Plantas de asfalto peligrosas

Porque pareciera que en Costa Rica las autoridades de los ministerios de Salud y Ambiente no le prestan la adecuada atención a las consecuencias

Porque pareciera que en Costa Rica las autoridades de los ministerios de Salud y Ambiente no le prestan la adecuada atención a las consecuencias derivadas de la operación de las plantas de asfalto en que se mezclan derivados de petróleo crudo con arena y piedra, deseamos contribuir con una llamada de atención.

Según la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de los EUA, las plantas de procesamiento de asfalto y las fábricas de producción de techos con ese material, están dentro de las principales fuentes de contaminación del aire. De los contaminantes más peligrosos se citan: «formaldehído, exano, fenol, materia orgánica policíclica y tolueno».  Además, las labores de transporte y almacenamiento hacen que se liberen «compuesto orgánicos volálites, hidrocarburos aromáticos policíclicos y partículas condensadas muy finas».  Se informa también que pueden producir humos, gases y vapores conteniendo sustancias letalmente tóxicas, como el sulfuro de hidrógeno, arsénico, benceno, cadmio y se cita como muy peligrosos la presencia en el procesamiento de solventes como tolueno, xileno y nafta, además de estireno, asbestos, sílice y hule reciclado.

Así, en vista de los peligros documentados, las propuestas de instalación y funcionamiento de plantas de asfalto han de ser vistas con especial cuidado por la Setena, el Ministerio de Salud y las municipalidades, pues una decisión equivocada podría traer consigo consecuencias muy graves para la calidad de vida de las personas cercanas a las mismas. Según la organización ambientalista Blue Ridge Environment Defense League (BREDL) de los Estados Unidos, en sendos estudios relacionados con el impacto adverso sobre el valor de las propiedades y la salud de los residentes cercanos a las plantas (a menos de media milla) documentaron pérdidas de hasta un 56% en el precio de los inmuebles, aparte de que cerca del 50% de los residentes experimentaron deterioro evidente en su salud a partir del momento en que las plantas iniciaran su operación. Las enfermedades documentadas más frecuentes fueron alta presión arterial (18%), sinusitis (18%), dolor de cabeza (14%) y problemas respiratorios (9%) (www.besafenet.com).

Según la citada agencia federal estadounidense (EPA) «La exposición a tales sustancias tóxicas presentes en el aire, puede causar cáncer, problemas en el sistema nervioso central, lesiones hepáticas, problemas respiratorios e irritación de la piel».  Se informa también de dolor de cabeza, tos, mareos y nauseas. En estudios hechos con animales demostraron efectos en los procesos reproductivos, defectos en recién nacidos y problemas en el sistema inmunológico.

Y para tener una idea aproximada de la cantidad de los contaminantes emitidos por las platas de asfalto, se ha estimado que una planta de regular tamaño con una producción de 100 mil toneladas al año, puede liberar hasta 50 toneladas de sustancias… solo como consecuencia de las labores de almacenamiento y transporte.

En fin, estamos ante una actividad de gran impacto ambiental que conlleva una amenaza conocida y bien documentada sobre la salud de los habitantes y que, requiere inevitablemente, de una especial atención de parte de los responsables por hacer cumplir el principio constitucional del derecho a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado. Si en el pasado no se ha tenido ese cuidado, tal actitud ha de ser corregida ante las nuevas propuestas de instalación de plantas de asfalto que necesariamente se irán a dar en el futuro inmediato.

Por ello, habrán de emitirse directrices prohibiendo inmediatamente, la instalación y operación de nuevas plantas de asfalto cerca de viviendas, escuelas y cualquier lugar en que se encuentren habitantes que pudieren verse afectados por su operación.  Asimismo, se habrá de mejorar sustancialmente el monitoreo de la calidad del aire a partir del establecimiento de mejores estándares. Tienen la palabra los señores ministros de Ambiente y Salud, don Carlos Manuel Rodríguez y doña Rocío Sáenz.

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