Biólogos se reunieron en nuestro país para analizar causas de la reducción de poblaciones de sapos, ranas y otros anfibios.
Phyllomedusa lemur es el nombre de esta rana que habita en la zona de Monteverde y Tapantí. Al igual que esta, 22 especies más se han visto reducidas y se estima que 11 podrían estar extintas. (Foto: Andrés Vega)
Con la idea de unir esfuerzos y compartir resultados de investigaciones relacionadas con la reducción y desaparición de los anfibios, biólogos de diferentes lugares del mundo se reunieron recientemente en un simposio en la Universidad de Costa Rica (UCR).
La actividad «La disminución de los anfibios» reunió a expertos en herpetología de América Latina y Estados Unidos, y sirvió para que los científicos analizaran la situación de las especies y así formularan recomendaciones a entidades públicas en el manejo de recursos.
Además con el simposio se inició un programa de cinco años sobre tópicos relacionados con los anfibios, que les permitirá a los especialistas contar con más información para entender el fenómeno de la disminución de poblaciones de estas especies.
«Red de análisis de anfibios neotropicales amenazados» es el nombre de este nuevo esfuerzo, que busca generalizar la investigación en Latinoamérica y tomar líneas de acción, comentó Federico Bolaños, subdirector de la Escuela de Biología de la UCR.
AMENAZADOS
En el mundo existen 4700 especies de anfibios; Costa Rica cuenta con 182, esto significa que posee el 4% de todos los anfibios a escala mundial. Estos animales respiran por la piel, por lo tanto son buenos indicadores de la contaminación en el ambiente; además, se alimentan de insectos que transmiten enfermedades al ser humano, como zancudos; y atraen al ecoturismo.
A pesar de la variedad y cantidad, los biólogos reconocen que todavía se maneja muy poca información sobre ellos, salvo de las ranas y los sapos que han sido un poco más estudiados.
En Costa Rica existe gran preocupación por la disminución de estas especies, principalmente, desde que el sapo dorado, que habitaba en Monteverde, desapareció en 1989.
Según Bolaños, las reducciones masivas de ranas y sapos se dieron durante los 80 y hubo algunas aisladas en los 90, sin embargo, las razones de ese fenómeno son desconocidas.
El biólogo Gerardo Chaves manifestó que aunque es común que disminuyan especies, lo que extraña es que se hayan dado en sitios sobre los 700 metros de altitud.
Para determinar si el tamaño de las poblaciones se había reducido, los biólogos realizaron observaciones en la Fila Costeña, la Cordillera de Talamanca y la Cordillera Volcánica Central.
CAUSAS DESCONOCIDAS
Se estima que en Costa Rica 23 especies de ranas y sapos podrían haberse visto disminuidas, sin embargo, se cree que al menos once de estas estarían extintas, pues no se ven desde hace 10 años.
Aunque se ignora cuál fue el motivo de la reducción del tamaño de las poblaciones, los científicos han planteado varias hipótesis: el efecto del ser humano en el ambiente, que ha producido cambios climáticos; daño en la capa de ozono, lluvia ácida, así como patógenos e introducción de especies, (como truchas). Los expertos consideran que más bien podría haber una interrelación entre todos esos factores.
Chaves explicó que una de las principales hipótesis es que dado que los anfibios respiran por la piel, al haber calentamiento global, el aumento de la temperatura disminuye la respuesta inmune de los animales, y así son susceptibles a los patógenos del ambiente (principalmente hongos) que antes eran inofensivos.
Durante el simposio Chaves y Bolaños analizaron la disminución de poblaciones de ranas y sapos en Costa Rica. Además expusieron expertos como la estadounidense Karen Lips, quien descubrió un hongo que afecta las ranas centroamericanas y James Collin, líder en el tema de las enfermedades de anfibios.
