“El conocimiento global” ante “los bárbaros especializados”, la libertad ante el “carácter técnico” de la sociedad, los medios de comunicación versus la capacidad de juicio de cada persona, la “inventiva y previsión” ante los nuevos cambios, la excesiva incertidumbre a la hora de establecer un concepto estable de uno mismo, y la armonía entre el cambio inevitable más los “valores permanentes”, son parte de estos siete retos.
La tarea de la educación, que se enfrenta ante la ideología neoliberal, consiste en aceptar y adaptarse de la mejor manera a los cambios que son parte inevitable y necesaria de la vida. El movimiento es esencial. Sin embargo, lo permanente, que también define lo que es la sociedad y sus objetivos, debe estar siempre presente y firme. Los valores inculcados que se pierden y no se toman en cuenta, por la gran mayoría, a la hora de tratar con otro ser o ante una situación, son necesarios de reforzar y tomar en consideración en estas sociedades que deshumanizan cada vez más.
Todo se reduce a lograr mantener esa armonía, ese equilibrio que hace que absolutamente todo esté bien. Con bases sólidas, amor y sin olvidar el verdadero significado de por qué estamos acá, debemos vivir y enfrentar el porvenir de la manera más decidida, justa y armónicamente posible.