Cuatro letras y profundas variaciones marcaron al Himno Nacional

El Himno Nacional de Costa Rica, obra de Manuel María Gutiérrez, fue el primer himno nacional centroamericano y en su partitura más antigua tenía

El Himno Nacional de Costa Rica, obra de Manuel María Gutiérrez, fue el primer himno nacional centroamericano y en su partitura más antigua tenía importantes errores armónicos, según lo detalla la docente e investigadora de la Universidad de Costa Rica María Isabel Carvajal, quien dedicó un extenso estudio a la historia y la evolución del símbolo patrio.

El Himno fue presentado por primera vez el 11 junio de 1852 ante la visita a la Casa de Gobierno de Costa Rica de los representantes extranjeros Charles L. Wyke y Robert Walsh (cónsul general británico y agente especial de Estados Unidos, respectivamente). Se trata de una obra que vio la luz como una composición instrumental y que no tendría sus primeras letras sino hasta dos décadas después.

Esta es la partitura más antigua del Himno Nacional que custodia el Archivo Histórico Musical de la UCR.

El documento original se encuentra extraviado. Al final del archivo, en manuscrito, se detalla: «La copia esta es una reproducción exacta de la impresa en París en 1864. No falta un punto siquiera. Las dimensiones del papel son también las mismas». 

La partitura fue una petición expresa –y casi urgente– del presidente Juan Rafael Mora al director General de Bandas, Manuel María Gutiérrez. Su composición expedita ha alimentado una serie de leyendas que presumen que el músico fue obligado a realizar la obra dentro de una cárcel, ante su negativa a ejecutar la orden del Presidente.

De cualquier manera, la premura en su composición pudo haber tenido algunos efectos en la partitura original. La investigadora de la UCR ha detectado una serie de errores importantes a nivel armónico en la partitura de Gutiérrez (el estudio se basa en una copia idéntica de la partitura original, actualmente extraviada). Carvajal subraya descuidos en la partitura en al menos dos de los 28 compases, que no parecen coincidir con la intención musical del autor.

El Himno también dista de ser una composición que refleje en su totalidad la identidad costarricense. La partitura tiene grandes similitudes con himnos y composiciones europeas –especialmente de origen italiano–, su inspiración en La Marsellesa (Himno de Francia) es notoria y destaca la exclusión de cualquier elemento indígena o autóctono a nivel musical.

“La mentalidad colonial excluyó la incorporación de elementos prehispánicos, probablemente por considerarlos de inferior valor que los europeos. La música que representa a Costa Rica ante sus habitantes y ante el resto del mundo adolece de elementos indígenas”, dice Carvajal en su tesis de doctorado titulada “Construcción del imaginario costarricense a través de los símbolos nacionales”.

Escuche aquí una transcripción de la partitura más antigua del Himno Nacional que custodia el Archivo Histórico Musical de la UCR

AMPLIAS VARIACIONES


La historiadora y cembalista de la UCR María Clara Vargas Cullell expone en su libro De las fanfarrias a las salas de concierto que la ejecución del himno fue muy esporádica y pocas veces registrada en las noticias o actas de actividades oficiales. No es sino hasta 1873 que se empiezan a encontrar registros de una letra asociada a la composición.

El primer poema es atribuido al periodista colombiano José Manuel Lleras, es básicamente una exaltación al político de la época, Tomás Guardia, a quien se califica como “guardián de la patria” y “soldado aguerrido”.

“¡Ciudadanos! El sol de los libres / ha subido radiante al cenit!”, exclama el poema. También hay en la letra tres salves dirigidas al mandatario y algunas menciones directas a la Campaña de 1856.

CORO

¡Ciudadanos! El sol de los libres

ha subido radiante al cenit!

Su esplendor nos infunda el aliento

de vencer por la Patria o morir!


I

Costa Rica rompió las cadenas

que la ataban a extraño poder;

soltó al viento la propia bandera

y el imperio fundó de la ley.

Libertad proclamó entusiasmada,

Libertad en el orden y el bien;

del progreso ciñó la guirnalda

¡en su virgen y cándida sien!


II

La ambición de un oscuro extranjero

someterla al yugo intentó,

indignados se alzaron los pueblos,

y gritaron: «atrás invasor!»

Y de Walker las huestes rabiosas

escucharon templando la voz,

pues sobre ellas, las lides heroicas,

Costa Rica clavó su pendón.


III

Largos años entonces el cielo

quiso darnos de dicha y de paz

I (sic)  a su sombra benigna, el Progreso

la riqueza fundó nacional.

El trabajo constante i (sic) activo

daba al pueblo, munifico, el pan

I (sic) era Guardia, el deber circunscrito,

Del derecho del pueblo, el guardián.


IV

La codicia de hermanos celosos

agitada en constante inquietud:

no consciente vivamos nosotros

en la paz, el progreso i la luz;

I nos retan a lid fraticida

preparando el traidor arcabuz;

¡vengan, pues, que jamá la injusticia

vencerá nuestra noble actitud!


V

El cañón que en San Juan i San Jorge

hizo el polvo otro tiempo morder

al intruso bandido del Norte,

su estampido prepara otra vez;

Si el clarín sanguinario resuena,

Costa Rica, con noble altivez,

´guerra, guerra´dirán sus cornetas,

«¡Ciudadanos, morir o vencer!»


VI

I del mar i del prado i del bosque,

Del desierto i poblado la voz

La ha escuchado el lejano horizonte

Repitiendo: «¡Jamás! ¡Invasor!»

»Nuestro suelo no huella la planta

de una alianza cobarde feroz,

Mientras brille la chispa sagrada,

en el pueblo, de bélico ardor»


VII

Mientras Guardia, el soldado aguerrido,

Trace al pueblo del pueblo el deber,

aunque se halle la patria en peligro,

Guardar puede su honor i su fe;

¡Salve oh Guardia, valiente i patriota!

¡Salve, oh Guardia, de heroica altivez!

Salve, oh Guardia, su honor i sus glorias

son de un pueblo de libres, sostén.

El seminarista de Cartago Juan Garita propuso una segunda letra sin alusiones bélicas y cinco veces más corta que los 60 versos propuestos por Lleras. Garita prefirió proponer a los ciudadanos cantar y tocar clarines en honor de la patria, y aludió al laurel como símbolo de gloria y honor. Se desconoce si alguna de estas letras era interpretada con la partitura de Gutiérrez.

Cantaré de la Patria querida

el honor, libertad y esplendor,

con el alma de júbilo henchida,

cantaré de la Patria el honor.


En tu faz sin afán tus hijos vivirán,

siempre unidos gozarán del honor.

Sin triste desdén animosos irán

al glorioso clamor, a la voz de la libertad.


Ceñiré de la Patria la sien inmortal

de laurel y de mirto triunfal.

Tocaré con placer el clarín del afán,

honor cantaré a tu gloria y valor.

Según cuenta Cullell, la primera señal expresa del Gobierno para convertir el cántico en un Himno data de julio de 1888. Ese año se editó un libro de cantos escolares que incluyó una letra de Juan Fernández Ferraz, con arreglo de José Campabadal, los mismos intelectuales españoles a los que se atribuye el Himno al 15 de setiembre.

Nuestro actual Himno Nacional tiene una duración aproximada de un minuto y medio, y aun así es acortado en algunas actividades. La propuesta de los españoles se extendía por más de cuatro minutos y estaba compuesto por ocho estrofas.

El extenso poema y la partitura incluían una larga lista de alteraciones en el texto musical: una introducción radicalmente distinta a la propuesta por Gutiérrez y leves variaciones para ajustarla a la letra. También había cambios en la tonalidad de la obra –lo que facilitaba la interpretación para quienes debían cantarla– y transformaciones en el acompañamiento. Incluyendo sus repeticiones era casi tres veces más larga que la obra original.


Escuche aquí una transcripción del arreglo de Campabadal al Himno Nacional. La partitura incluye el poema escrito por Juan Fernández Ferraz. 

“De la Patria el amor nos inspira/ elevémosle un himno triunfal”, empieza el poema que luego hará alusiones al poeta griego Tirteo y otras frases de contenido bélico. Fueron precisamente el contenido intelectual y la amplia extensión del poema los que motivaron la transformación del himno 15 años después, sugerida en el Diario El Noticiero.

De la Patria el amor nos inspira,

elevémosle un himno triunfal.

De Tirteo en la bélica lira

celebremos su gloria inmortal.

Nuestra voz acordada resuene viril

desde el Ande gigante a la mar;

y repitan los valles, cual trueno rugiente,

las bélicas notas del patrio cantar.

Desde el bosque sombrío al florido pensil,

cunda el eco potente, sublime, ferviente

y al ara bendita, holocausto de amor,

las preseas llevemos de gloria y honor.

Nuestro hogar defendamos sin miedo a la lid

que el laurel nos espera al vencer;

y si acaso tendidos a tierra caemos,

espléndida gloria nos da el perecer.

Sobre el campo tendido a la patria decid,

que del bueno el cadáver jamás dejaremos,

y al suelo confiando su cuerpo mortal,

cantaremos al héroe el himno triunfal.

Nuestros bosques frondosos aliento nos dan,

Con su dulce fragancia sutil;

Y del valle la verde llanura florida,

Enérgico impulso de ardor juvenil.

De la patria querida las glorias serán

luz inmensa y calor que sustenta la vida,

y en ella al rendir en suspiro postrer,

miraremos la muerte con hondo placer.

Gloria, honor a la patria que amante

nos dio cuanto es grato a la vida mortal:

gloria, honor a la tierra y bendita y hermosa,

que a altísima gloria aspira ideal

Si su nombre sin mancha doquiera brilló,

cual estrella radiante de lumbre preciosa;

por ella juremos cual bravos reñur;

sí, juremos por ella vencer o morir.

El presidente Ascensión Esquivel publicó las bases para un concurso de letras el 2 de julio de 1903. José María Zeledón fue declarado ganador un mes después, un 26 de agosto. La obra del poeta de 27 años propuso una exaltación de la vida pacífica del costarricense.

Pese a ello, la letra construye una patria que el propio poeta critica en otras obras. Zeledón observó en Costa Rica a un pueblo “dormido y esclavo”, “pobre y desnudo”, como lo cataloga en sus poemas, ante las condiciones sociales a las que se enfrentan los costarricenses. En este sentido, el Himno no deja de ser un ideal de cambio y esperanza propuesto por el joven poeta.


Actual versión del Himno Nacional de Costa Rica. Orquestación y arreglos del compositor Benjamín Gutiérrez


“Interpreté el himno escuchando el sentir de un corazón costarricense, amante de su paz y devoto de su labor, enamorado de su tierra de su cielo siempre azul, y vertí estos conceptos en un caudal de unas notas subyugadoras que hacen estremecer el ánimo de orgullo y placer”, dijo Zeledón en una carta fechada cuarenta años después.

El último intento por cambiar el Himno Nacional ocurrió hace cuatro años, cuando la abogada Oriette Zonta recurrió a la Sala Constitucional para intentar incorporar lenguaje inclusivo en la obra. A ella le parecían discriminatorias las alusiones a un pueblo “valiente y viril”, que el Himno se refiriera al “hombre”, al “labriego sencillo” o utilizara la expresión “tus hijos”, excluyendo a la mujer en los vocablos y desconociendo –según ella- su participación en la construcción nacional.

La Sala IV declaró inadmisible el recurso el 2 de febrero del 2011 y explicó que no formaba parte de sus potestades realizar un análisis de una obra literaria y, mucho menos, editarla.

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