Dicen los japoneses que las cuatro cosas más temibles en este mundo son los terremotos, la rayería, los incendios y los papás («jishin, kaminari, kaji, oyaji»). No es extraño que los terremotos ocupen el primer lugar, en un archipiélago que ha vivido desastres sísmicos hasta donde alcanza la memoria escrita y oral. América Central, de igual manera un territorio sísmico hasta la saciedad, teme a los terremotos. Miedo, maldita palabra que debe superarse.
Casi medio milenio atrás, los conquistadores españoles escribieron las primeras crónicas sobre temblores en América Central. Enjundiosos estudios históricos han sido publicados por aquí y por allá sobre el tema. La novedad y el mérito del libro de Peraldo y Montero radica, no en el compendio histórico -que no es despreciable de por sí-, sino en la reinterpretación y completitud de la información que nos brindan. Ambos autores han dedicado varios años al estudio de la sismicidad y la historia, y publicaron en 1994 un compendio similar sobre Costa Rica, que extienden ahora a la región. Bien ha dicho el expresidente de la Comisión Internacional de Historia de la Ciencias Geológicas, Hugh Torrens: «los geólogos deberían ser los más históricos de los científicos». Al menos en este caso, los autores, geólogos ambos, cumplen con el dictamen.
El libro Sismología histórica de América Central, de Giovanni Peraldo H. y Wálter Montero P. recopila datos de terremotos desde la época prehispánica hasta el siglo XIX. Sus conclusiones en cuanto a los posibles epicentros e hipocentros, magnitudes e intensidades máximas de sismos importantes o destructivos, basados en espulgar documentos históricos (a veces lacónicos y contradictorios, lo que puede conllevar a varias otras interpretaciones. He de confesar que estoy en desacuerdo con algunas, pero de eso se tratan las interpretaciones) van con la intención de analizar el fenómeno sísmico en América Central, para promover la reducción de los desastres asociados. La profusión de citas históricas, tablas y mapas, convierten este tratado «desastrológico», en un documento indispensable y útil para el planeamiento urbano y el mejoramiento de los códigos sísmicos en el nivel regional, si es que existe la voluntad política, en este istmo de América, para realizarlo. Quizás algún día lleguemos a vencer el miedo.