Alzas en precios internacionales de alimentos presagian otra crisis

El incremento en el precio internacional de los alimentos tiene en alerta a los organismos internacionales y a algunos gobiernos, que ven asomarse de

El incremento en el precio internacional de los alimentos tiene en alerta a los organismos internacionales y a algunos gobiernos, que ven asomarse de nuevo la sombra de una crisis alimentaria similar a la que se produjo en el 2008.

Aunque en Costa Rica los efectos de estas alzas no han sido tan notorios, economistas consideran que esta tendencia externa empujará los precios hacia arriba este año, y alejará la inflación de la meta que se propuso el Banco Central para el 2011.

El uso de tierras y alimentos para producir biocombustibles, el aumento en el precio del petróleo, el cambio climático y la especulación en los mercados financieros, vuelven a aparecer como causas de la inestabilidad en productos tan importantes como el trigo, maíz, arroz y soya, entre otros.

Como consecuencia de dicha situación, el Banco Mundial estimó – en uno de sus recientes informes- que con el aumento de precios que se produjo en el segundo semestre del año 2010, más de 44 millones de personas cayeron en la pobreza extrema,  cifra que se crecería si los incrementos continúan.

En marzo pasado, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) y la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO), publicaron un informe sobre la volatilidad en los precios agrícolas y sus implicaciones para América Latina.

 

Dicho documento plantea la preocupación por el incremento en el precio de los alimentos observado entre junio y diciembre del 2010 (30% en términos nominales), tendencia que continuó en enero del 2011 con un aumento del 3.4% en el índice de la FAO.

El informe utiliza como parámetro el promedio de los precios registrados entre el 2000 y 2005, para determinar cuánto ha subido el precio de cada tipo de producto.

Respecto al trigo, detalla que tuvo un aumento constante desde el 2005, hasta alcanzar en el 2008 cerca del 125% sobre el precio promedio registrado entre el 2000 y 2005, y luego bajó súbitamente con el inicio de la crisis económica.

Desde inicios del 2010, el grano con que se hace el pan comenzó de nuevo su escalada y su precio llegó a un 63% por encima del promedio del lustro anterior.

Similar fue la situación del maíz, que tras  una leve baja con la crisis en 2009, ahora tiene un precio del 94% sobre el promedio, similar al mostrado en 2008.

El arroz se aparta de este comportamiento, y tras subir sostenidamente hasta llegar al 150% del precio promedio en 2008, ha venido disminuyendo hasta ubicarse cerca del 100% del valor que tenía entre el 2000 y 2005.

De manera similar, los precios de los fertilizantes, la soya y algunos productos tropicales, muestran también una tendencia alcista en los últimos meses.

Para el profesor de la Escuela de Economía Agrícola de la Universidad de Costa Rica, Gerardo Cortés, el aumento en el costo de productos agrícolas, principalmente de los granos, es particularmente sensible para las economías.

Recordó que al subir el maíz no solo suben los alimentos derivados de este producto, sino también los concentrados y otras materias primas que se utilizan en actividades como la ganadería de carne y leche, lo que al final redunda en un aumento de estos costos.

BIOCOMBUSTIBLES Y ESPECULACIÓN

Para Cortés y la profesora de la misma escuela, Vanessa Villalobos, una de las principales causas de estos aumentos, es la competencia por la tierra y agua para la agricultura, que crean los cultivos destinados a biocombustibles.

Los académicos recordaron que gran parte de la crisis que elevó los precios en el 2008, se atribuyó a la expansión de los cultivos para agregarlos a los combustibles y el uso de productos como el maíz para fabricar etanol.

Cortés señaló que mucho de este “boom” de los biocombustibles, se vio acompañado de fuertes aumentos en el precio internacional del petróleo, lo que a su vez disparó los costos de los fertilizantes agrícolas.

El informe de FAO-CEPAL-IICA expone que un estudio del 2008 atribuyó entre un 70% y 75% del aumento de los precios, a la competencia de los biocombustibles con los alimentos.

Al respecto, Villalobos mencionó que en Costa Rica también se empezó a hablar de la necesidad de expandir los cultivos destinados a los biocombustibles.

“Se empezó a hablar de grandes extensiones de palma en diferentes puntos del país, pero los precios volvieron a caer muy rápido y todo quedó en estudios de factibilidad”, rememoró.

El informe de organismos internacionales también se refiere a la “financierización” de los mercados de materias primas agrícolas como otra de las causas de la crisis del 2008, y uno de los factores que podría estar influyendo en la actual subida de precios.

Para el caso del maíz, mientras en el año 2000 se negociaban cerca de 1.5 millones de contratos a futuro en los que se comprometían las cosechas, al finalizar el 2009 estas  contrataciones superaron los 6 millones.

Según el académico, el  tema de los mercados a futuro es complejo, porque ofrece buenos precios a los productores, y al comprarse cosechas por adelantado en las bolsas de valores, se compromete la distribución mundial de los alimentos, por el deseo de las grandes potencias de garantizarse su parte con mucho tiempo de anticipación.

Villalobos por su parte señaló que todos estos incentivos a los precios, hacen que más agricultores se motiven a sembrar ciertos productos, que terminarán creando una sobreoferta y una caída súbita del precio, perjudicando a los más débiles.

Otro de los factores que puede estar afectando los precios, son las variantes provocadas por el cambio climático.

De acuerdo con el informe sobre volatilidad de precios, hasta 1963 el continente americano registraba un promedio de una sequía por año; para el 2008 se registraron al menos 7 sequías y el promedio de los últimos 100 años creció a 4 sequías anuales.

Esto podría provocar que -por ejemplo- para la región centroamericana, el cultivo de maíz pierda un 21% de rendimiento en Honduras, y 34% en Guatemala y Panamá. En América del Sur, los cambios de clima podrían estar beneficiando al cultivo de la soya, y perjudicando el de maíz y trigo.

“El panorama para cultivar es cada vez más difícil; ya no se sabe con certeza cuándo va a llover o no; muchas cosechas se pierden por inundaciones o sequías, lo que provoca mucha inestabilidad”, advirtió Cortés.

Para los académicos, Costa Rica podría presentar condiciones de vulnerabilidad ante estos aumentos, sobre todo en los cultivos que no produce, aunque tiene como ventaja la capacidad adquisitiva de la población.

“En Centroamérica podemos decir que Costa Rica tiene una capacidad de compra mayor, lo que hace pensar que no tendríamos tanto problema para salir a comprar el arroz y los frijoles que necesitamos”, puntualizó Villalobos.

Los profesores consideran que el mayor problema es para los productores, pues con la crisis los precios aumentan, pero también sus costos de producción, y el país no cuenta con una estrategia agrícola adecuada para manejar estos vaivenes del mercado.

 


Inflación para arriba

El Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas (IICE) de la Universidad de Costa Rica considera que si se mantienen los aumentos en los precios internacionales de los alimentos, la inflación para este año podría cerrar entre un 6% y un 8%.

Para el año anterior, si bien la inflación de enero a diciembre fue de 5.82%, los precios en alimentos y bebidas no alcohólicas tuvieron un aumento del 9.03%, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).

Rudolf Lucke, investigador del IICE, considera que los incrementos en el costo internacional del petróleo y los alimentos en el nivel mundial, impactarán en el corto plazo al país y llevarán el índice de inflación por encima de lo estimado por el Banco Central.

Para los economistas, el que los alimentos básicos suban su precio es motivo de preocupación, ya es esto tiene una alta incidencia en las cifras de pobreza, la cual también se incrementaría.

Según el Banco Mundial, mientras las personas de medio y alto ingreso dedican entre un 10% y 20% de su presupuesto para alimentación, los grupos más pobres destinan más de la mitad de sus ingresos a comida, por lo que serían los más afectados con una nueva crisis.


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