El mito y tragedia de la planificación cibernética

El modelo de planificación ‘cibernética’ se basa en la teoría de sistemas, Allgemeine Systemlehre, desarrollada por Ludwig von Bertalanffy como respuesta a la fragmentación

El modelo de planificación ‘cibernética’ se basa en la teoría de sistemas, Allgemeine Systemlehre, desarrollada por Ludwig von Bertalanffy como respuesta a la fragmentación y duplicación que se daba, durante la primera mitad del siglo pasado, tanto en la investigación científica y tecnológica como en los mecanismos de toma de decisión. Además, el modelo está asociado con y es reflejo del auge del modernismo y su exceso de confianza en la ciencia y tecnología para dictar el desarrollo de las sociedades (sobre todo posterior a la Segunda Guerra Mundial).

El mito. El principio que rige la planificación cibernética es que “un sistema…se organiza mejor cuando está subordinado a una sola inteligencia directiva” (Anthony Giddens, Beyond Left and Right: The future of radical politics, p.8). Dicha inteligencia directiva es el Estado, implica concentración del poder y empleo del racionalismo para la toma de decisión. De esta manera, el Estado, en buena lid, dirime y rige los asuntos públicos de forma neutral y objetiva (i.e., no ideológica) y siempre salvaguardando el bien e intereses colectivos. Ello, también, presupone, como justificación, la aceptación que los ciudadanos no tienen el tiempo, conocimiento ni habilidad para superar sus intereses personales e involucrarse de lleno en el gobierno de los asuntos públicos.

La tragedia. La salvedad del modelo de planificación cibernética es que casi nunca llega a concretarse tal cual, y queda, así, sujeto a inconvenientes y arbitrarias deformaciones. Por ejemplo, con suficiente concentración explícita del poder —que, de acuerdo con Immanuel Kant, estropea el libre ejercicio de la razón— sistemas totalitarios controlan y dirigen todos y cada uno de los asuntos públicos, siguiendo el parecer de una élite política y/o militar. Asimismo, en las democracias liberales, apelando a la idea (ciertamente equivocada) que la única legitimación necesaria para tomar todas las decisiones, que rigen y atañen a la Res publica, es el resultado de las elecciones, los gobiernos electos detentan poder y conocimiento; i.e., se declaran, a sí mismos, como la ‘inteligencia directiva’. En consecuencia, más allá del tipo de gobierno, se da por sentado que los ciudadanos no tienen —ni pueden tener— competencia alguna para abordar o gestionar problemas y asuntos públicos, y no juegan, por tanto, rol alguno en la formulación de políticas públicas; a pesar de estar directamente sujeto a ellas y sus consecuencias.

La materialización del mito y tragedia de la planificación cibernética se puede apreciar en las medidas de austeridad impuestas, en detrimento del groso de la sociedad, a las economías sumidas en recesión producto de la crisis financiero-económica del 2008. La figura ‘mesiánica’ del tecnócrata financiero se ha hecho surgir como el experto capaz de gobernar/administrar de manera imparcial y sin responder a intereses particulares (i.e., aplicación de racionalidad absoluta para la toma de decisión). Ello, por supuesto, no puede estar más lejos de la realidad y las constantes movilizaciones ciudadanas en contra de los ‘remedios’ recetados por las distintas ‘inteligencias directivas’ (que, en este caso, emanan de la troika formada por la Comisión Europea, el FMI y el BCE) dan muestra que razón y poder, lejos de ser utilizados en pos del bien común, han detonado una espiral descendiente de descomposición social (desalojos, desempleo, resurgimiento de fundamentalismo xenófobo y racista, etc.).

En el medio costarricense existen, igualmente, ejemplos que ilustran infortunadas reinterpretaciones de la lógica que propulsa a la planificación cibernética. El prevaleciente descontento en la opinión pública por las equivocadas acciones del Gobierno, muestra como poder y razón establecen (en lugar de descubrir), de manera unilateral, la realidad y las necesidades centrales para revertir/mitigar situaciones adversas. Dicho de otro modo, el Gobierno genera la ‘racionalidad del poder’: ese conjunto de tácticas y estrategias que controlan la racionalidad que soporta las decisiones y acciones, para bien o para mal de la colectividad, que se toman. No obstante, el caso la carretera San José-San Ramón, entre otros, expone que dicha ‘imposibilidad epistemológica’ puede ser desafiada, mostrando que los ciudadanos tienen suficiente competencia para entender, interpretar, analizar y contribuir activamente a construir una base más pragmática de conocimiento racional, para resolver los problemas y asuntos públicos, sin la prevalencia de una inteligencia directiva.

[delipress_optin id="134623"]

Otros Artículos

El juez José Martín Conejo del Tribunal Contencioso Administrativo rechazó este miércoles  la medida cautelar interpuesta abogados del Foro Nacional que pretendía evitar una

Dos siglos de constituciones que reconocen al catolicismo como la religión oficial del Estado pesan lo suficiente para imponerse a menos de una década

Me correspondió el honor de elaborar una sinopsis biográfica sobre don Hernán Arguedas Soto, a quien se le dedicó  el Vigésimo Segundo Congreso de

En el debate presidencial organizado por la Asociación de Estudiantes de Ciencias Políticas, el candidato del Movimiento Libertario Otto Guevara, salió abucheado por el

Cuando  se desencadenó la brutalidad del terrorismo de Estado en Chile yo ya  tenía  mucho tiempo de estar  en Costa Rica. Pero algo entiendo

El partido Convergencia propuso este domingo realizar una asamblea estudiantil para decidir la participación de Progre en las próximas elecciones federativas. Sin embargo, la

Me refiero a un grupo de pruebas estandarizadas que pocos conocen en Costa Rica, pero que algunos empíricos locales, y como diría el distinguido

Tras el cese del contrato con la empresa OAS, el Gobierno planteó un proceso de conciliación, cuyas audiencias se iniciaron el 17 de setiembre
Semanario Universidad