Un problema de lógica: El síndrome de Estocolmo democrático

Hace tiempo que observamos nuestra incapacidad colectiva para realizar la conclusión que falta ante tanta premisa abusiva del poder en nuestro contexto. Esta incapacidad

Hace tiempo que observamos nuestra incapacidad colectiva para realizar la conclusión que falta ante tanta premisa abusiva del poder en nuestro contexto. Esta incapacidad colectiva de realizar conclusiones hacia la afirmación de la nuestra como una forma de Dictadura, denominada Democracia Representativa, es traducible a la indefensión crónica aprendida o síndrome de Estocolmo democrático-doméstico al que nos reduce esta gran mentira de nuestra inteligencia político-económica.  La disociación psíquica consecuente nos identifica como presos platónicos de la caverna patética con los emblemas de este sistema de los poderosos, mientras escuchamos torturadoramente desde nuestro nacimiento que los símbolos de nuestra servidumbre son los baluartes de nuestra libertad.

Alienados de la educación, no por las tangibles leyes, sino por las silenciadas causas reales de la indigencia del ánimo en el ambiente hostil de las carencias múltiples; negadores personificados de la paz mítica y de la equidad de género en reiterados informes de violencia sexista y maltrato infantil; insensibles observadores de opresiones cercanas y llorones sempiternos de insensibilidades y fallos de los otros; marginados de la posibilidad de decidir ni participar en decisión alguna que involucre verdaderamente un acto de libertad civil; golpeados en todos los diferentes habitáculos de la estrecha celda, repetimos las consignas de las que se ríen nuestros guardianes de su Democracia, en tanto representan diariamente esa tragicomedia lucrativa de la asamblearia farsa con la que nos parasitan las figuras más visibles de entre nuestros opresores.

No importa que nosotros, los dueños del discurso ininteligible para los marginados, los que podemos hablar en ciertos espacios inofensivos para el orden social, expresemos dispersamente reflexiones inconexas, puesto que como perfectos productos reales de una Dictadura Real, jamás inferiremos el ‘por tanto’. Realizamos así el ridículo del sonámbulo inconexo que tras enunciados múltiples incoherentes vuelve al lecho y prosigue un sueño en el que se imagina consciente. Exactamente la misma estrategia que nuestra mediática oligarquía utiliza para mantenernos en el preámbulo de la inteligencia: la dispersión de las noticias y el caos informativo en descontrol salvaje que, si se sazonan de embrutecimiento mediante pan y circo, nos perpetúan al borde de las conclusiones nunca inferidas.

Si el territorio queda en pocos años sin bosque, los niños nunca han de saberlo; si los ríos más contaminados de la región están en nuestra casa y apestamos de coliformes en exceso infinito, debemos aprestarnos a dar lecciones del cuidado de los fluviales cauces a vecinos; si la violencia social de todo tipo muestra nuestro verdadero rostro, nuestros enanos líderes nos señalan su éxito inconmensurable en informes de felicidad que son informes de la imposible medida de su victoria sobre nuestra desmoralización o indignidad.

Los datos de la pobreza que crece en nuestro medio y disminuye en otros del entorno; el abismo creciente de desigualdad asociado al aumento del Producto Interior Bruto, se invisibilizan en la inteligente administración de una información atomizada en inmensos espacios interestelares de fútbol patriotero y reggaetón. Esto más la inercia mental del síndrome disociativo del estocolmismo democrático (SIDED) serían posibles causas de que nos veamos reducidos a tal miseria multiforme sin que seamos capaces de inferir las conclusiones inevitables con respecto a la calificación de nuestro régimen; o tendríamos que concluir algo peor respecto de nosotros mismos.

Una estrategia básica para lograr nuestro sometimiento congénito y connatural es la sistematicidad incansable de la cotidiana labor de Formación Mediática del Espíritu Nacional en la que le va a los tiranos la supervivencia; la segunda, unida a esta, es la dispersión calculada de informaciones críticas suficientemente donadas para justificar el gesto democrático de la dictadura, inteligentemente situadas para mantener en el estatus de premisas intemporales lo que pudieran ser peligrosas aproximaciones de luces conclusivas, peligrosos iniciadores de mentales revoluciones que amenacen nuestra felicidad y ordenamiento democrático (abandonalacalle.ya.ac.cr).

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