Incertidumbre sería la palabra apropiada para describir la situación política de Venezuela, tras el golpe de Estado y el contragolpe de los últimos días y que han causado un clima de agitación social sin precedentes.
Hugo Chávez en su primera conferencia de prensa tras reasumir el poder.
Un golpe de Estado depuso, el pasado 11 de abril, al presidente venezolano Hugo Chávez en medio de masivas protestas y enfrentamientos que llenaron de sangre las calles de Caracas; menos de 24 horas después, otro levantamiento militar devolvió el poder al depuesto mandatario.
Para el analista político y catedrático de la Escuela de Ciencias Políticas de la UCR, Luis Guillermo Solís, es difícil valorar los hechos acaecidos en ese país debido al caos social y a la confusión política.
Según Solís, es imposible predecir qué puede pasar, ya que la interpretación de lo sucedido en la última semana es muy variada. «Las fuerzas que pudieron haber tenido un papel en estos sucesos son tan distintas que es imposible especular acerca del futuro de la nación sudamericana. Lo que si se constata con todo esto, es que Venezuela se ha fracturado en dos grupos con intereses disímiles: uno que apoya a Chávez; y otro, muy poderoso, que lo adversa».
Para el especialista, es evidente que el presidente sale de esta coyuntura muy fortalecido, porque no solamente ha retomado el poder, sino que también pudo identificar con toda claridad a sus enemigos, tanto dentro del ejército como de los grupos empresariales y los medios de comunicación.
Sin embargo, prosiguió, el retorno de Chávez al Palacio Presidencial de Miraflores no significa, de ningún modo, que la crisis está zanjada, ya que los grupos opositores continuarán en su lucha por derribar al actual gobierno.
Solís no descartó que, dentro de estas poderosas fuerzas que adversan al mandatario, haya importantes intereses foráneos que avalaron el golpe de Estado, que logró deponer a Chávez por 24 horas, de manera entusiasta.
ORO NEGRO Y GUERRILLA
Dentro de estos actores externos que apoyaron el alzamiento castrense en contra del régimen, el politólogo citó a los gobiernos de Colombia y los Estados Unidos.
Un aspecto importante a tener en consideración con respecto a la posible implicación de Washington en esta coyuntura, es el petróleo. Venezuela es el tercer suministrador de carburante para EE.UU. y, en momentos de conflicto en el Medio Oriente, sería conveniente contar con la seguridad de que Caracas no contribuiría con la subida de los precios del crudo, que podría darse ante una eventual confrontación diplomática con los países árabes.
Para el politólogo, el otro interés geopolítico de importancia para Estados Unidos, además del petróleo, es la situación en Colombia. «A la Casa Blanca no le interesa la situación de los pobres, la economía o la democracia en Venezuela, los dos temas que le preocupan son el petróleo y el avance de la guerrilla en Colombia».
En cuanto a ese país vecino de Venezuela, el analista cree que, a partir de ahora, Chávez tendrá una mayor prudencia con todo lo que tenga que ver con la guerrilla colombiana.
Agregó que espera una actitud más prudente por parte del presidente en lo que respecta a sus viajes y contactos en el ámbito internacional; aspectos polémicos hasta ahora debido a sus visitas a Fidel Castro o Saddam Husein.
SANGRE EN CARACAS
Con respecto a la postura de que Chávez podría haber perdido legitimidad para continuar con su gobierno, debido a los hechos sangrientos que se produjeron en las calles de Caracas en los minutos previos al primer alzamiento militar, Solís explicó que también durante el breve periodo en el que el empresario y presidente de la Federación de Cámaras de Venezuela, Pedro Carmona, ocupó Miraflores, también hubo muertos en el bando «chavista».
«Además, Chávez ha dicho que no está seguro de que las personas que dispararon el 11 de abril contra la manifestación pacífica que se dirigía al Palacio de Miraflores, (captadas por las cámaras de televisión cuando descargaban pistolas automáticas en contra de la multitud), sean realmente miembros de los ‘círculos bolivarianos’. Y es que, aunque lo fueran, ante todas las teorías de conspiración que se han planteado, sería imposible determinar quién instigó a estos individuos a ejercer la violencia y con qué objetivo lo hicieron», aseveró.
Según Solís, la situación es tan confusa que casi cualquier teoría que explique los hechos podría ser verídica.
La inestabilidad en el sistema político, no se resuelve con el regreso de Chávez al poder.
«Esto lo ha reconocido el propio presidente, quien ha insistido en las últimas horas en la necesidad de llamar a un diálogo nacional sin exclusiones. Ésta podría ser una oferta cosmética, ciertamente; sin embargo, es indispensable para que el país recupere cierto grado de estabilidad que permita la gobernabilidad», indicó.
Sin embargo, Solís advirtió que, con esta llamada al diálogo de Chávez, la crisis continúa. «Lo que estamos viendo es sólo un capítulo más del conflicto».
GOBIERNO EFIMERO
De acuerdo con la opinión del analista político, debe haber sido muy decepcionante para aquellos sectores moderados que apoyaron, en principio, el golpe, el hecho de que los militares llamasen a ejercer la presidencia al líder de la patronal, Pedro Carmona, representante de los intereses de la clase empresarial.
Aún más frustrante, continuó, fue el modo deplorable en el que se manejaron las formalidades de la transición.
«Hubo gran cantidad de yerros significativos en la esfera formal que se ejemplifican en acciones como la clausura de la Asamblea Nacional, la destitución del contralor y la disolución de la Corte Suprema de Justicia. Estos actos hablan muy mal de quienes diseñaron el alzamiento», subrayó.
Uno de los mayores problemas para lograr la normalización institucional es el enfrentamiento entre el gobierno y los medios privados de comunicación. Estos, especialmente los canales de televisión, fueron la punta de lanza ante la opinión pública de los golpistas que intentaron derribar al ejecutivo el 11 de abril.
Según Solís, en la mayor parte de los países de América Latina, los medios han estado en contra de los gobiernos. Por lo tanto, éste no debería ser un factor que imposibilite la institucionalidad democrática.
Una prensa crítica, o incluso contraria al ejecutivo, no necesariamente atenta contra la democracia y más bien se convierte en una garantía para el sistema.
«No obstante, si la prensa conspira y se une a quienes maquinan en contra del gobierno, entonces se está ante un fenómeno distinto. No conozco bien las particularidades de la relación prensa – política en Venezuela; pero puede suponerse que es un nexo muy perverso», manifestó.
El analista se pronunció a favor de que la prensa comprenda que su agenda no es necesariamente la agenda de la nación; y que, por lo tanto, también tiene que sentarse a negociar los espacios necesarios para que la gobernabilidad sea posible.
Los acontecimientos recientes demuestran, según Solís, que la tercera opción política en América Latina continúa por la senda del fracaso y por lo tanto hay que tener mucho cuidado con los recambios y las improvisaciones.
El patrón de autoritarismo mesiánico, que se reviste de moralismo, se repite en los países en donde una opción diferente a las tradicionales ha accedido al poder.
Esta tendencia a un lenguaje excluyente, de aquellos que se creen dueños de la verdad absoluta y de la moral y que tienden a separar a la sociedad en buenos y malos, parece haber alcanzado también el panorama político costarricense, lo que podría traer consecuencias inusitadas como las que vive hoy Venezuela.
La esperanza de Solís, es que los venezolanos puedan superar la fractura social que experimenta el país y, por una vía institucional y democrática, tomar las medidas necesarias para sacar al país de la crisis política y económica que lo aqueja.