Izquierda anima debate de elecciones en Francia

En vísperas de las elecciones del próximo domingo, 22 de abril, cuando los franceses deberán decidir si continúan el camino trazado al reelegir al

En vísperas de las elecciones del próximo domingo, 22 de abril, cuando los franceses deberán decidir si continúan el camino trazado al reelegir al conservador y actual presidente Nicolás Sarkozy o si buscan uno distinto, Michel Rocard —primer ministro socialista entre 1988-91— levantó su voz para advertir sobre la grave situación por la que atraviesa el país: “Hoy las amenazas son de una gravedad poco habitual. Hace ya decenios que no habíamos estado en una situación tan peligrosa”.

A Rocard le preocupa la recesión (“sin duda más grave que la de 1930”) y las amenazas de guerra que representan la crisis con Irán y el conflicto sirio. “Conozco bien esos dossiers (sobre una eventual guerra), estamos hablando de millones de muertos, y ¡Europa se calla!”, se lamenta Rocard, en una entrevista publicada a principios de marzo, antes de tener un ataque cerebral durante una visita a Estocolmo.

 

Sobre la recesión, Rocard llama la atención no solo por la gravedad de la situación, sino que advierte la necesidad de adoptar medidas muy distintas a las promovidas hasta ahora por las autoridades europeas y los gobiernos nacionales. Hay que “anular una buena parte de la deuda imposible de pagar. Estamos viviendo en la imbecilidad política colectiva”, señaló.

APATÍA ELECTORAL

Quizás por eso las encuestas indican un alto porcentaje de abstencionismo, superior al 30%, el doble del registrado en las pasadas elecciones.

Sarkozy y el socialista François Hollande comparten cerca de 30% de la preferencia del electorado, sin que sea posible asegurar quien llegará en primer lugar en la primera ronda. De acuerdo con las previsiones, nadie logrará el 50%, por lo que dos candidatos no podrán evitar la segunda ronda, la cual se celebrará 15 días después, el 6 de mayo.

Como dijo a “UNIVERSIDAD” el sociólogo francés George Couffignal, esta es “la primera elección, desde que se elige el presidente por votación universal en Francia, donde no hay ninguna pasión. No hay dos modelos de sociedad que se enfrenten. El electorado ha entendido que estamos en crisis, que el margen de acción del futuro presidente es muy reducido”.

Según los sondeos, Hollande debería ganar en el segundo turno con amplio margen, no por la fuerza de sus propuestas, sino por el rechazo a Sarkozy, aseguró Couffignal.

Reconocido como un dirigente sin carisma, Hollande propone una reforma fiscal que aumentaría a 45% la carga a los ingresos superiores a los 150 mil euros, además de otras medidas relacionadas con el empleo para la juventud, educación y pensiones.

Sarkozy también habla de equilibro presupuestario, de contención de gastos y aumento de impuestos, un esfuerzo de 53 mil millones de euros. Son cifras extraordinarias, muchas veces basada en cálculos de crecimiento económico que las mismas medidas de contención hacen imposible alcanzar.

El otro gran tema del presidente es el de la seguridad. Para hacer frente a ese desafío, amenazó con salirse del tratado que creó el espacio europeo común y endurecer la política migratoria. Sarkozy endureció su discurso después del atentado islamista en Toulouse, que le costó la vida un profesor y tres niños en una escuela judía.

En la extrema derecha, la candidata del Frente Nacional Marine Le Pen, con cerca de 15% de las preferencias, logra un mayor respaldo entre la juventud, donde esa cifra sube a cerca de 25%. Pero su apoyo a Sarkozy en el segundo turno no es claro. El presidente cuenta, en realidad, negociar los votos del centrista François Boyrou, a quien le asignan alrededor del 10% de los votos.

LA IRRUPCIÓN DE OTRA IZQUIERDA

Si el debate entre los dos candidatos favoritos no aportó mayores novedades, la irrupción del candidato del Frente de Izquierda, Jean-Luc Mélanchon, contribuyó a animar el debate.

Prácticamente sin opciones al iniciar la carrera electoral, Mélanchon disputa ahora a la candidata de la extrema derecha, Marine Le Pen, el tercer lugar. En todo caso, su votación será decisiva en un segundo turno y obligará a Hollande a cambiar el tono de la campaña, si quiere atraer esos votos.

“Está haciendo muy buena campaña, una campaña que moviliza”, en opinión de Couffignal.

El pasado 5 de abril, Mélanchon celebró una concentración en Toulouse, al sur del país, cerca de la frontera con España. “Esta tarde, en Toulouse, tenemos un mitin multiplaza”, resuena la voz de la presentadora: –La plaza del Capitolio está llena a reventar; la plaza Winston, con sus dos pantallas, está llena; las calles adyacentes están llenas. Somos 60 mil personas reunidas esta tarde, para recibir a Jean-Luc Mélanchon, el candidato de la izquierda a la elección presidencial…”.

Mélanchon se asoma. Las banderas se agitan. Entre las rojas, del Partido Comunista de Francia, imposible no ver la de tres franjas horizontales –rojo, amarillo y morado– de la II República española. ¿Qué hace ahí esa bandera?

–Saludo a todos los que han respondido a nuestro llamado… Saludo a vosotros de España también y, con respeto, a la bandera gloriosa de la República, dice, en español, con el acento particular de sus vecinos.

–Los llamo a ampliar sin cesar esta fuerza hasta la cita de la primera etapa de nuestra insurrección ciudadana, que será el día de las elecciones…

Prenez le pouvoir, dice un letrero discreto en la tribuna de donde habla. ¡Tomen el poder! Sigue el discurso, de tono didáctico, acentuado por los gestos de mano. La plaza del Capitolio está llena, oye en silencio hasta que explota de entusiasmo. Llueve, pero los paraguas son pocos.

–La palabra es compartir, compartir, compartir… Compartir la riqueza, planificación ecológica, ciudadanía, fraternidad, amor, interés por los que han caído, por los que no tienen nada…

Cita a Sarkozy, la multitud lo pifia.

EL ESCENARIO

Sarkozy tiene que explicar a los franceses las causas de la crisis económica y las medidas que pretende adoptar para enfrentarla si es reelegido.

Pero, en los medios europeos se critica tanto a él como a Hollande, a quienes se les acusa de negar la gravedad de la situación, a pesar de que una de las agencias calificadoras de crédito le quitó a Francia la triple A, o sea, el nivel de mayor seguridad.

La revista británica The Economist analizó la situación de la economía francesa, destacando un déficit fiscal permanente desde 1974, la baja capitalización de la banca, alto desempleo y una deuda pública equivalente al 90% del Producto Interno Bruto (PIB) y en aumento.

¿Cómo harán los candidatos –se pregunta la revista– para hacer frente a esta situación, después de las ofertas electorales que han hecho? “Si no reducen rápidamente el déficit, los mercados van a reaccionar mal y Francia puede verse en el centro de una nueva crisis financiera en la euro zona”, afirma. “El riesgo real de la euro zona actualmente no es Grecia, sino Francia”, en opinión de uno de los principales ejecutivos de las finanzas en el país, Nicolas Baverez, citado por ese periódico.

Todo eso en un contexto en el que Francia aparece como el país donde los ciudadanos expresan menos confianza en la economía de libre mercado. Si en Alemania, China, Estados Unidos y Gran Bretaña, en ese orden, las opiniones favorables a ese modelo oscilan entre 70% y 55%, en Francia apenas llega a 30%, según una encuesta reciente.

Cuando las fuerzas más conservadoras avanzan en prácticamente toda Europa, después de haber logrado la mayoría absoluta hace poco más de tres meses en España, las elecciones francesas ofrecen un escenario distinto sin que, sin embargo, se vea alternativas claras para hacer frente a la crisis.

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