Con el «Clodomiro Picado» Premiadas especialistas en riesgo cardiovascular y gangrena

La Dra. Lizbeth Salazar Sánchez se encuentra capacitándose en secuenciación de genes en Alemania, con la idea de seguir profundizando en las enfermedades de

La Dra. Lizbeth Salazar Sánchez se encuentra capacitándose en secuenciación de genes en Alemania, con la idea de seguir profundizando en las enfermedades de la sangre.

Preocupadas por los problemas que causan en la población costarricense las complicaciones cardiovasculares y la gangrena, hace cinco años se propusieron ahondar en el conocimiento científico sobre estos males y hoy son reconocidas con el Premio «Clodomiro Picado Twight» 2003 en la rama de Ciencia, el máximo galardón que se otorga en el país en el campo científico.

Ambas son microbiólogas, lideran un nuevo campo de investigación en sus respectivos lugares de trabajo en la Universidad de Costa Rica, y  tienen en común la humildad y la tenacidad.  Se trata de las Dras. Lizbeth Salazar Sánchez, del Centro de Investigación en Hemoglobinas Anormales y Trastornos Afines (CIHATA),  y Marieta Flores Díaz, del Instituto Clodomiro Picado (ICP).

A la Dra. Salazar se le reconoce su trabajo denominado «Prevalencia de los factores moleculares de riesgo para trombosis venosa y arterial en Costa Rica», y a la Dra. Flores el titulado «Estudios sobre la fosfolipasa C de Clostridium perfringens, la toxina causante de la patogénesis de la gangrena gaseosa».

DETRÁS DEL CONOCIMIENTO

La Dra. Lizbeth Salazar desarrolló su trabajo con la idea de conocer el riesgo potencial que tienen diferentes grupos étnicos de la población costarricense para la enfermedad cardiovascular y trombótica, evaluando no solo los factores de riesgo tradicional o clásico, sino también los genéticos. En total ella estudió 11 marcadores de importancia para estas enfermedades.

El estudio abarcó tres etapas: la parte epidemiológica, la de casos y controles y luego el análisis de relación entre ambos.

Entre los riesgos clásicos o ambientales para esta enfermedad están la obesidad, el fumado, y el colesterol alto; y en los genéticos, una mutación que se presenta en la enzima metiltetrahidrofolato reductasa, más conocida por sus iniciales MTHFR, que es  muy frecuente en el país, y el Factor II de la coagulación, PTG20210A, entre otros.

Ella determinó que 11 de cada 10 mil costarricenses tienen riesgo a padecer problemas  cardiovasculares  y que las mujeres tienen mayor prevalencia de sufrir tromboembolismo venoso que los hombres, mientras que ellos tienden a  padecer más de infartos al miocardio.

Para la investigadora lo más importante es prevenir esas enfermedades, en especial en familias con  parientes que han sufrido infartos, derrames o trombosis, porque eso significa que podrían presentar cualquiera de las mutaciones genéticas asociadas.  «Pacientes jóvenes con historia familiar de haber sufrido esas enfermedades, deberían hacerse estos estudios especiales», recomendó.

El CIHATA es un centro nacional de referencia para todas las enfermedades relacionadas con sangre y creó un programa llamado Marcadores de riesgo trombótico en Costa Rica, para realizarle los análisis a todos los pacientes  hospitalarios que lo requieran, de acuerdo con el criterio y la referencia que hagan los médicos.  De esta forma nuestro país se sitúa en los primeros lugares en Latinoamérica en el abordaje de este tipo de enfermedades.

La Dra. Salazar se encuentra, actualmente, profundizando sus conocimientos en el Instituto de Genética Humana de Alemania, específicamente en lo que es secuenciación de genes, capacitación que le permitirá continuar avanzado en el estudio de las enfermedades de la sangre.

Ella se manifestó muy complacida por el reconocimiento de que será objeto, pero su mayor satisfacción es aportar al conocimiento científico, a las pautas de tratamiento para las personas afectadas y fortalecer más la prevención de esas enfermedades.

DEDICADA A LA GANGRENA

¿Por qué y cómo mueren las células de los tejidos afectados por gangrena? Fueron las preguntas que se hizo la Dra. Marieta Flores cuando comenzó a estudiar la gangrena gaseosa, con la idea de contribuir al desarrollo de nuevas alternativas de tratamiento para esta enfermedad y así evitar la amputación de las extremidades afectadas, que sigue siendo el  tratamiento a seguir en muchos casos.

La gangrena gaseosa es una infección severa y devastadora, que se caracteriza por un intenso dolor, hinchazón en la parte afectada, presencia de gas y necrosis (muerte) del tejido afectado.

La especialista informó que la aparición de la gangrena se asocia a trauma o a intervenciones quirúrgicas del tracto gastrointestinal, aunque en una tercera parte de los casos, ocurre espontáneamente en pacientes con el sistema inmunológico debilitado por  enfermedades malignas o con problemas vasculares periféricos, como por ejemplo, en las personas diabéticas.

El 85% de los casos de gangrena gaseosa lo produce la bacteria anaerobia Clostridium perfringens, que se encuentra en el suelo y en la flora intestinal normal del hombre y de muchos animales. Aunque esta bacteria secreta varias proteínas tóxicas, en 1995 dos grupos de investigadores, uno en Inglaterra y otro en Australia, demostraron que solo una de esas toxinas,  la fosfolipasa C, es la principal responsable de la destrucción de los tejidos infectados.

Esto la motivó a investigar qué partes de la molécula de esa toxina causan la muerte de las células. Para ello se utilizaron técnicas de ingeniería genética y se realizaron estudios en células en cultivo y en ratones.

Estos estudios permitieron  determinar también que una reducción en el contenido celular de gangliosidos (un tipo especial de componentes de las membranas celulares), produce hipersensibilidad de las células musculares a la toxina. Además se encontró  que células, expuestas a una baja concentración de glucosa o una baja tensión de oxígeno, se hacen más susceptibles a la toxina.

La Dra. Flores dijo que esto podría explicar por qué las células de los tejidos con una irrigación sanguínea deficiente, como los de los pacientes diabéticos, se sensibilizan a los efectos de la toxina.

Junto a sus colaboradores, actualmente evalúa diversas sustancias, en ratones, que reducen la muerte celular causada por esa toxina.

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