 centímetros por vez; en los pozos de sondeo se encontraron cambios en la coloración del suelo.
“Así fuimos conociendo cuáles eran los rellenos constructivos, hasta que identificamos el nivel del antiguo suelo, sobre el cual se levantaron inicialmente esas construcciones”, explicó Alarcón.
“Sobre ese antiguo suelo, las personas que construyeron estos basamentos realizaron una quema, de arbustos o de maleza. Y eso nos permitió encontrar materia orgánica carbonizada, que será útil para fechar de manera absoluta cuándo fue que iniciaron las construcciones”, puntualizó.
Este hallazgo se hizo con base en evidencias similares que hay para otros sitios arqueológicos en el Caribe Central. Alarcón espera recibir en mayo los resultados del fechado de las muestras de carbón. Sin embargo, los descubrimientos ya encontrados aluden a la existencia de una técnica constructiva homogénea en la región central caribeña.
Aprovechar el recurso humano, material y académico de la Universidad, y brindar a los estudiantes el acceso a la investigación de gran impacto nacional son las dos principales razones para intentar abrir un programa de investigaciones en la zona; además de darle continuidad a estos descubrimientos, con la participación de otras unidades académicas.