Programa de investigación se inició en el 2010

Investigadores de la UCR buscan develar secretos del parque Guayabo

El programa está bajo la dirección de Arqueología, con la participación de investigadores de otras áreas.

¿Cómo se construyeron las casas? ¿Cuál es la extensión total del sitio? ¿Cómo lograron canalizar el agua? Estas son solo algunas de las interrogantes que un grupo multidisciplinario de profesionales y estudiantes de la Universidad de Costa Rica (UCR) intentan responder, como parte de un programa de investigación que ejecutan en el Monumento Nacional Guayabo, ubicado en Turrialba.

Dentro del equipo participan investigadores de Arqueología, Ingeniería Topográfica, Ingeniería Civil, Ingeniería Industrial, Centro de Investigación en Biología Celular y Molecular (CIBCM), entre otros.

“Una de las cosas que más nos ha interesado a todo el equipo es echar mano de especialistas (…) Para mí, ha sido una experiencia fabulosa darme cuenta de la gran capacidad que tiene la Universidad”, comentó Gerardo Alarcón, arqueólogo de la UCR. Además, fue una motivación retomar la investigación universitaria en Guayabo, que se había suspendido por razones presupuestarias y logísticas.

Todo empezó con, “básicamente, conocer y detallar la extensión de rasgos arquitectónicos en el espacio, hacer un levantamiento topográfico a detalle (…) La idea es ir combinando información arquitectónica”, agregó Alarcón.

Gerardo Arias, del equipo de Ingeniería Industrial, aseguró que se han enfocado en la parte hidráulica del Monumento. “Recientemente llevamos una computadora con una cámara USB, que es delgada y tiene luz propia y cable de 15 metros, y empezamos a explorar algunos de los orificios para ver el paso del agua”. La cámara es impermeable, puede tomar fotos y video, mide el ancho de un dedo y costó unos $30 en su momento. Los datos que han recopilado los han pasado a Arqueología para su análisis, cuyo objetivo es identificar cuáles acueductos fueron construidos y cuáles se deben a condiciones naturales del terreno.

Por otra parte, Edwin Porras, investigador de Ingeniería Topográfica, dijo que ellos se han dedicado a la hidrología, principalmente. Realizaron aforos, es decir, mediciones de caudal de todas las nacientes cercanas, y están trabajando en la parte “no descubierta”, dándole continuidad a un levantamiento topográfico hecho por la Universidad Nacional (UNA), pero solo de la parte descubierta.

Porras aseguró que en el lugar hay problemas de filtración de aguas de diversas fuentes que aún no están totalmente identificadas de dónde provienen, pero que podrían afectar los basamentos.

Además, recientemente la Escuela de Topografía adquirió un avión dron que será usado en el rastreo de parte de la calzada que está cubierta por terreno y que comunica con el sitio Las Mercedes.

Los objetivos que se plantean ahora en el programa tienen que ver con los movimientos demográficos.

¿Qué se conoce?

Casi 1.000 años han pasado desde que, según estimaciones, Guayabo empezó a ser edificado. Aun así, sigue sorprendiendo a arqueólogos y a cuanto visitante conozca su emplazamiento.

¿Cuánto mide el sitio en su totalidad? La respuesta es todavía incierta; se sabe que el bosque alrededor esconde más vestigios de los que están al acceso del público, pero no se ha explorado por un tema de conservación y falta de recursos.

Ahora bien, se descubrió que la técnica constructiva de los autóctonos implicaba quemar la vegetación sobre el terreno donde están construidos los basamentos, lo que ha hecho que, a pesar de la acidez del suelo, pedazos de carbón se hayan conservado. Una técnica llamada fechamiento radiocarbónico ha permitido establecer la fecha en que esa vegetación fue quemada y, por ende, cuándo las estructuras empezaron a ser edificadas.

Todo ese proceso dio como resultado que la configuración de la aldea ocurrió entre 900 y 1100 d.C. y que fue un proyecto planificado de principio a fin. Basamentos, acueductos y hasta el mismo sitio de emplazamiento fueron estratégicamente ubicados, especialmente por la cercanía de fuentes de agua.

Otro de los descubrimientos más importantes ha sido la red de calzadas que existe en la región. Son kilómetros y kilómetros de caminos empedrados que comunican todos los sitios arqueológicos de la zona, pues, a pesar de que no están completas, se ha determinado que se alinean en dirección unas con otras.

De Guayabo salen dos caminos, y la mayoría de las aldeas cercanas documentadas tiene cuando menos la misma cantidad. La mayor parte está cubierta por el terreno o dañada por la actividad agropecuaria. Sobre esto surgen nuevas preguntas: si no había animales de tiro ni algún tipo de vehículo, ¿para qué las calzadas?, ¿cómo funcionaban?

Respuestas pendientes

Uno de los principales retos es descubrir cuál etnia habitó en la zona, no solo en Guayabo, sino también en sitios cercanos como Las Mercedes o Corinto.

“Básicamente lo que necesitamos es contar con restos óseos para poder hacer un estudio de ADN, para poder relacionar entonces por vía materna la filiación de los individuos y poder comparar con grupos étnicos actuales. El problema es que la acidez del suelo ocasiona que se desintegre el tejido óseo”, explicó Alarcón. En este caso, el problema es cómo encontrar restos de ADN.

Se presume que para el año 1400 ya no estaban construyendo, lo que podría dar respuesta al momento en que la aldea se deshabitó; el porqué sería una pregunta por responder después.

“Para el siglo XVI todo parece indicar que ya no estaban funcionando como centros grandes de población. Otros investigadores han sugerido que para la etapa más tardía del desarrollo precolombino hubo una desarticulación, una dispersión de la población. ¿Qué fue lo que la ocasionó? Por el momento no sabríamos”, dijo el arqueólogo.
Muchas preguntas aparecen, las respuestas vendrán con el tiempo.

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