Los Hijos de Cuasrán

La Fiesta de los Diablitos mantiene viva la cultura boruca en la reserva indígena de Rey Curré, en medio de una lucha consta nte

La Fiesta de los Diablitos mantiene viva la cultura boruca en la reserva indígena de Rey Curré, en medio de una lucha consta nte por su sobrevivencia.

El ronco canto de los caracoles y los gritos desafiantes anuncian la llegada de los diablitos, jóvenes borucas que cada año reviven una tradición de lucha y orgullo, cuyo origen se ha perdido en el tiempo.

Con sus máscaras originales y coloridas, persiguen insistentemente al toro, representante del invasor español.

Tradicionalmente, el último fin de semana del mes de enero da lugar en la reserva indígena de Rey Curré a la Fiesta de los Diablitos, un acontecimiento de gran importancia cultural e histórica para la comunidad.

En esta ocasión, la Fiesta se realizó entre el 31 de enero y el domingo 2 de febrero.


NACIMIENTO

La reserva de Rey Curré consta de 10 mil hectáreas y su población ronda los 500 habitantes. Fue fundada por colonizadores provenientes de la vecina reserva de Boruca.

Aunque tradicionalmente la comunidad se dedicó a la agricultura, la venta de artesanías se ha constituido como una muy importante fuente de ingresos.

La vida de sus habitantes está muy ligada al majestuoso río Térraba, del cual extraen diferentes especies de peces.

Una vez al año, en ocasión de la «Fiesta de los Diablitos», la reserva cobra protagonismo y es visitada por pobladores vecinos con motivo de los bailes que se organizan por la noche.

La ceremonia se inicia la noche de jueves, cuando los diablitos, quienes representan a los indios, vienen al mundo y se dedican a celebrar su felicidad. Es en este momento que comienzan las fiestas, caracterizadas por la producción y consumo de chicha, licor hecho a base de maíz y dulce de azúcar.

El Diablo Mayor representa al cacique, es el encargado de organizar los tres días de festividad. Según la tradición, es un honor vitalicio y, normal aunque no exclusivamente, la sucesión se da de padre a hijo.

Actualmente, el Diablo Mayor es Santos Rojas, quien sucede a su padre Lucas Rojas, primer Diablo Mayor de Rey Curré.

Rojas considera que la Fiesta de los Diablitos es muy importante tanto para la cultura boruca en general como para la comunidad de Rey Curré en particular.

«La fiesta comenzó en Boruca, pero no se sabe cuándo. Mi abuelo decía que desde que se podía acordar había diablitos. Hace 21 años mi papá la inició aquí en Curré», recordó don Santos, quien agregó que el inicio del la Fiesta se relaciona con la creación de la Asociación de Desarrollo, principal canalizador de las luchas que ha dado la comunidad en la historia reciente.

«La Fiesta es un convivio general, aquí no existe diferencia por color», agregó el Diablo Mayor.

EL TORO

El viernes en la mañana llega el español, representado por un toro. Durante todo ese día, el sábado y hasta el domingo, los diablitos se dedican a perseguir al toro, retándolo y atacándolo insistentemente desde las 8 de la mañana hasta la puesta del sol.

La ceremonia consiste en una verdadera procesión, en la que diablitos y toro se detienen a «jugar» en cada una de las casas que ha aceptado recibirlos y obsequiarles chicha.

Celedina Maroto es la maestra de la lengua boruca en la escuela local, lo cual la convierte en una de las principales voces de la visión de mundo y tradición oral boruca, en un pueblo en que el uso de ese idioma se ha perdido casi totalmente.

Maroto indicó que «la Fiesta de los Diablitos es una representación de la defensa de este pueblo desde la Conquista. Es una historia de lucha por la tierra, primero contra los blancos que venían a comprar las tierras, luego por lograr las escrituras que legalizaran nuestras propiedades y, actualmente, contra la represa» .

En Rey Curré hay un ineludible tema de conversación, en la mente y corazón de sus habitantes está siempre presente el Proyecto Hidroeléctrico Boruca, el cual pretende anegar una gran porción de territorio, incluyendo esta Reserva.

CUASRÁN

«Actualmente, nuestra lucha es contra la represa; si tiene que haber sangre, habrá sangre, pero nosotros creemos en la intervención de Cuasrán, aún si perdemos todas las batallas no nos abandonará y el día que traigan la primera máquina para romper la primera piedra, ahí algo va a pasar», sentenció Rojas.

La maestra Maroto explicó que «Cuasrán es nuestro abuelo más viejo. Cuando llegaron los españoles no se dejó bautizar, se fue a vivir al Cerro Volcán con su hijo Sancragua y no habla ni una palabra de español. Él vive y se puede manifestar de muy diversas maneras».

Orlando es uno de los pocos jóvenes de la reserva que logran estudiar  en San José, él habla de las manifestaciones de Cuasrán en árboles o personas alrededor. «Cuasrán es una escuela», declaró.

LA MUERTE DEL INVASOR

El domingo, al igual que en los días anteriores pero con mayor participación, desde temprano los diablitos salen a atacar y a provocar al toro.

Hacia el final de la tarde, el toro invasor logra tumbar a todos los diablitos, matándolos. Incluso, se permite atacar a algunos de los espectadores, antes de huir hacia el monte y esconderse.

Cuando todo parece perdido para los indios, el espíritu de Cuasrán los levanta y salen furiosos a darle caza al agresor.

Luego de ser encontrado, el toro es enlazado y llevado al lugar donde se le dará muerte. Después de unas cuantas embestidas, su cabeza es cortada y luego su cuerpo arde bajo el fuego de dos palmeras.

La comunidad sigue atentamente el desarrollo de estos acontecimientos, desenlace catártico de una ceremonia boruca única en el mundo.

«Tenemos presente el rescate de nuestra cultura a través de la fiesta. Ver que el pueblo se identifica, a los niños que corren y gritan detrás de los diablitos, es muy motivante», declaró Rojas.

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