Me correspondió el honor de elaborar una sinopsis biográfica sobre don Hernán Arguedas Soto, a quien se le dedicó el Vigésimo Segundo Congreso de la Sociedad Italo-Latinoamericana de Etnomedicina, efectuado del 2 al 6 de septiembre del 2013 y organizado por el Departamento de Bioquímica de la Escuela de Medicina de la UCR… ¡Qué agradable se me hizo esa repasada por la cajita del recuerdo! Brillantes mares de sabias enseñanzas y virtudes inseparables a don Hernán, como evocaciones ordenadas en “bytes”, me la fueron colmando copiosamente…
¿Quién fue don Hernán Arguedas Soto? Era un hombre blanco, bajito, gordillo, pelado al estilo olímpico y de gafas; con dedos meñiques de cuatro líneas cada uno en vez de las tres normales y con dedos pulgares terminados en una falange gruesa y pequeña, Su apacible voz tenía esa modulación deleitante que resulta altamente persuasiva. Conocía muy bien su especialidad: Fisicofarmacia o Fisicoquímica y sabía explicarla correctamente, pese a su complejidad y profundidad. Fue el melómano embelesado por Tchaikovsky y un supremo lector de los clásicos y de los escritores modernos, además de ejemplo para la juventud, a la que invitaba a pensar y a la que ciertamente inspiraba con sus respetuosos modales. Con su peculiar bata de laboratorio de manga corta y de color café, y más tarde plomo, caminó por los pasillos de los tres locales universitarios que ha ocupado la Facultad de Farmacia una vez integrada a la Universidad de Costa Rica: el antiguo edificio donde hoy se ubica la Corte Suprema de Justicia de San José, la planta baja y el primer piso de la Facultad de Medicina y la actual Facultad de Farmacia. Y caminaba en el sentido del cantautor y del poeta, no para gastar más los zapatos, sino para abrir el camino a una pedagogía enciclopedista, pues era ese el camino que mostraba a sus pupilos como un hermoso sendero para el estudio y conocimiento de disciplinas ajenas a las áreas médicas y que aparentemente carecen de aplicación práctica inmediata en nuestro hacer profesional.Y, ¿por qué se le honró en este Congreso? El Dr. Carlos E. Alfaro Lara, exdecano de la Facultad de Farmacia y exvicerrector de Vida Estudiantil de la Universidad de Costa Rica, en pocas palabras lo ha resumido así: “Tal vez nunca en otra persona esté expresado mejor el carácter de formación humanística que propulsa la Universidad de Costa Rica.” Y es que, este carácter universal o enciclopédico que lo ganó a fuerza de estudio, lo convertía en una persona de mucho prestigio ante sus alumnos y pares académicos. Fue don Hernán, sin duda, el pionero en la investigación fitoquímica de este país y merece honrársele, porque supo combinar la docencia con la necesidad de valorizar las potencialidades de nuestras plantas medicinales, en la búsqueda de compuestos bioactivos en ellas. Debe anexársele, iterando, que ejerció perdurable influencia en el desarrollo humanístico de la mayoría de sus pupilos a través de sus amplios conocimientos, su exquisita gracia y su refinada amenidad.
Pero, reconociendo también el valor de muchos otros pioneros de la fitoquímica y la etnomedicina, como Henri François Pittier Dormond, Manuel Quirós Calvo, José Alberto Sáenz Renauld, Maryssia Nassar de Cortés, Guillermo Mata Ulloa, Luis Jorge Poveda Álvarez, Jorge Gómez Laurito, Carlos Eduardo Alfaro Lara, Carlos Manuel Quirce Balma, Jorge Hasbum Pacheco, Jaime Córdoba Espinosa, José Guillermo Calzada Alan, Víctor Hugo Castro Araya, Óscar Castro Castillo, José Francisco Cicció Alberti, José Alberto López Vega y Gerardo Alberto De Jesús Mora López, finalicé diciendo: En síntesis, el tributo que hoy se le concede a don Hernán Arguedas Soto, también representa un homenaje para el suscrito y para todos los que, con nombres y apellidos, he mencionado en esta presentación.