En la laguna Botos y en el cráter principal del volcán Poás, se puede apreciar el impacto de las emanaciones volcánicas. (Foto: cortesía de Yulián Murillo)
Las emanaciones del volcán Poás —ubicado en la provincia de Alajuela—tienen repercusiones negativas especialmente en la vegetación aledaña al cráter en un radio de kilómetro y medio, aunque la dispersión de los gases a una mayor distancia también puede perjudicar la actividad agrícola de la zona.
Esa es la conclusión a la que llegó el estudio “Efectos de la actividad volcánica en la vegetación del Parque Nacional Volcán Poás”, de los estudiantes la Universidad de Costa Rica (UCR) —de la carrera de Economía Agrícola en la Sede de Tacares de Grecia—, Adriana Barrantes, Yulián Murillo, Bryan Salazar y César Paniagua, quienes llevaron el curso Geografía de Costa Rica.
Por los alcances del curso, el estudio se centró únicamente en el área que comprende el Parque Nacional Volcán Poás, específicamente el área del cráter principal y la laguna Botos.
El volcán tuvo su primera erupción a principios del siglo pasado y mantuvo una actividad importante en la década de 1950; en la actualidad se encuentra en un período de relativa calma, con emisión de gases y esporádicas columnas de agua y lodo.
Para el mencionado estudio, los estudiantes hicieron visitas de campo a la zona y determinaron que la principal afectación se nota en un radio de 1.5 kilómetros alrededor del cráter principal, donde hay una “afectación primaria”, por lo que no hay ninguna existencia de vida animal o vegetal.
De acuerdo con Yulián Murillo, la afectación que tiene la vegetación el volcán se debe principalmente a la lluvia ácida y la emisión de gases como el radón y el dióxido de carbono. No obstante, aunque la salida de gases es constante, esta no es tan activa como la de otros volcanes. Similar sucede con la lluvia ácida, la cual es esporádica.
Murillo mencionó como un factor importante al viento, ya que es el que propaga los gases, la lluvia ácida y la ceniza.
Según el estudiante, el viento sopla hacia el este; por lo que del cráter —en dirección al este— hay un área de 5 a 6 kilómetros de largo en línea recta y de 1 a 1.5 de ancho aproximadamente, donde se ve la mayor afectación.
En esta área, no se dan especies ni vegetales ni animales, a excepción de la lengua de vaca y el arrayán venenoso. Estas últimas son especies vegetales que se han adaptado a las condiciones que propician las emisiones de gases y la lluvia ácida.
Murillo detalló que después de esta zona, hay una de “afectación secundaria”. En esa zona hay vegetación, mas no presenta frutos y se ve la presencia de pocos mamíferos y aves.
PROTECCIÓN DE ESPECIES
La zona de afectación primaria, con un área de aproximadamente los 5 kilómetros cuadrados, representa una barrera natural dentro del parque, según Murillo.
“Hay especies que no pueden pasar. A inicios del siglo pasado, cuando tuvo lugar la primera erupción, hubo una ruptura del proceso biológico que se venía dando en la zona”.
Recordó que si bien el estudio no tenía en sus objetivos comparar la afectación negativa en las especies de un lado y otro, para Murillo sí es importante en un futuro poder hacerlo, para llegar a otras conclusiones.
Acerca de lo anterior, dijo que “es importante para conocer cuáles especies están en peligro de desaparecer; las emisiones no van a detenerse, por lo que se deben de buscar otras alternativas”.
Aunque las especies pueden desaparecer en el parque, es posible que se encuentren en otras zonas del país. Los árboles o plantas puede que sean necesarios para la protección del suelo o de otras especies menores y lo mismo sucede con las especies animales.
Murillo afirma que si bien el estudio abarcó solo el área del Parque Nacional, el cual tiene un área aproximada de 57 kilómetros cuadrados, es importante realizarlo de manera comparativa y a mayor escala, para inclusive conocer los posibles efectos que tiene la actividad volcánica en las actividades agrícolas de la zona.