Le agradezco al señor diputado don Justo Orozco su bendición, pero me extraña que de la “misma boca” de un alma bendecida salgan ofensas como que represento “una nueva generación de la Alma Máter, cargada de frustración, enojo y amargura”. Frustración, jamás.
Me siento una persona muy feliz con lo que hago. A pesar de que “no tengo mi propia empresa”, no tengo “una posición de vida exitosa”, ni “gozo de una buena situación económica”, pues vivo de un humilde, pero honesto, salario de profesor.
Enojo y amargura, mucho menos. En mis clases lo que prevalece es el buen sentido del humor. Lo que me sorprende es que un “padre de la patria”, con “espíritu de servicio”, con “32 años de servir a la obra evangelística”, ante una crítica haga uso en su defensa de argumentos que lesionan la dignidad humana.El mismo título de su artículo “Soy un bendecido”, me hace pensar que usted, don Justo, cree que en este mundo su “Dios” bendice a algunas personas y a otras las maldice. Sobre todo parecen ser malditas quienes no han logrado consolidar una “posición de vida exitosa”.
Falla usted también, don Justo, en el mayor de los valores del cristianismo: la humildad. Inicia su panegírico endosándome a mí una existencia llena de “amarguras y complejos” porque no he logrado una vida holgada y plena, es decir, con dinero y con cinco grados académicos, como usted.
Ofende usted también a los maestros Constantino Láscaris, Teodoro Olarte y a Isaac Felipe Azofeifa, cuando dice que “he aprendido más sabiduría e inteligencia estudiando la palabra de Dios, que en 15 años de estudios universitarios”. Le recuerdo don Justo, no hay duda de que la palabra de Dios es muy sabia, pero nuestros mentores también lo son.
Creo que no tengo que recordarle las sabias palabras del Maestro cuando dijo “por sus frutos los conoceréis”. Inició usted esta gestión legislativa dando su apoyo irrestricto al vergonzoso aumento de salario que la fracción de Liberación Nacional pretendía otorgar ¿Comprar? a todos los diputados.
Con algunas honorables excepciones que sabemos no lo iban a aceptar. Continuó usted apoyando al PLN sin la menor crítica alguna.
Pretendía también usted, junto a otros “representantes del pueblo”, una vez que saliera de diputado, gozar de una pensión millonaria, pues buscaba que esta, al final de la gestión legislativa, no le quedara como pensión de docente sino como pensión con salario de diputado.
En este mundo no sólo debemos aparentar ser un buen cristiano, es muy importante demostrarlo con nuestras acciones.
Dice usted en su artículo que no apoyó la “Alianza por Costa Rica”, porque ya le había dado el apoyo al candidato del oficialismo. Y por ser “un hombre de palabra” se desligó de la “Alianza”.
Sería bueno conocer si hubo condiciones previas para ese “apoyo”. Recordemos que el PLN tiene años de gobernar Costa Rica y nuestro país cada día que pasa más se convierte en una zona de corrupción y muerte.
Le recuerdo, don Justo, para que a usted no le suceda, que en la Asamblea Legislativa muchos “partidillos con dueño” llegan únicamente con el “diabólico interés” de convertirse en “garrapata” (bicho malo que vive como parásito de animales a los cuales chupa la sangre) para sacar provecho y a la vez salir beneficiado en la “repartición de los panes”.
Los partidos políticos tradicionales cuando están en el poder compran conciencias y trafican con los dineros del pueblo. Por eso lo invito a “pelar el ojo”.
Le comunico, señor diputado, que aparte de “asombro”, también siento “grima, tristeza y un gran sinsabor”, pero no porque existan profesores y profesoras en las Universidades públicas que digan las cosas como son.
Siento eso por la falta de claridad política y compromiso social de ciertos diputados y diputadas que llegan a la Asamblea Legislativa con los votos del pueblo y después le patean el “trasero” a ese pueblo para buscar su propio beneficio.
Sobre todo esperaríamos de un diputado cristiano que sea la imagen de un Jesús que no tuvo interés alguno y enfrentó a los poderosos de la época defendiendo a los más humildes, excluidos y necesitados de su “rebaño”.