Aunque la cifra de femicidios en el país acumulada durante los primeros seis meses del 2012 rompe con la tendencia: siete mujeres muertas por razón de su género, frente a 41 en total del año pasado, para Ana Carcedo, directora del Centro Feminista de Información y Acción (CEFEMINA), sigue sin ser un dato alentador. La razón es muy simple: las causas detrás de las muertes de mujeres siguen latentes en la sociedad costarricense. En sus palabras, “un femicidio ya es demasiado”.
Los procesos que conducen a la muerte de una mujer por razones de género llevaron a una Comisión Interinstitucional —conformada por el Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU), el Poder Judicial, universidades públicas y organizaciones de la sociedad civil— a impulsar el desarrollo de una nueva concepción del femicidio. Anteriormente, este se definía por el artículo 21 de la Ley de Penalización de la Violencia y solo incluía a aquellos homicidios perpetrados por su esposo o pareja en unión de hecho.
El Poder Judicial ahora ha adoptado nuevos parámetros para categorizar y contabilizar los femicidios, establecidos por la Convención Belém do Pará. Por ello, todo asesinato de mujeres víctimas de una relación desigual de poder es considerado un femicidio ampliado.
Esta reconceptualización del femicidio, afirma Carcedo, ayuda al entendimiento de las causas subyacentes de la violencia contra la mujer.
“Preocupante es que los femicidios por ataque sexual están a un nivel muy alto, tan alto como el resto de Centroamérica. Eso es un dato muy preocupante, porque el femicidio por violencia sexual es un indicador directo de misoginia”, razona Carcedo.
Los ataques sexuales se incrementaron de manera alarmante, de 8 en el 2010 a 16 en el año siguiente. Son, además, la principal causa del femicidio ampliado.
Además, agrega que cuando se trata del femicidio en una relación de pareja, la tasa de impunidad es muy baja, porque se conoce bien qué ha pasado, se persigue bien y se condena. “Pero cuando salimos de ese escenario, la impunidad empieza a aparecer, porque no se investiga rápidamente, no se sabe qué buscar. Entonces piensan que es una muerte cualquiera y ya”, explica Carcedo.
CAMBIOS MEDULARES
La activista consideró que el Gobierno todavía tiene oportunidades para revertir el aumento en las cifras de violencia contra las mujeres. Estos cambios, sin embargo, requieren de un viraje en el accionar de las autoridades.
“Una de las claves importantísimas, y que Costa Rica tiene la capacidad para ponerla a funcionar, es que haya una investigación adecuada de todas y cada una de las muertes violentas de mujer. Cuando no se investigan las muertes y empieza a haber impunidad, las cifras se disparan”, asegura ella.
Ana Carcedo enfatizó en la prevención de la violencia. Según ella, el país se encuentra en deuda con la aplicación efectiva de la Ley de Penalización de la Violencia contra la Mujer. Aseguró que la ley está siendo “boicoteada” por los fiscales del Poder Judicial, quienes solicitan sobreseimientos en los casos en que la mujer, por intimidación, no sigue con la causa judicial.
Tal situación se refleja en las estadísticas del Poder Judicial: mientras que un 90% de los femicidios causados por el esposo o el concubino son resueltos, la cifra no llega al 60% cuando se trata de otro tipo de relaciones.
¿Y cómo explicar la baja en el número de femicidios en el 2012? “Una de las hipótesis que yo planteo es que hay muchas tentativas de femicidio. Probablemente, estamos en la ocurrencia de femicidios (en grado de tentativa) que no han sido consumados y, por lo tanto, no se ven en las cifras”, explicó Carcedo.
