Un rompecabezas rojinegro

Oscar “Macho” Ramírez no ha podido ganarse el cariño de los seguidores de Liga Deportiva Alajuelense, aunque ha llevado tres títulos de campeón a

Oscar “Macho” Ramírez no ha podido ganarse el cariño de los seguidores de Liga Deportiva Alajuelense, aunque ha llevado tres títulos de campeón a sus vitrinas de manera consecutiva, hazaña  que no la logra cualquiera técnico.

El fanatismo ciego de un pequeño sector de la membrecía rojinegra califica al “Machillo” como saprissista y le endilga su pasado ‒no muy lejano‒ como brazo derecho de Hernán Medford en el cuerpo técnico morado.

“Con Saprissa festejaba los goles, y los de la Liga, su equipo, no lo emocionan”, dicen los más acérrimos fanáticos del equipo.

 

Un sector un poco más grande de los aficionados de la Liga, que gustan analizar las formas de juego, aceptaron a cascarrabias que quizá Ramírez llevaba razón en la forma de alinear al equipo; de lo contrario, no habría ganado tres veces seguidas.

“No arriesga nada; solo juega con un delantero. La Liga es un equipo acostumbrado a atacar; da pereza verlo jugar tan prudente, mezquino y calculador. No nos gusta este Alajuelense”, se quejaban seguidores manudos por el bajo rendimiento actual del equipo,  a quienes el “Macho” supuestamente calló con sus conquistas.

Se jugaron, terminaron y se fueron tres torneos cortos y en el entorno del Alajuelense se vivió la misma procesión. Al final de la ruta, el equipo que no gustaba y que no complacía a su afición, se alzó con el título de campeón.

Se entró entonces al actual campeonato y el Alajuelense se derrumbó: cinco derrotas en ocho presentaciones, las cuales dieron un espacio para que los cuestionamientos al trabajo del entrenador Ramírez se acrecentaran. Ahora, se estaba jugando igual que antes, pero sin triunfar.

La tesis del fanático vencía a la del seguidor erizo pensante, reflexivo, analítico, capaz de buscar las causas verdaderas del desastre, sin pegar simplemente aquella etiqueta de que el “Machillo” no sirve y que es mejor que se vaya porque es morado.

Un contraste entre la formación del Alajuelense utilizada en la final del torneo anterior ‒donde le ganó la corona al Herediano‒ y la alineación emergente que puso el cuerpo técnico en la victoria del pasado domingo ante Limón ofrece una causa primaria para entender un poco del derrumbe.

LA BASE EXPLOTÓ

Por diferentes razones ‒que van desde la venta de jugadores, fichajes en otros clubes, lesiones y suspensiones‒, del equipo último que ganó el Torneo de Invierno pasado no queda casi nada.

La Liga tuvo una formación base con Patrick Pemberton en la portería. Si jugaba con línea de cuatro en defensa, la integraban José Salvatierra, Giancarlo González, Johnny Acosta y Christopher Meneses.

Un volante de marca: Luis Miguel Valle; uno mixto, Marcelo Fazzio Sarvas; dos medios por fuera, generalmente Kevin Sancho y Allen Guevara; un enlace, Pablo Gabas; y un delantero, Jonathán McDónald.

También, tenían cierto protagonismo Elías Palma, Juan Gabriel Guzmán, Cristian Oviedo, Argenis Fernández y Alejandro Alpízar. Al final del torneo se estelarizó Jorge Davis.

De aquel once inicial, que fue titular buena parte del certamen, contra Limón solo jugaron Valle y Sancho.

A Óscar Ramírez se le deshizo el equipo y se le cayó como castillo de arena, tras la partida al extranjero de dos de sus pilares: Sarvas que se fue a jugar a la MLS con el Galaxy y McDonald que viajó a enrolarse al fútbol de Suecia. Este par de futbolistas fueron vitales en la forma de juego del “Macho” y a la fecha, no han encontrado sustituto.

Además, las lesiones convirtieron al club en un hospital. Se han presentado ausencias largas y dolorosas como las de Acosta, Meneses, Kenner Gutiérrez y Gabas; otras más cortas como Salvatierra, Sancho, Alfonso Quesada, Argenis y Guzmán. Alpízar estuvo fuera de circulación varias semanas. Por otro lado, las cinco expulsiones seguidas, una cada juego, se encargaron del resto. Esto último es responsabilidad exclusiva del grupo.

De manera que el rompecabezas armado por Óscar Ramírez  ‒con la colaboración de Mauricio Montero, Luis Antonio Marín y Gerardo Chavarría‒ se fue al suelo y las piezas se desparramaron por el mosaico, igual que botar un tablero bien armado de ajedrez.

No quedó títere con cabeza y para enfrentar la nueva temporada, Óscar Ramírez quizá se confió en que Froylán “Cachorro” Ledezma podía cumplir con el rol de McDonald y la firma del brasileño Everton Cézar podía hacer notar la ausencia de Sarvas. Pero no fue o no ha sido así. Ledezma también se lesionó y Everton apenas se acomoda al engranaje.

Dos derrotas en el arranque del torneo, 4-2 con Belén y 1-0 ante Cartaginés, encendieron las luces de alertas en el campamento manudo. Después de respirar y equilibrar los papeles ganándole a Orión y a Herediano, se fue a pique el equipo con otras tres derrotas en fila y sonaron todas las alarmas. Se perdió contra Puntarenas 1-0, contra Saprissa 2-1 y contra Santos 3-1. Como lo dijeron los propios jugadores tricampeones: tocar fondo.

CAMINO DE ESPINAS

Lo vital ahora para el Alajuelense es atrapar el cuarto lugar de la clasificación y la tarea empezó con la victoria ante Limón.

Para no perder en las primeras de cambio la posibilidad del tetracampeonato, la Liga debe clasificarse a la segunda fase y son cuatro clubes los que pasan.

La casa está llena: Pérez Zeledón en temporada de ensueño no para de ganar y le mete a la Liga 14 puntos de diferencia. Ni soñar en cazarlo. Saprissa y Cartaginés se ven también lejos.

Pareciera que hay que cazar al Santos, hoy en el cuarto lugar con 13 puntos, solo 4 unidades más que el Alajuelense. Claro, también Belén, Limón y Herediano desean clasificarse y todos están por encima de los monarcas.

¡Vaya ruta espinosa la que espera a los leones!

Hay una esperanza, poco a poco y fecha a fecha, se suben a la mesa piezas que se cayeron en el vendaval para tratar de volver a armar el grupo. Ya para el siguiente partido regresan Pemberton, Giancarlo González, José Salvatierra, Juan Gabriel Guzmán y Alpízar. Para el que sigue están Gabas y Ledezma.

No hay espacio para perder más unidades. Los seguidores manudos están a la expectativa y quizá por esta contaminación que ha tenido el grupo, ya no se fijan tanto en cómo juega el equipo y si Óscar Ramírez planifica bien los juegos y sigue prudente y defensivo. Ahora solo interesa ganar y la urgencia de puntaje borra aquel insistente cuestionamiento al trabajo del cuerpo técnico.

Tanta contrariedad, tanta plaga interna y tantos problemas domésticos más bien han unido a los fanáticos con el entrenador, desesperadas las dos partes en cosechar unidades para que no se esfume la corona.

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