Es falso que en una democracia la mayoría elija al gobernante. La suma de los que tienen derecho a votar (el electorado) es la base sobre la que debe calcularse qué constituye la mayoría, más del 50%. Y durante 57 años a partir de 1953, en quince elecciones presidenciales de Costa Rica, en promedio, al “elegido” o “elegida” solo lo apoyó 36% del electorado; es decir, 64% no votó por él. Ni una sola vez pudo el “elegido” obtener el apoyo de más de 45% del electorado. Entonces, ¿cuál “mayoría” lo eligió?
Es más, en las últimas cuatro elecciones a partir de 1998, el “elegido” o “elegida” solo obtuvo en promedio el 31% del voto del electorado. Y ¿sabe quién les ganó cada vez? Fue “Ninguno”, apoyado por quienes no votaron, votaron en blanco o anularon su voto: por quienes no emitieron un “voto válido”, que representaron en promedio 35% del electorado y que sumaron 911.158 personas en 2010.
Y nótese bien que no se requiere que un mínimo de personas voten. Por ejemplo, si solo votan cien personas y el resto de la población no vota, aún así alguien sale “elegido” y dice estar legitimado.También nótese cómo nos dicen que nadie nunca debe quejarse del sistema. Si uno vota por un político y luego este resulta ser malo, dicen: “no se queje, usted votó por él”. ¿Y si votó por otro? Entonces dicen: “no se queje, al participar en la votación, aceptó la posibilidad de que otro sea elegido”. ¿Y si no votó? Entonces dicen: “no se queje, tuvo la oportunidad de protestar con su voto y no lo hizo”. Así que según esta absurda “lógica”, nadie debe quejarse sin importar cómo actúe: ¡si vota por un político, si vota contra él o si no vota! Cuando ellos dicen: “si usted no vota, no tiene derecho a quejarse”, es todo lo contrario. Solo quien no vota rechaza las sesgadas reglas electorales y tiene derecho a quejarse.
Y vea esta contradicción: el político cree que las personas son ineptas para elegir la educación de sus hijos, por lo que les impone tal “educación”; pero después de cada elección el político “elegido” dice estar legitimado por «el voto del pueblo». Pero ¿no son esos votantes los mismos que según él son incapaces de elegir la educación de sus hijos? ¿Cómo puede un pueblo de “ineptos” legitimar a alguien?
Pero la democracia tiene al menos otros cuatro serios problemas:
1) La noción de que la “mayoría” es omnisciente y que no puede haber apelación alguna ante su voluntad, es falsa. ¿A quién se le ocurriría someter a votación las técnicas para llevar a cabo una cirugía? El hecho es que la verdad no se basa en el voto de la mayoría. Y recordemos que algunos de los peores tiranos de la historia, Hitler y Musolini entre ellos, llegaron al poder mediante el voto democrático.
2) El proceso electoral se basa en la falsa premisa de que los derechos pueden ganarse o perderse según una votación. Pero uno nace con sus derechos, así que como estos no se crean en el cuarto oscuro de la votación electoral, no pueden rescindirse allí. Además, decir que el derecho de la mayoría es ilimitado equivale a decir que los derechos de cada individuo no existen. Pero si el individuo no tiene derechos, entonces, ¿en qué consiste el derecho de la mayoría? Si el individuo es un cero, ¿cómo puede la multiplicación de ceros ser mayor que cero?
3) Cuando alguien vota, presume tener derecho a designar un tutor político sobre mí. ¿Dónde obtuvo tal derecho? Él no tiene ninguna autoridad sobre mi persona ni sobre la de nadie más. ¿Cómo entonces se atreve a decidir que un político debiera tener el poder de vida o muerte sobre mí y sobre millones de otras personas?
4) Si tres millones de personas votan para robarle a otro millón, justificando el robo en la necesidad de dinero para una “buena causa”, se supone que uno debe aceptar tal acción como moral. Pero elimine seis ceros de cada cifra: si 3 personas deciden robarle a una cuarta, casi todos diríamos que esta acción es inmoral. ¿Deja de ser el robo lo que es, si lo practica el 75% de la población? La realidad es que, como expresa el dicho, la democracia es dos lobos y un cordero votando sobre qué comer en la cena.
Volviendo a “Ninguno”, ¿por qué es que no se le incluye entre las papeletas de candidatos? ¿Será por miedo a que ningún político salga elegido? Porque, como vimos, el ganador real de las últimas cuatro elecciones presidenciales fue “Ninguno”, y las encuestas parecen indicar que es quien tiene más simpatizantes hoy.