Venezuela se lanza hacia un cambio en democracia

MUD obtiene mayoría calificada al llegar a 112 diputados contra 55 del oficialismo.

Caracas. Mil y seis días después de confirmada la muerte de Hugo Chávez, Venezuela votó en masa por un cambio político al entregar a las fuerzas opositoras el poder legislativo de este país sumido en una grave crisis económica y una alta polarización social que se respira en la calle.

La población venezolana apostó en masa por las urnas como forma de acabar con la hegemonía del poder chavista, un referende de la izquierda latinoamericana, a pesar de las fuertes tensiones entre el oficialismo y los partidos opositores reunidos en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). Tampoco influyeron los antecedentes de violencia ni se cuajaron temores locales e internacionales de desconocimiento de los resultados electorales o fraude.

Tres de cada cuatro ciudadanos venezolanos participó en estas elecciones parlamentarias, celebradas 17 años después del primer triunfo electoral de Hugo Chávez, el inspirador de una corriente política socialista que marcó al continente en este siglo y que recibió “una bofetada” electoral, como finalmente reconoció el presidente Nicolás Maduro en la madrugada del lunes en cadena nacional.

Votaron más de 14 millones de venezolanos y, de ellos, 6,7 apoyaron a los opositores y 4,8 a los oficialistas, como reportaron miembros de una limitada observación internacional en el terreno y de la abundante cobertura mediática que presenció una jornada sin violencia ni rupturas.

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La profusa publicidad oficialista, con el rostro y la voz de Chávez en cada esquina, y la exaltación de multimillonarias obras sociales antes y después de su muerte, no resultaron suficientes para que el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) mantuviera el control de la Asamblea Nacional. Diosdado Cabello, el segundo hombre fuerte de la estructura chavista, tendrá que abandonar su silla de la presidencia legislativa el 5 de enero, cuando la cámara pase a manos de la MUD y comience una etapa política de cambio  cuyos efectos y alcances tampoco se ven claros en esta capital.

“Independientemente de en qué consiste el cambio o los cambios que vengan, hay que salir de donde estamos”, justificaba en la mañana de este domingo el joven Keneth Peraza, mientras se colocaba en una de las largas filas que se formaron frente a recintos electorales de todo el país.

No iba de rojo chavista ni con la camisa blanca frecuente en los opositores, tampoco llevaba la camisa futbolera de la “vinotinto” ni una alegoría de la bandera venezolana, como tantos otros; vestía de negro con el mensaje “no más armas”, en alusión a la violencia que se ha disparado en Venezuela de la mano del descalabro económico de los años recientes.

Peraza votaba en el barrio de Macaracuay, en el municipio Baruta, en el estado de Miranda. Aquí es donde ejerce como gobernador el excandidato presidencial Henrique Capriles, uno de los referentes de la oposición quien horas más tarde, tras una larga y tensa espera por resultados oficiales, iba a reconocer que el triunfo proviene sobre todo del castigo popular al gobierno de Nicolás Maduro, en particular por la realidad económica.

El desabastecimiento parcial en supermercados y farmacias, las filas de horas para comprar azúcar cuando hay y la devaluación en picada de los bolívares también son tangibles en la calle, como observamos en recorridos por la capital y tres estados más en la cobertura de esta elecciones.

“Este mercal (abastecedor estatal) tiene dos semanas de no abrir”, se quejaba una mujer en el populoso barrio 23 de Enero, bastión chavista y sede del Cuartel de la Montaña,  donde está la tumba de Chávez.

Estas carencias son consecuencia de la “guerra económica” desde dentro y fuera, insiste en denunciar Maduro. Otros factores no se ven en la calle, pero son incontestables, como la caída del precio internacional del petróleo a la tercera parte de los números que se mostraban hace siete años, cuando incluso el gobierno de Óscar Arias intentó adherirse al grupo Petrocaribe, una de las plataformas de acción exterior de Hugo Chávez.

Para el cierre de este año, aún con réplicas del golpe electoral de este domingo y pendientes de acomodos políticos en cada bloque, la economía venezolana se reducirá más de un 6%, según estimaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

Aunque faltan cifras oficiales, los cálculos ajenos colocan la inflación por encima del 200%, con un efecto de fuerte devaluación de la moneda en un marco de control cambiario.

Los cientos de periodistas internacionales que entraron esta semana a Venezuela (se acreditaron 10.000) encontraron el cambio del dólar a 193 bolívares en el aeropuerto, pero a más de 800 en el mercado negro. (Los fajos de billetes de la máxima denominación equivalentes a 250 dólares pueden llenar una caja de zapatos).

Pasados los comicios, este martes, un cambista contaba que había una notable baja en la demanda interna de dólares, atribuible a la expectativa de que la recomposición política provocaría un descenso en el tipo.

En una tienda de telecomunicaciones, el dependiente vio a un cliente sacar un billete de $50 y le advirtió entre bromista y serio que era muy peligroso que se lo quitaran los “malandros o Diosdado Cabello”.

Este hombre es el segundo rostro fuerte del legado chavista y se prepara para entregar el 5 de enero su silla presidencial. No escapa a las versiones sobre corrupción en Venezuela. “Es a todo nivel.

El problema es que los de arriba son corruptos y cosas peores, pero ahora también el portero de mi casa o el que “bachaquea” (revende productos regulados) en mi parroquia.

Los de derecha y los de izquierda. En eso sí que no hay bandos”, opinaba un taxista pasando frente al Palacio de Miraflores, sede presidencial. En el retrovisor llevaba un retrato de Chávez y dice desconfiar de nombres como el del dirigente Henry Ramos Allup, secretario del partido Acción Democrática, y probable sucesor de Cabello, según especula la prensa local no oficialista.

Esta agrupación, autodefinida como socialdemócrata, es una de las 21 que forman el surtido ideológico y pragmático de la triunfante MUD, aunque internacionalmente el referente opositor en este año resultó ser Leopoldo López, político encarcelado por los disturbios de febrero del 2014, cuando murieron 23 personas y llovieron críticas internacionales a la respuesta del aparato estatal y de grupos civiles seguidores del chavismo.

López, quien también pudo votar este domingo en la cárcel militar Ramo Verde, representa el ala más dura de la oposición y podría salir libre si así lo deciden los  nuevos diputados

La liberación de políticos presos, las medidas económicas y otras decisiones urgentes dependerán de cómo se repartan finalmente los 167 escaños de la AN cuyo edificio blanco permanecía este lunes en plena quietud, a tono con toda la capital.

Al cierre de esta edición (martes 8 de diciembre a las 6 p.m. de Costa Rica) los opositores obten112 curules y una preciada mayoría calificada aceptada por el Consejo Nacional Electoral (CNE) solo les acreditaba 110, propios de una mayoría simple.

Los oficialistas, más allá de los datos definitivos, quedaron con la menor bancada desde que Chávez llegó al poder, en 1999.

Tanto Maduro como la oposición llamaron a agrupar fuerzas. El reto de unificación es mayúsculo dentro de la variedad de la MUD, como reconocen sus miembros.

“Ahora hará más falta que nunca. Espero que desde mañana (este martes) todas las propuestas, desde elegir la mesa directiva hasta las leyes que se decidan, se hagan en el marco de la unidad”, decía en la madrugada del lunes, en medio de una pequeña celebración callejera, Ramón Muchacho.

Él es nuevo diputado por el partido Primero Justicia y actual alcalde de Chacao, el municipio de Caracas que sirve de centro financiero, comercial (los malls tampoco es que estén vacíos) y hotelero, incluido el Village Altamira, donde la MUD aguardó resultados en la noche del domingo con una fuerte vigilancia alrededor.

Aquí unos simpatizantes opositores cantaban arengas por la caída del gobierno de Nicolás Maduro, cuyo mandato llega hasta el 2019 y podría solo ser revocado por un referendo nacional convocado por los diputados con una mayoría de dos tercios.

Las elecciones de este domingo tenían un aire plebiscitario, pero sus efectos son muy distintos, remarcaba el analista y chavista disidente Nicmer Evans. Tampoco es seguro que todos los opositores quieran sacar del Ejecutivo a Maduro o asumir las duras responsabilidades económicas que exige el momento.

Los ojos de gobiernos cercanos o críticos del chavismo, fuerzas políticas afines y organismos están atentos al surgimiento de ese o esos cambios, además de miles de migrantes que en años recientes se han ido con su dinero o planes de producirlo para establecerse sobre todo en Estados Unidos, España, Panamá, Colombia, Chile o en menor medida a Costa Rica. La prueba electoral, de momento, está superada.

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