La madera pasa por el proceso de acetilación que genera un cambio químico en la composición lo que hace que sea más resistente al ataque de hongos y termitas.
Investigadores del Laboratorio de Productos Forestales (LPF) de la UCR experimentan con proceso químico en maderas nativas de Costa Rica para ampliar la lista de métodos que se utilizan actualmente en Costa Rica para alargar la vida de la madera en el sector industrial.
La acetilación ayuda a preservar la madera de la corrosión producida por condiciones ambientales adversas como la humedad y el ataque de plagas, pero con la diferencia de que se evitará la contaminación que acarrean los químicos tradicionales tanto para las personas como para el medio ambiente.
En Costa Rica, la empresa maderera procesó más de 919 mil metros cúbicos de madera en rollo durante el 2011, según un informe elaborado por la Oficina Nacional Forestal acerca de 273 industrias de transformación primaria de la madera. Los datos del 2012 serán publicados a finales de este año “La madera al ser un material que es natural y biológico, tiene muchos enemigos físicos y químicos, por eso la ideal es aquella que no sufre cambios”, explicó el coordinador de la investigación, el ingeniero químico, Jhonny Alfaro.
El proceso actual de curado para maderas se enfoca en el tratamiento superficial con sales de boro que crea una capa protectora. Sin embargo, como señala Alfaro, dicho proceso presenta niveles de toxicidad.«Esas sales son tóxicas para el hongo o termita y también para el ser humano», explica el ingeniero Alfaro, «el problema es que con el agua, esas sales se van lavando y se filtra en la tierra y mantos acuíferos».
ESTUDIOS PIONEROS
El estudio desarrollado por Jhonny Araya, Tatiana Pardo y Ernesto Blanco comenzó en abril del 2012 como respuesta a la falta de información sobre maderas latifoliadas tratadas con el proceso de acetilación.
La acetilación produce un cambio químico irreversible en la composición de la madera que se vuelve hidrofóbica (no permeable por agua) y a la vez más resistente contra el ataque de hongos de pudrición o termitas.
Los investigadores de la LPF experimentaron con las especies madereras teca, melina, guanacaste y cedro maría, que son las más utilizadas en el país. Obtuvieron resultados positivos al mejorar la reacción contra la humedad mejoró entre un 60% y un 80% para todas las especies, lo cual incapacitó la penetración y ataque de hongos de pudrición blanca.
“Estamos en una etapa germinal en la que tenemos una idea muy básica , casi una noción sobre qué es lo que está pasando”, apunta Alfaro sobre la sola existencia de estudios previos que se han producido en Estados Unidos y Europa con coníferas.
Una segunda etapa de supermaderas se necesita hacer pruebas con termitas, otros hongos de pudrición y la exposición a radiación ultravioleta.
Carlos Rojas, coordinador general de laboratorio, vislumbra la importancia del proyecto en tanto este permite el aprovechamiento y desarrollo de patrones que no perjudican al medio ambiente.