Un curso de la Escuela de Ingeniería Agrícola de la Universidad de Costa Rica (UCR) analizó la eficiencia en la aplicación de técnicas de cultivo agrícola en ambientes protegidos en el país, con el objetivo de buscar soluciones técnicas y tecnológicas para fortalecer su uso.
El curso contó con la participación del Dr. Paulo Martins Leal, profesor de la Escuela de Ingeniería Agrícola de la Universidad de Campiñas (UNICAMP) en Brasil, y de 22 oyentes que incluían estudiantes y productores de agricultura en invernaderos.
Para los ingenieros agrícolas, la actividad señaló fallas generales que tiene la gestión de la agricultura protegida en el país.
“En Costa Rica no se diseñan los invernaderos porque no tenemos la tecnología. Esta tecnología no se estudia y los modelos de diseño no se estudian en ninguna universidad del país”, explicó el profesor Carlos Benavides, quien acompañó a Martins durante las sesiones de estudio y experimentación.
Según afirmó José Francisco Aguilar, director de la Escuela de Ingeniería Agrícola de la UCR, la visita del experto apuntó principalmente al intercambio de experiencias, con miras a fortalecer las fallas de los cultivos nacionales y, asimismo, colaborar con la modernización del currículum de la carrera de ingeniería agrícola, el cual se encuentra en proceso de reestructuración.
Los invernaderos permiten la producción anual en climas templados o fríos. En estos, a través de pantallas térmicas y sistemas de ventilación, se regula la radiación solar y la temperatura, según la necesidad que tengan los cultivos de los mismos. Costa Rica cuenta a la fecha con 650 hectáreas de este tipo de producción.
TECNOLOGÍA IMPORTADA
Los ingenieros visitaron 3 proyectos nacionales de cultivo en invernaderos. Solo uno contaba con alta tecnología importada de otros países, los cuales utilizan de manera más extensiva esta técnica, como Israel, Holanda o Brasil.
Benavides asegura que en muchos casos la importación de tecnología de países europeos trunca la eficiencia de los invernaderos nacionales, pues los dispositivos no están hechos para temperaturas tropicales, ni toman en cuenta las irregularidades de las tierras nacionales.
Para el profesor, muchas veces la solución es adaptar los terrenos a las técnicas extranjeras, mediante movimientos de tierra para permitir la construcción de las estructuras en terrenos más llanos.
“Un proyecto llega a costar el doble de inversión. Eso afecta terriblemente la eficiencia y rentabilidad del proyecto”, afirmó Benavides. Además, asegura que estos movimientos pueden llegar a colocar al invernadero en un “problema de sostenibilidad”, donde además del riesgo de quitar la capa más fértil de tierra, puede provocar taludes y derrumbes en la tierra desplazada.
FALTA DE GESTIÓN
Otros problemas, señalados por el Dr. Martins, fueron la subutilización de los recursos naturales que ya cuentan los espacios utilizados para la construcción de invernadero (como el uso de las corrientes naturales de viento) y las deficiencias nutricionales y de control de plagas que poseen estas estructuras.
Para esto último, Benavides considera que bajo estos ambientes controlados, se podría lograr el control biológico de plagas a través de radiación solar. Esto evitaría el uso de plaguicidas en los cultivos.
Para José Francisco Aguilar, el problema no es solo tecnológico, sino de una “transferencia tecnológica efectiva”. Es decir, el aprovechamiento de los recursos naturales del área en particular y su complementación con los dispositivos tecnológicos.
“Cada país o cada región, según sus condiciones climáticas, tiene que apostar el marco conceptual a una tecnología particular y eso es lo que ha faltado”, aseguró Aguilar.