¿La prensa nacional refleja nuestra realidad?

En la actualidad, con el tipo de sociedad en la que nos desenvolvemos y a la que nos han condicionado, para nadie es un

En la actualidad, con el tipo de sociedad en la que nos desenvolvemos y a la que nos han condicionado, para nadie es un secreto que informarse fatiga. La sociedad va hacia un mundo parecido al que describía Orwell en 1984. La juventud no lee, ahora juega Wii, Play Station o algún otro distractor mental, cuyo fin último es estupidizar el intelecto. Aunado a esto los conceptos básicos del periodismo han mutado, y esto se lo debemos en gran parte a la televisión. Bajo su influencia, que ahora ocupa el lugar privilegiado entre los medios de difusión de masas, se ha cambiado el paradigma informativo. Estamos presenciando una revolución informativa de la cual aún no hemos medido todas sus consecuencias. Ahora el objetivo primordial para un telespectador, su deleite, ya no es comprender el alcance de un hecho, sino simplemente ver cómo este se desarrolla. Es de esta forma que se instituye poco a poco la engañosa ilusión de que ver es comprender. Analicemos el concepto de actualidad. La televisión edifica la actualidad, nos induce  un choque emocional, y condena  los acontecimientos carentes de imágenes al silencio, a la indiferencia. Ya se nos ha establecido que la importancia de los acontecimientos es correspondiente a su riqueza de imágenes.

Los grupos de poder monopolizan la información a través de las cadenas comerciales, la televisión, la radio y finalmente el cine. En primer lugar, los héroes, las historias y situaciones, no se parecen en nada a la realidad latinoamericana. Los ídolos de la TV y el cine son personajes estereotipados desde los roles de género que se destinan especialmente a aventuras amorosas con fuertes hábitos de consumo y de belleza, y toda la parafernalia que refuerce al sistema social tradicional. El 95% de las producciones norteamericanas tratan de violencia en general, con  algún tipo de componente misógino -ya sea implícito o explícito- en el mensaje. En las telenovelas, las series de TV y las películas, los héroes son mágicos, todopoderosos, ofreciendo una necesaria sensación de omnipotencia masculina. Los personajes malvados siempre son los aborígenes o indígenas; los héroes son rubios, sagaces, audaces, veloces; en resumen los héroes dan la imagen de playboy americano que no entrega sus emociones, que lucha contra el comunismo o cualquier ideología contraria al statu quo.

Las telenovelas se utilizan como mecanismo de evasión, los anuncios que hay entre los lapsos de propaganda son de total fondo consumista, con música fácil y estereotipada.

Ahora pasemos a la prensa escrita; la mayor cantidad de páginas de un diario dominante y popular están destinadas a artículos superfluos y triviales. Los anuncios de las cadenas de los principales grupos de poder nos presentan artículos  innecesarios como de primera necesidad, y la masa se endeuda hasta el cuello. La información de estos es trivial por excelencia: deportes (futbol), entretenimiento, pseudofarándula, asuntitos domésticos, vida social, horóscopos y demás emplastos. Las pocas “noticias” que nos plantean vienen de cadenas gringas, sesgadas y adecuadas al sistema dominante. Las noticias latinoamericanas solo se observan si presentan en el fondo intereses de tipo capitalista, y eso es claro de entender, ya que los medios oficialistas funcionan como sostén publicitario del capitalismo.

Las revistas dirigidas al hombre y la mujer actual, transmiten la mitología tradicional de que los artículos de consumo superfluo son mandatorios, transmiten la feminidad desde un punto de vista misógino, direccionan los gustos y deseos femeninos y masculinos, promueven la imagen de mujer y hombre feliz en tanto se esté a la moda. La moda como aspiración y reconciliación con la feminidad o masculinidad. Y no debemos olvidar que la moda es una coartada democrática, contiene la idea de modernidad versus conciencia crítica.

La sociedad civil verdadera, o el pueblo con conciencia crítica, no tiene vías de acceso para llegar a los medios de difusión de masas por sus precios.  Sólo la publicidad de quienes pueden pagar está en estos. Es por lo anterior que la opinión pública no está en los medios populares y mayoritarios.

Tomemos un momento y preguntémonos: ¿Cuántos diarios hay en este país que apoyen el cambio social?  En fin, esta es la realidad comunicativa que logro observar en mi querido pero manipulado país.

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