Un cuadro de luces y sombras constituye el periodismo regional, aunque podría convertirse en semillero de buenos periodistas.
La formación de periodistas es un punto clave para fortalecer el periodismo regional. (Foto con fines ilustrativos)
En un país en el que la vida política y mediática transcurre en el Valle Central y más allá de sus fronteras solo interesan las catástrofes, los medios regionales deberían significar una excelente opción para las comunidades, pero en su mayoría solo alcanzan a ser lamentables deformaciones del periodismo escrito tradicional.
Las debilidades de este tipo de medios son abrumadoras y en un alto porcentaje ello se debe a la poca o nula profesionalidad con que son realizados por periodistas o personas empíricas que están a su cargo.
En el mundo de los medios regionales todo está al revés. Por eso hoy son la cenicienta del periodismo costarricense, cuando podrían representar una gran oportunidad para las comunidades en que circulan y para los profesionales que los impulsan.
La pobreza en la diagramación, la circulación deficiente, los errores en la escritura de notas elementales y las grietas en la periodicidad, hacen de estos medios una especie difícil de clasificar en el ámbito de la comunicación.
A menudo tienen «tirajes fantasma», lo que equivale a decir que ciertos directores de periódicos afirman que sus medios se reparten en determinado lugar y ello no corresponde a la realidad.
Otros aparecen ocasionalmente, desaparecen y resurgen cuando hay anunciantes, pero no mantienen un patrón riguroso de periodicidad, lo que hace imposible un aporte a las comunidades a las que sirven en teoría.
El propósito de este artículo es encender un faro para que se empiece a gestar un cambio urgente y radical en su concepción, así como una revisión profunda.
El mejoramiento de los periódicos regionales fortalecerá la democracia costarricense, pero no a partir de ese concepto abstracto y vacío, sino al darle la palabra a personas, comunidades y pueblos que son excluidos de los medios de circulación nacional.
PRIMERA EQUIVOCACIÓN
El primer equívoco consiste en creer en que estos medios son un espacio para periodistas fracasados, en vez de una oportunidad para promover el mejor periodismo posible y con un sólido contenido social.
Las universidades son las que más aportes deben en este campo, pues forman a sus alumnos con la idea de que a lo más que pueden aspirar es a trabajar en un medio nacional, ya sea televisivo, radiofónico o escrito, pero nunca se les incentiva para que desarrollen su propia empresa, y menos fuera de la zona metropolitana.
Quienes los impulsan miran el horizonte de forma errada: les interesa primero la publicidad y luego el periodismo, cuando la ecuación debería ser a la inversa.
En un país en el que el buen periodismo es tan escaso, aquí existe una gran ventana para los medios alternativos, mas hay que saber concebirlos y darles un tratamiento profesional.
Lo anterior explica el descuido -hay que hacer la salvedad de algunos medios que hacen un esfuerzo profesional serio- que esos periódicos evidencian.
Si se le preguntase a los directores de esos medios cuál es la línea editorial, el estilo en la redacción de las noticias, el por qué de la escogencia de las secciones, las respuestas podrían ser abrumadoras y espeluznantes.
Basta con un análisis básico de esas publicaciones para constatar que su concepción general no existe y el material periodístico se ubica como si fuera una bodega en la que todo cabe.
Vistos a la luz de su calidad, los medios regionales tienen un siglo de retraso en relación con las exigencias de la sociedad actual, en la que el impacto y el crecimiento de la comunicación es impresionante.
SIN SOPORTE
Los periódicos regionales no poseen una adecuada estructura de empresa y sus fuentes de financiación dependen en exceso de la publicidad estatal.
Y el problema es que esa publicidad no siempre se otorga con base en criterios objetivos. No son los mejores medios los que reciben la pauta publicitaria, sino los que tienen amistades o aplican más insistencia, con lo cual se alienta la mediocridad.
Esta situación es grave, porque se repite con las agencias publicitarias, cuyos «genios» no salen de sus confortables oficinas y por ende desconocen por completo qué beneficios produce la publicidad local.
Las empresas de carácter nacional, con intereses particulares en diversas regiones, ignoran a estos periódicos por desconocimiento de las agencias de publicidad que son muy deficientes y porque la fragilidad de los propios medios favorece esa situación.
Se da el caso, por ejemplo, de que la Superintendencia General de Entidades Financieras (SUGEF) obliga a sus supervisadas a publicar solo en medios nacionales, con lo que no solo afecta a los medios regionales sino que además niega su existencia.
De esa manera se dan publicaciones en medios que se consideran nacionales, pero que en verdad no lo son, por lo que las informaciones nunca llegan al público meta.
Si los medios no alcanzan a consolidarse en sus comunidades, por la pobreza de sus contenidos, y no logran existir ante las agencias de publicidad, y en el Estado no se les exige una mayor calidad para autorizarles pauta, seguirán empantanados.
Para su mejoramiento hay que encontrar fuentes de financiación que faciliten una estructura que contribuya a planificarlos, a dotarlos de proyecciones reales y fundamentadas, y a un mercadeo oportuno.
La paradoja es que en estos tiempos modernos el espacio para los periódicos regionales, en los que la gente pueda debatir, reconocerse, y tener un sentido de pertenencia que no encuentran en los medios nacionales, es cada vez más fértil.
El punto clave está en pasar de un «folclorismo periodístico» a un periodismo real, con notas bien escritas, con profundidad en los enfoques, con una propuesta visual y gráfica de avanzada, que les permita ser tratados como tales y no que se oiga esa voz que anuncia «ya llegó el periodiquito».
El panorama actual de los periódicos regionales es en extremo sombrío, mas se pueden aprovechar las condiciones del país para lograr que
ocupen un lugar de privilegio y sean, como ocurre en España y Estados Unidos, un semillero de buenos periodistas.
Es necesario un aporte concreto del Colegio de Periodistas, que debería convocar con urgencia a un encuentro de periodismo regional para revisar a fondo el tema, una participación inteligente de la Escuela de Comunicación de la Universidad de Costa Rica e incluso de las universidades privadas, que forman a periodistas que en ocasiones no saben escribir ni siquiera una elemental carta de amor.
*Director del periódico El Jornal, que circula en Desamparados y en la región de Los Santos-Caraigres.