«Hay empresarios que van a Nicaragua a ofrecer miles de empleos en Costa Rica, por eso los nicaragüenses vienen al país en busca de su sueño», dijo César Meléndez.
El monólogo «El nica», dirigido y actuado por César Meléndez, cumplirá el 11 de agosto un año de estar en cartelera y su éxito se funda en indagar el lado humano de la inmigración nicaragüense en el país.
El drama de dolor y soledad que viven los nicaragüenses que emigran a Costa Rica, donde se someten a los más diversos trabajos con el afán de sobrevivir en un país que los rechaza por su condición de extranjeros, es la realidad que trata «El nica», una obra representada con pleno éxito por César Meléndez y que nació como una inquietud personal y un ejercicio didáctico.
«El nica» cuestiona con firmeza los discursos que estigmatizan a los nicaragüenses, a quienes muchos reducen, según su autor, a «números y cosas», en un país que de manera solapada fomenta la explotación de mano de obra barata.
A partir de una sólida investigación de más de dos años, Meléndez, quien es estudiante de la escuela de Artes Dramáticas de la UCR, e integrante del teatro La polea, retrata la otra cara de la inmigración nicaragüense en el país.
¿Cómo se explica el éxito de su obra en un país en el que existe un marcado rechazo por los nicaragüenses?
-En un principio la gente pensaba que andábamos haciendo un espectáculo que presentaba chistes de nicas. Es cierto que la obra está cargada de humor, pero es un humor negro que hace que muchas personas lloren durante su representación. Aquí hay cierto rechazo no solo contra los nicaragüenses, sino contra los inmigrantes pobres, porque ello no sucede con los que vienen con grandes o medianos capitales.
Costa Rica es percibido en el exterior como un país de paz. Esa es una imagen que se vende y los que más cerca están, son los que más fuerte escuchan.
La respuesta del público ha sido maravillosa y no sé si la obra lo que nos dice es que necesitamos más información para entender la problemática del inmigrante en general.
La pieza intenta rescatar el drama humano de los inmigrantes que vienen a buscar trabajo y a muchos se les trata como si vinieran a robarlo.
-¿Contribuyen los medios de comunicación a reforzar el estigma que existe sobre los inmigrantes y en especial respecto a los nicaragüenses?
-Creo que sí y no. Es obvio que muchos medios parecen esmerarse en presentar la información sobre los inmigrantes y sobre los nicaragüenses con una carga negativa. Prefiero pensar, sin embargo, que hay algo que no se toma en consideración para que procedan de esa forma. No solo los medios influyen en esa connotación que se le da al inmigrante. El fenómeno de la inmigración está enmarcado en un 50 % de las personas que llegan y en un 50 % por aquellos que las reciben.
En un momento dado, el personaje del «El nica» dice: «Qué difícil ser extranjero en un país extranjero, sobre todo cuando yo no quiero ser extranjero, pero es que me tratan como extranjero. No se trata más bien entonces de que hay que tratar bien al extranjero, no es eso lo que dicen por todo lado. Entonces a cuál extranjero es al que hay que tratar bien y a cuál no». Esta es la gran pregunta.
¿Cómo cree que influye lo político en esta discriminación?
-De repente hay mucha gente interesada en que se vean nuestras diferencias y poca en resaltar nuestras similitudes. Hay elementos históricos que hacen a Costa Rica diferente en el área, pero los dos pueblos, por no decir toda Centroamérica, comemos arroz, frijoles, maíz y padecemos desastres naturales parecidos. Es cierto, y perdón porque voy a decir una palabra que mezcla religiosidad, que Costa Rica es un país bendito. Este país está bendito porque este pueblo no ha sufrido. ¿Será que porque no hemos sufrido no logramos entender las cosas? ¿Será que el sufrimiento nos da licencia para la comprensión? Si se hablara más de los puntos que nos unen, quizá podríamos encontrar puntos de equilibrio. Sería el asomo de la tolerancia, una tolerancia que percibo al final de cada función, cuando la gente aplaude y dice «qué bonito», «qué maravilla». La gente le ha dado la oportunidad a que una humilde obra de teatro como «El nica» pueda hacer vernos otra realidad y decir, «mirá, si es que somos hermaniticos».
¿En «El Nica» se cuestiona al patrón explotador que obliga a los nicaragüenses a laborar 12 o 14 horas. ¿Cree que existe complicidad del régimen de vigilancia social para que esta situación se acentúe?
-No sé si el sistema no ha estado atento o le han querido poner una venda en los ojos. La obra habla de cosas de la vida real. «El nica» le pide perdón al público y le dice: «perdoname, hermanito, porque nosotros no cotizamos para la seguridad social de este país», perdoname vos, porque a nosotros nos pagan menos que al salario mínimo».
¿La burla que hace el costarricense del lenguaje de «El Nica» y que está muy bien retratado en la obra, es también una forma de agresión hacia estos inmigrantes?
-Sí hay una agresión, pero no es la palabra la que agrede, sino la intención que está detrás de la palabra.
A partir de los símbolos patrios apuesta por una síntesis y un entendimiento entre ambos pueblos. En este contexto, ¿la disputa del río San Juan es una muestra de la negligencia de ambos países?
-No sé francamente, no tengo argumentos sobre los cuales hablar, porque no soy político. Creo que sé lo que he escuchado y lo que rumora la gente en la calle. La gente considera que hay circunstancias que nos empujan a un odio y que hay intereses económicos que lo motivan. La cosa política está en la obra, pero interesa hablar de la parte humana, porque he sido inmigrante. Mi responsabilidad no es decir qué está bien o qué está mal, sino poner un espejo y poner en el escenario mi visión de la realidad.
La obra ha sido presentada en escuelas y colegios, ¿podría contribuir a que entre los jóvenes disminuya el chauvinismo con que es visto el nicaragüense?
-Hemos sabido de profesores que por habernos invitado a que representemos la obra en su comunidad han sido amenazados de que podrían perder sus trabajos. De ahí la valentía de permitirnos decir, a través de la obra, «vean, el problema no es más grande que esto». Es cierto que hay un problema de importantes dimensiones, pero es importante que nos demos el chance de conocer la otra parte de la historia.
En «El Nica» los símbolos religiosos, omnipresentes en la pieza, unen; sin embargo, en la realidad no sucede lo mismo. ¿Por qué considera que las jerarquías eclesiásticas insisten en crear distancias entre los países?
-El Cristo que aparece en la obra es nica, porque el personaje se lo trajo de Nicaragua. Innegablemente hay gente interesada en remarcar nuestras diferencias, pero eso no va a ser posible. Según un profesor de esta Universidad, al costarricense lo distinguen tres rasgos: el indígena, el español y el negro. A estos, de acuerdo con su estudio, hay que añadirle la rama nicaragüense. Nos hemos entremezclado. Yo nací en Nicaragua, pero mi hermano es costarricense. En una familia convivimos un nica y un tico.