La fuente de la eterna juventud

Ramón Carvajal, ariano, músico de profesión y vocación, buen samaritano, decía que a Moisés se le había olvidado señalar el onceavo mandamiento.  El onceavo

Ramón Carvajal, ariano, músico de profesión y vocación, buen samaritano, decía que a Moisés se le había olvidado señalar el onceavo mandamiento.  El onceavo mandamiento, según Ramón, era el siguiente: ´´Lavar trastes, como todas las faenas de la casa, es asunto de mujeres… y hombres´´.

Ramón estaba lleno de energía, de amor. Le sobraba energía para hacer su trabajo.   Era el lavaplatos estrella de la casa, de la familia y su reputación como músico ascendía cada día más.

Pedro Calvo, gran amigo de Ramón, se encontró a este en una de las aceras del pueblo: ´´¿Cómo estás Ramón?, ¿siempre lavando trastes en tu casa? ¡A mí me aburre, me apereza lavar trastes, pasar la escoba como lavar mi ropa! ¡Cuéntame más sobre eso de que ya hace tiempo descubriste o hallaste la fuente de la eterna juventud!´´, le dijo Pedro.

 

_ ¿No te has enterado? Los conciertos de Brandemburgo de Juan Sebastian Bach son la tan buscada fuente de la eterna juventud, la piedra filosofal, el manantial de la felicidad; pero, el mundo, indiferente como siempre, no se ha dado cuenta. ¡Es una pena que sea así!, le respondió Ramón.

_ ¿Cómo es eso? ¡Cuéntame! ¿Qué tienen los famosos conciertos de Bach? _le preguntó Pedro.

_¡Amor, vida, entusiasmo, pasión, realizaciones, fuerza de voluntad, victorias, expresividad, dinamismo, ilusiones, sueños, juventud! Escuchar los allegro de los conciertos de Brandemburgo, dos veces por semana o más, es cargar las pilas del alma y entonces vivir lleno de optimismo, positividad y juventud. ¡Yo, con los conciertos de Bach, nunca voy a ser viejo!: ¡siempre seré joven!

-¿De veras? – Le preguntó Pedro.

-¡Sí, de verdad! Te invito con tu señora e hijos a cenar a mi casa esta noche. ¡Te toca a vos lavar los platos y recoger la mesa! Mientras lo haces, yo pongo en mi estéreo algunos movimientos de los conciertos brandemburgueses. ¡No hay pena, derrota, ni aburrimiento, que no puedan ser vencidos con la fuerza que tienen éstos conciertos! Te vas a concentrar en las dos cosas al mismo tiempo: lavar los trastes y escuchar la música de Bach. Vas a ver que ésta vez te va a gustar lavar platos y vas a reconocer ésta música como la tan buscada fuente de la eterna juventud.

Así fue, en efecto.

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