Centro Vacacional Playa Bejuco espera plan para su reconstrucción

Las piscinas y los vestidores son las únicas estructuras que se conservan en el terreno del Centro Vacacional Bejuco. La Vicerrectoría de Administración aspira

Las piscinas y los vestidores son las únicas estructuras que se conservan en el terreno del Centro Vacacional Bejuco. La Vicerrectoría de Administración aspira a recuperar el lugar y levantar un nuevo sitio de recreación.

Ocho kilómetros antes de Parrita y a solo cincuenta metros de una hermosa y limpia playa, se encuentra un terreno ideal para descansar, con una piscina y un frondoso higuerón que embellece la finca de veinte mil metros cuadrados. A solo dos horas y media de San José, este sería un lugar perfecto para que los trabajadores de la Universidad  de Costa Rica se dieran una escapadita durante el fin de semana.

O más bien, eso se supone que debería ser el Centro Vacacional Playa Bejuco, valorado en ¢882 millones en 2007 y que ahora está convertido en un terreno solitario, con una sola edificación y suelos sucios y maltratados. Así quedó luego de que las máquinas excavadoras dejaran solo una piscina llena con aguas verdosas y los vestidores, tras una demolición ordenada por la UCR en 2012 debido al estado ruinoso del lugar.

 

Entonces, ¿Cuál es el plan para este lugar? “La idea es levantar un nuevo proyecto”, dice William Jiménez, representante del Sindicato de Empleados de la Universidad de Costa Rica (SINDEU) ante la Comisión Bipartita,  instancia responsable de los asuntos del centro vacacional. Según Jiménez, se quiere un esquema por completo diferente, un lugar con un perfil más recreativo y con áreas de campamento.

Para confeccionar este plan, la Vicerrectoría de Administración formó un grupo integrado por tres administrativos y tres representantes del sindicato, luego de una solicitud en ese sentido de la Comisión Bipartita al Consejo Universitario.

El grupo diseñará el nuevo Centro Vacacional Playa Bejuco. De este diseño poco se sabe aún, pero pretende contrarrestar la “vergüenza institucional” en la que se había convertido el complejo, según expresa Carlos Araya, Vicerrector de Administración.

De acuerdo con Araya, una de las ideas discutidas es la de transformar este centro en un destino recreacional más que en uno vacacional. Así, en lugar de ser un lugar para quedarse por varios días, se desea que en él haya espacios para deportes y diversas zonas de esparcimiento. De esa forma se evitaría tener que gastar esfuerzo y recursos en el mantenimiento de cabinas.

EL PLAN INICIAL

El Centro Vacacional de Playa Bejuco fue creado después de las negociaciones salariales de finales de los años 80, como un complemento al reajuste salarial de 1988, para compensar a los profesores y administrativos que laboran en la Universidad de Costa Rica. El inmueble debía comprarse en 1989 por un costo no mayor a los 15 millones de colones y sería  propiedad de la Universidad.

“La operación y el mantenimiento estarán a cargo de los usuarios”, reza el informe N° 3529 del Consejo Universitario de diciembre de 1988. La Universidad y el Sindicato integraron la Comisión Bipartita para estudiar el plan de desarrollo del centro, según la Convención Colectiva de 1988.

La Oficina de Servicios Generales asumió la administración hasta 2002, cuando pasó a manos de la Oficina de Recursos Humanos.

EL CIERRE

Luego del cambio de administración, y aun cuando los empleados de la Universidad llegaban al centro en grandes grupos, las instalaciones se deterioraron poco a poco. William Jiménez, del SINDEU, afirma que nunca hubo un compromiso para asignar recursos financieros y darle mantenimiento al centro; en 2007 su condición ya era “deprimente”.

Un informe de la Oficina Ejecutora del Programa de Inversiones (OEPI) de 2007 reveló grandes problemas de infraestructura y el colapso de la instalación eléctrica. El higuerón, una de las grandes atracciones del lugar, destruyó techos y pisos y obligó a cerrar las cabinas.

Álvaro García, administrador en el centro, afirma que para 2007 varias cabinas eran inhabitables: “las raíces del árbol destruían las tuberías” y eran un problema las aguas negras y la escasez de agua potable.

En ese año, la Oficina de Recursos Humanos ordenó la suspensión temporal del hospedaje en las cabinas. El cierre “temporal” se convirtió en permanente y en 2012 el Vicerrector Carlos Araya pidió una revisión inmediata del lugar. Para agosto de ese mismo año, la arquitecta Lucía Riba describió el estado inhabitable de varios de los edificios, y el riesgo que el higuerón representaba para las personas.

Además, las edificaciones estaban construidas con materiales que contenían asbesto,  un mineral contaminante y dañino para la salud, y debido a los daños en paredes y techos ese material se desprendía y constituía un peligro para la salud.

Por estas y otras razones, la arquitecta recomendó la demolición, posición apoyada por la OEPI, y en octubre de 2012 la Comisión Institucional de Planta Física acogió la recomendación.

LO QUE FUE Y LO QUE ES

Este centro para vacacionar se había convertido en el estandarte de la Universidad en la comunidad de Bejuco, pues durante ocho años la playa ostentó el título de Bandera Azul, por su limpieza y protección de los recursos. Tal reconocimiento lo conservó hasta que el interés de la institución por el lugar decayó.

Ahora que de nuevo la Universidad ha puesto sus ojos en el lugar, Álvaro García confirma que se siente una diferencia. Él, por su parte, volvió a ser el representante de la UCR en la comunidad y con la ayuda de diversas personas ha reiniciado el proyecto de recuperar la Bandera Azul para Bejuco. Actualmente la playa luce limpia y está bien señalizada, para que los visitantes la disfruten con seguridad.

El terreno de la Universidad, sin embargo, apenas recibe recursos para su mantenimiento.  Según informes de la administración, en el año 2005 el centro recibía regularmente ¢150.000 mensuales. Ahora percibe este mismo monto de manera intermitente. “Hay meses que llega, hay otros que no”,  menciona el administrador del lugar. “Llevamos tres meses sin que envíen ningún dinero, por eso el agua de la piscina está verde”, dijo García al Semanario UNIVERSIDAD el 26 de febrero.

El año pasado, la Comisión Bipartita buscó una oficina u organismo dentro de la Universidad que se encargara de la administración del lugar. Se intentó con la Junta de Ahorro y Préstamo (JAFAP), sin embargo, la junta directiva se negó luego de que su departamento legal consideró que las competencias o funciones de la entidad no incluían administrar un centro vacacional.

Hasta ahora, no se ha encontrado un organismo que se encargue del lugar. El término «usuarios», sin mayor especificación en el documento de su creación, ha causado grandes barreras para encontrar quién asuma este proyecto y  las funciones del cuidado del centro han recaído en la Vicerrectoría de Administración.

Según Jiménez, “los trabajadores activos de la Universidad no muestran mayor interés por el lugar y su utilización”, y solo queda esperar a que el grupo de trabajo formado por la Vicerrectoría de Docencia presente su plan, que deberá agradar al Sindicato, funcionarios y a la Universidad.

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